Por: Graciela Cruz Hernández
Amalia Hernández Navarro
Nació el 19 de septiembre de 1917 en la Ciudad de México; su padre Lamberto Hernández fue político y su madre Amalia Navarro era maestra. Desde muy pequeña Amalia Hernández adquirió el gusto por la música y el baile, a sus ocho años su padre consintió que tuviera clases privadas, para bailar en su casa y solamente delante de familiares, le construyó en su hogar un estudio y sus maestros de danza mexicana eran Luis Felipe Obregón y Amado López, aprendió danza española con Encarnación López y ballet con la maestra francesa Nelsy Dambre y el ruso Hipólito Zybin.
A sus 17 años su pasión por la danza la llevó a ingresarse en la Escuela Nacional de Danza dirigida por Nellie Campobello. Además de su sólida formación en danza clásica y moderna, Amalia se interesó por los bailes autóctonos de las diversas regiones del país, y ya como bailarina profesional empezó a desarrollar la idea de convertir el folclore mexicano en un espectáculo teatral.
Amalia Hernández dejó la Escuela Nacional de Danza y recurrió entonces a la maestra Estrella Morales, a cuya escuela Waldeen von Falkenstein llegó en 1939 en busca de bailarinas para formar el Ballet de Bellas Artes. Amalia por su gran talento fue una de las seleccionadas, pero su familia le impidió participar. Por ese tiempo Amalia contrajo matrimonio, por lo que estuvo separada de la danza durante un buen tiempo.
En 1947, el Instituto Nacional de Bellas Artes fundó la Academia de la Danza Mexicana, Amalia se unió al proyecto en 1948 como profesora con la motivación de que la institución impulsara la profesionalización de los bailarines en todas las ramas de la danza, y colaboró en la fundación del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo.
En 1952 con su gran pasión fundó el Ballet Folklórico de México. Aunque en sus principios solo eran ocho bailarines. En 1954 actuaron por primera vez en televisión, llegando a ser parte de una emisión semanal, con su éxito lograron hacerse un nombre en el mundo y representar a México en los Juegos Panamericanos de 1959 celebrados en Chicago, para ese entonces el ballet ya lo formaban 50 integrantes.
En 1959 por primera vez el Ballet Folklórico de Amalia Hernández llegó al más importante escenario de las artes en México: el Palacio de Bellas Artes. Esto debido al reconocimiento al valor artístico y cultural del ballet y al apoyo del entonces presidente Adolfo López Mateos y del director del INBA entre 1958 y 1964, Celestino Gorostiza.
Amalia viajaba a diversos lugares de la República Mexicana para presenciar las fiestas populares y religiosas en los barrios y comunidades, esos viajes y esas experiencias le ayudaban a inspirarse para lograr realizar sus bellas coreografías, plasmando en cada una de ellas el color, el sentimiento, la belleza de nuestra cultura y tradición mexicana.
Un gran logro digno de reconocer fue que en 1961 el Ballet Folklórico de México obtuvo el primer lugar en el Festival del Teatro de las Naciones, en París, donde compitió contra 36 espectáculos de todo el mundo.
Años más tarde, en 1968, para la Olimpiada Cultural, paralela a los juegos olímpicos, Amalia Hernández dirigió el Ballet de los Cinco Continentes y el Ballet de las Américas. El primero convocó a coreógrafos extranjeros para montajes en México y el segundo incluía obras de coreógrafos mexicanos a partir de un proceso de investigación en diversos países. Ambas nuevas compañías y sus repertorios sólo se iban a representar durante la Olimpiada Cultural, pero su éxito las mantuvo varios años en foros mexicanos y extranjeros.
En ese mismo año, 1968, abrió sus puertas el edificio vanguardista que alberga en la actualidad la escuela y el teatro del Ballet Folklórico de México, construido por el hermano de Amalia, el arquitecto Agustín Hernández, y donde se forman nuevos bailarines para la compañía y profesionales que trabajan en otros espacios. En la actualidad, la escuela que lleva su nombre tiene más de 300 alumnos.
La creación y el impulso de Hernández fueron definitivos en el ballet folklórico mexicano. Hoy en día, el Ballet Folklórico se ha presentado ante más de 20 millones de personas. Amalia Hernández representó a través de sus danzas y bien logradas coreografías la cultura mexicana en el mundo, conformó como nadie la tradición y el patrimonio dancístico de nuestro país.
Amalia dedicó su vida para crear más de 80 coreografías y el Ballet Folklórico de México, suacervo visual y sonoro consiste en más de 780 grabaciones de audio y más de 120 audiovisuales. También entre el archivo personal de Amalia Hernández resguardados por sus hijos, están los proyectos que tuvo y no alcanzó a realizar, pero que quizá ellos puedan lograrlos.
Amalia Hernández Navarro falleció el 5 de noviembre del 2000, en la Ciudad de México, pero su legado vive y su familia ha cuidado de él y sin duda lo seguirán haciendo pues el talento corre por sus venas, pues la gran herencia que Amalia les dejó es el gran Ballet Folklórico de México, que sin duda seguirá alegrando a sus espectadores mostrando con el talento de sus integrantes una parte maravillosa de nuestra cultura e identidad orgullosamente mexicana.