Por: Jerry Gortman
Existen cosas en la vida con las que no se puede jugar y una de ellas es la salud.
“La salud es lo primero”, y no es un dicho popular que carezca de sentido, ya que sin una buena salud nadie puede disfrutar de bienestar y de una vida sana en general.
Debido a la importancia que tiene la salud en la vida del hombre, el Estado mexicano ha establecido, como política social, el acceso a servicios de salud para toda la población, principalmente para la gente más pobre y que carece de los recursos suficientes para pagar servicios de salud privados.
Por ello, el 3 de febrero de 1983, después de 66 años de haberse promulgado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se incorporó en ella el derecho a la protección de la salud (D.O. 3-II-1983). Para garantizar que se cumpliera este derecho, al año siguiente, el 7 de febrero de 1984, se expidió la Ley General de Salud.
Nos dice el Artículo 4º, Párrafo Cuarto, de la Constitución que “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud…”, por ende, es una obligación del gobierno proporcionar y garantizar los servicios de salud a la población, como un derecho social fundamental que no puede ser objeto de pleitos, mentiras y retrasos burocráticos que ponen en peligro la vida de la gente.
Sin embargo, al presidente López Obrador no parece importarle el dolor y el sufrimiento de los mexicanos, ya que desde el año pasado el sector salud ha presentado graves problemas, entre ellas la falta constante de medicamentos, mismo problema que vuelve a presentarse en el inicio de este año y sobre el cual parece no existir la voluntad política del presidente de la República para resolverlo.
Como recordaremos, en mayo de 2019 miles de personas en México padecieron la falta de medicamentos gratuitos en las instituciones públicas de salud, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores (ISSSTE), en los que los pacientes reportaron la falta de analgésicos, controladores de la presión arterial, insulina para personas diabéticas y hasta antirretrovirales que utilizan las personas con VIH.
La situación, de acuerdo con usuarios del servicio y los propios funcionarios, se extendió a 24 estados de la República Mexicana, en los que además de medicamentos, se reportó la falta de médicos y enfermeras, reducción de apoyos a pasantes de médicos e incluso la falta de pagos de servicios…
Ante esta situación y luego de ser cuestionado por diversos medios de comunicación, el presidente López Obrador reconoció el problema de desabasto, y declaró:
La carencia de medicamentos tiene su origen en el llamado “huachicoleo de medicina”, el cual costó al gobierno federal, según el presidente López Obrador, 90,000 millones de pesos (unos 4.714 millones de dólares) en 2018.
Este huachicoleo, según AMLO, sucedía en las delegaciones estatales del IMSS y el ISSSTE cuando estas instituciones se abstenían de llevar a cabo algunas licitaciones para efectuarlas de último momento como compras de urgencia, que se realizaban sin control alguno.
Esto, según explica el presidente, generó problemas en diversos estados, que, pese a que contaban con presupuesto disponible, la industria farmacéutica se negaba a abastecerlos.
Tan solo tres meses más tarde, a finales de agosto de 2019, el sector salud en México volvió a presentar una nueva crisis de desabasto de medicamentos. Por un lado, el gobierno de López Obrador declaraba falsamente que no existía desabasto, que incluso se contaba con un excedente, mientras que, por otra parte, diversas organizaciones aseguraban que la disminución presupuestal en este sector estaba dañando a la población enferma.
El asunto cobró importancia cuando un grupo de padres de niños enfermos de cáncer bloqueó los accesos 3 y 4 de la terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), para exigir una solución al desabasto de tratamientos oncológicos, principalmente para tratar la leucemia.
Al día siguiente de la protesta, la Secretaría de Salud solicitó el apoyo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a efecto de abastecer a los hospitales de Metotrexato, medicamento que se utiliza para tratar el cáncer, pero a pesar de los “supuestos” esfuerzos del gobierno para garantizar el abasto a los pacientes, Jorge Alcocer, Secretario de Salud, afirmó cínicamente, en conferencia de prensa, que se trataba de un componente «secundario» del que «si no se da la dosis por unos días, no hay ninguna urgencia médica».
Finalmente, el Secretario de Salud, para salir del paso, declaró en aquel momento que se tenía “garantizado” el abasto en ese año y en el 2020, que incluso se contaba con un excedente del IMSS, gracias a las compras efectuadas por el gobierno.
Por esos días circuló un video de un menor hospitalizado pidiéndole ayuda a López Obrador, quien implorando le dijo:
“Le pido, señor presidente, que nos ayude con las quimioterapias en el Hospital Infantil Federico Gómez, no me quiero morir, yo estoy luchando cada día contra esta enfermedad para salir victorioso, le pido que nos ayude señor presidente”, dijo el menor.
Ante ello, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) pidió a la Secretaría de Salud y a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) que se garantizara el abasto del medicamento y solicitó que fuera entregado el tratamiento oportuna e ininterrumpidamente a los niños que padecieran cáncer, leucemia y osteosarcoma.
Desde entonces ha sido una constante el desabasto de distintos componentes médicos necesarios para el tratamiento del cáncer.
Cinco meses después, el mismo problema de desabasto de medicamentos se hizo presente nuevamente, esta vez el miércoles 22 de enero del presente año, cuando un grupo de padres de familia de niños con cáncer se volvió a manifestar a las afueras del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México desesperados porque desde hacía dos semanas no habían podido encontrar medicamento para sus hijos.
Cabe señalar, que dos semanas antes los padres de los niños enfermos se habían vuelto a reunir, ya que en los hospitales les indicaban que no había el medicamento para realizar el tratamiento completo de sus hijos. “No lo encontramos en ningún lado, no hay y sólo hay una persona que los vende por teléfono, pero de 120 pesos que antes nos costaba, ahora cuesta 2,500 pesos”, dijo Esperanza Paz, madre de una paciente oncológica.
En esta ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia de prensa del día 23 de enero echó la culpa a los directores de hospitales, quienes, según él, provocaron un “descontrol”, y dijo al respecto: “La hipótesis es que ellos están causando este descontrol con la empresa Pisa, que era la que abastecía y resulta que no tiene los medicamentos, y quieren seguir teniendo el control del abasto de este tipo de medicamentos… “
Mientras tanto, los papás de niños con cáncer arribaron muy temprano a las afueras de Palacio Nacional para intentar acceder a la conferencia matutina del presidente y exigirle su compromiso por escrito a fin de que se garantizara el abasto de medicamentos que requieren para sus hijos; sin embargo, fracasaron y no se les dejó entrar hasta tres horas después y tampoco hubo ningún compromiso presidencial al respecto.
Como puede observarse, el robo de medicamentos, la especulación que ejercen ciertas empresas farmacéuticas que lucran con la salud y las necesidades de los enfermos y la complicidad existente entre funcionarios y farmacéuticas, a fin de mantener los contratos existentes y sus prebendas, son, a decir de López Obrador, las causantes del desabasto de medicamentos que se padece en todo el país.
No obstante, y suponiendo que el diagnóstico del presidente López Obrador, explicando la escasez de medicamentos fuera cierto, ésta no es razón suficiente para dejar indefensos a los niños que pierden valioso tiempo en el tratamiento de su enfermedad, mientras el gobierno lópezobradorista, como vieja chismosa de vecindad, se pone a echar culpas y como Pilatos, se lava las manos, elude y niega cualquier culpabilidad en el asunto y no es capaz de responsabilizarse, tomar medidas de estado urgentes y asumir compromisos concretos a través de la implementación de políticas públicas que permitan acabar, de una vez por todas, con el desabasto de medicamentos, la carencia de médicos y la ausencia de dinero necesario para pagar la nómina en los hospitales.
Al parecer López Obrador se ha olvidado de su lema de campaña “primero los pobres”, demostrando que en realidad no le importan las necesidades de los marginados sociales. Con ello, además evidencia que carece de sentido político y sensibilidad humana, ya que no es posible que no se dé cuenta del dolor y sufrimiento de niños y padres, así como el descontento que ésto genera entre la población y en consecuencia la imperiosa necesidad de atender rápidamente este problema que podría derivar en otros conflictos sociales más graves.
Nadie, empezando por el presidente de la República, parece condolerse del drama de la lucha diaria por la vida que libran estos niños al lado de sus padres. Su batalla es un ejemplo de amor, coraje, sacrificio y pundonor para todos nosotros.