Por: Graciela Cruz Hernández
Aunque hay escuelas, mercados, calles con su nombre, sólo eso es lo que muchas personas conocen de él, pero no saben qué hizo, por qué esos lugares llevan su nombre, es por eso que nos damos a la tarea de dar a conocer a este personaje del estado de Jalisco. El lugar que vio nacer a Adrián Puga, fue Cocula, Jalisco, un 8 de septiembre de 1858, siendo el primogénito de don Prisciliano Puga y doña María de Jesús Gómez. Don Prisciliano era platero y acostumbraba llevar al pequeño Adrián a su taller para que aprendiera el trabajo que ahí se desarrollaba. Desde sus primeros años Adrián muy inteligente y siempre mostró interés por aprender cosas nuevas.
Sus primeros conocimientos de las letras los recibió en la casa de la señora Martha de Jesús de Rincón. Después asistió a la escuela municipal de Cocula donde recibió clases de música; aprendió a tocar piano y canto con el organista de la parroquia. El notable orador Fray Ignacio de Jesús Cabrero, captó la capacidad de Adrián y lo inició en el estudio y conocimiento del latín. La brillantez intelectual del joven Adrián sorprendió también al farmacéutico don Antonio García Haro, hombre con amplios conocimientos quien atendía su botica en Cocula. Don Antonio se ofreció a servir de mecenas junto con otras personas de su familia: la señora María de Jesús Quiñones viuda de Ledezma, Don Mariano de la Cruz Figueroa, y don Jesús Anguiano, quienes hicieron todo lo posible para que fuera a estudiar a Guadalajara.
Con el apoyo de sus mecenas, ingresó al Liceo de Varones de la ciudad de Guadalajara en el año de 1877, después ingresó a la Escuela de Medicina y Farmacia, donde recibió su título en 1882. En su examen profesional obtuvo por aclamación de los sinodales las alabanzas máximas.
Considerado como uno de los hombres mejor preparados de la época, trabajó como farmacéutico en la botica de Nuestra Señora de Guadalupe (1882-1884). Su profesión no la limitó a la medicina y la farmacéutica sino que también realizó estudios sobre diferentes plantas mexicanas, labor que lo llevó a que su nombre figurara en el ámbito científico nacional.
Con tan amplia gama de conocimientos, su destino no fue otro sino el de transmitir en las aulas sus conocimientos. El 16 de enero de 1894 recibió su primer nombramiento de profesor de Química en el Liceo de Varones de Guadalajara, actividad que aceptó con gran regocijo, desempeñando dicha labor hasta el año de 1937.
Impartió cátedras de Química y de diversas materias relacionadas con su campo de estudio. En 1925 integró la comisión organizadora de la tercera restauración de la Universidad de Guadalajara, convirtiéndose en el primer director de la Facultad de Farmacia.
En 1935 La Universidad de Guadalajara le otorgó el título de Maestro ad honorem.
Juan Real Ledezma escritor de Gaceta Universitaria trajo a la consideración del lector dos testimonios:
El célebre pater Díaz escribió sobre él:
“Como profesor, no se destacó ciertamente como un expositor brillante, era simplemente un espectador que no perdía un sólo instante espiando el momento en que el alumno se revelara tal como era, para aplicarle todos los recursos de su especial pedagogía. Esto lo reducía a una sola cosa: hacer trabajar al alumno con gusto si era bueno y se inclinaba a esta clase de estudios; [pero] con rigor si desdeñaba el trabajo y mañosamente [solo] quería cubrir el expediente de su deber…” Por supuesto, un maestro duro y enérgico provoca que los estudiantes hablen de él, porque a nadie deja indiferente. Al respecto, el testimonio de Aurelio Cortés, uno de sus exalumnos: “Química era la clase obstáculo de toda la prepa. Ésta venía en cuarto. El titular, don Adrián Puga, decía que el cuatro era para Dios, porque todo lo sabía, el tres para el autor del libro [de texto], el dos para el profesor y el cero para los alumnos… Le gustaba que sus alumnos le llevaran diversas materias pulverizadas y con palparlas, aspirarlas, y alguna vez probarlas, acertaba de qué se trataba.
El maestro Puga fue un consumado analizador químico. Fundó el laboratorio municipal de la materia en la ciudad, enfrentando las adulteraciones y falsificaciones de las bebidas y alimentos. Beneficiando así la salud de los jaliscienses
Descubridor e impulsor de vocaciones científicas, a las que apoyó desde el Círculo científico Humboldt, como distinguido botánico cultivó relaciones con científicos famosos de su época; lamentablemente no se conocen sus investigaciones, las cuales difundía en Europa, al no dejar aquí prácticamente nada escrito, puesto que todo lo memorizaba con base en iniciales, con las cuales formaba palabras o frases fáciles de recordar.
Uno de sus discípulos. Don Luis Medina expresó de él: “¡Humilde sabio maestro, llenaste toda una época en la vida cultural de nuestra provincia y como otros de nuestros valores, fuiste reconocido más allá de nuestras fronteras, dejando aquí solo el vacío de ya no tenerte y la preciada enseñanza de tu ejemplo!… ¡Con razón don Severo Díaz te llama tercera personalidad científica de Jalisco! Yo te llamaría alfa, yo te llamaría apóstol, maestro y guía del desenvolvimiento de la química en Jalisco”.
El maestro Adrián Puga Gómez, Orgullo de Nuestra Identidad Nacional Mexicana, con la satisfacción de haber cumplido una gran labor en bien de sus semejantes y habiendo trasmitido como maestro su conocimiento a muchas generaciones, pasó sus últimos días retirado en su casa donde falleció el 5 de febrero de 1940.