Por: Graciela Cruz Hernández
Nació en la ciudad de Tulancingo, Hidalgo, el 17 de abril de 1825, hijo de Francisco Ortega, quien por negocios familiares, se mudó a la Ciudad de México.
Aniceto tuvo la oportunidad desde su niñez de iniciar estudios musicales bajo la conducción de su hermano Francisco, lo que permitió a Aniceto inscribirse en el Colegio de San Ildefonso.
En 1841, ingresó a la Escuela de Medicina, donde debido a sus altas calificaciones y la gran dedicación, obtiene en diciembre de 1845, el título de Médico Cirujano.
En 1849, se va a Francia a estudiar obstetricia, profundizando en la embriología, distinguiéndose por sus investigaciones en el viejo continente. Al mismo tiempo que estudiaba medicina en París, presentó múltiples recitales pianísticos en algunas salas europeas, lo que le dio gran fama en México, llegando a ser llamado “el Chopin mexicano”.
Durante su estancia en Europa, entre 1849 y 1851, se le reconoció su gran talento artístico y contactó con varios compositores europeos, franceses, italianos y alemanes, gracias a los cuales mejoró su técnica como pianista.
A pesar del mucho trabajo en hospitales, cátedras y otras cuestiones de la medicina, Ortega, a mediados de los años cincuenta del siglo XIX, decidió incursionar en el campo de la composición musical; destaca la gran influencia que ejercen sobre su obra, tanto el clasicismo beethoveniano, como el chopiniano e italiano, de entre las composiciones más destacadas se encuentran su Invocación a Beethoven, obra que dedicó al músico Tomás León, a ella se agregan marchas, himnos, romanzas mazurcas, valses y nocturnos, uno de los éxitos de mayor venta en la Casa Wagner fue, su vals Recuerdo de Amistad.
A su regreso a México, en 1851, los estudios que realizó en Europa le permitieron implantar algunas técnicas de higiene y salud preventivas, así como exitosas transfusiones de sangre, por lo que se le considera en México el pionero en la práctica y enseñanza de la llamada medicina preventiva. Por cerca de veinte años fue maestro de ginecología en su alma mater.
En 1864 fundó la Academia de Medicina y en 1866 la Casa de la Maternidad, donde enseñó gineco-obstetricia.
Por su fama bien lograda, el 1 de noviembre de 1865 fue nombrado, por el Emperador Maximiliano, miembro del Consejo Superior de Salubridad, creado por el Imperio.
En 1866 fundó, en compañía de otros músicos, la Sociedad Filarmónica Mexicana que hoy se conoce como Conservatorio Nacional de Música, institución de la que fue maestro fundador de la clase de composición. En algunas de sus obras también imprimió el carácter nacionalista como La Marcha de Zaragoza, elaborada en honor del general Ignacio Zaragoza y estrenada en el Gran Teatro Nacional, que junto con la Marcha Republicana en 1867, alcanzaron gran éxito.
La Marcha Zaragoza fue tan importante y aceptada en Europa, que incluso fue utilizada como fondo en la entrada triunfante del ejército prusiano a París y al parecer en la batalla misma, pues el periódico mexicano El Monitor Republicano, en su número del 1 de septiembre de 1870 publicó una gacetilla que después reprodujo el Diario Oficial de la República, que decía así:
” Hemos recibido un telegrama dirigido al Sr. doctor Aniceto Ortega, procedente de Berlín, en el que se anuncia que su composición ha resonado en las bandas militares prusianas en el momento de atacar a las francesas…”
Eso nos da cuenta de la gran calidad de composición musical que logró alcanzar.
Por su capacidad profesional y como reconocimiento Aniceto Ortega, fue nombrado titular de la Escuela de Obstetricia el 1 de febrero de 1868.
El 8 de marzo de 1870, recibió el nombramiento de director del Hospital de Maternidad de México; su filantropía lo convierte en el más importante benefactor de los niños huérfanos internados en la Casa de Cuna de la Ciudad de México.
Aniceto Ortega del Villar fue reconocido ampliamente como médico y no menos lo ha sido como músico.
En 1871 se estrenó su ópera Guatimotzin, basada en una novela histórica de la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda, que se inspiró en la tragedia del último rey Mexica, la que fue considerada como la primera ópera mexicana de tema nacional; la función inaugural fue cantada por Ángela Peralta y Enrico Tamberlick.
Se desempeñó como presidente del Consejo Superior de Salubridad del País, cargo que le fue conferido por el presidente Miguel Lerdo de Tejada en 1873 hasta el 17 de noviembre de 1875, año en el desafortunadamente murió cuando apenas tenía 50 años.
Algunas de sus obras son:
- 1864, Victoria, polca marcial para piano.
- 1867, Marcha Zaragoza.
- 1867, Marcha republicana.
- 1871,Guatimotzin, ópera lírico-dramática en nueve cuadros, basada en la novela homónima de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
- Marcha potosina, a Francisco González Bocanegra.
- Marcha tlaxcalteca, de la ópera Guatimotzin.
- Recuerdo de amistad.
- Vals Rosalinda, para arpa y piano, dedicada a Rosalinda Sacconi.
- El canto de la huilota, que es una pieza bellísima que se sigue tocando hoy día.
Muchos autores tomaron su obra para brindarle homenaje y otros crearon obras nuevas en su honor, entre ellas por ejemplo: La amistad, vals de Manuel Murguía dedicado a Ortega. Otros investigadores se propusieron el objetivo de dar a conocer al mundo la mayor cantidad posible de sus escritos. En el 2010 el académico Juan José Escorza descubrió diez manuscritos musicales inéditos del destacado músico, entre los que se encuentran valses y mazurcas. Juan José Escorza, señaló que la figura del compositor del siglo XIX es vital para el desarrollo de la música en el país. “Funda la Sociedad Filarmónica, el Conservatorio y es el padre de la ópera nacional”.
Aniceto Ortega del Villar, médico de profesión y músico de corazón, tuvo la capacidad de sobresalir en ambas disciplinas, fue un hombre con grandes talentos los cuales supo desarrollar a plenitud. Un verdadero Orgullo de Nuestra Identidad Nacional Mexicana.