Por: Graciela Cruz Hernández
Nació en la Ciudad de México el 24 de julio de 1832, desafortunadamente quedó huérfano desde niño y una de sus tías lo tomó bajo sus cuidados. Estudió lo básico en escuelas elementales, asistiendo también al Colegio Francés donde aprendió la lengua francesa. Ahí en ese colegio, llamarían de manera especial su atención, los mapas que colgaban de sus paredes donde en ellos podía apreciar varias partes del mundo; quizá fue la razón por la que nació en él la idea de estudiar Geografía en conjunto con otras materias relacionadas a ella.
Fue en 1851, poco después de que terminó la guerra entre Estados Unidos y México, que Antonio García Cubas inició estudios de Geografía, Geodesia y Triangulación en el Colegio de Minería, titulándose gratamente con honores como geógrafo. También estudió en la Academia de Artes de San Carlos donde tuvo contacto con el célebre paisajista José María Velasco, entre otros artistas.
A partir de 1856 fue miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE). Considerado el padre de la estadística en México, a Antonio le tocó vivir en la época en que desgraciadamente México perdió gran parte de su territorio nacional dedicándose por ello en gran parte a integrar información geográfica y estadística de nuestro país y en 1858 publicó bajo la protección del Ministro de Fomento su primera obra, el Atlas Geográfico, Estadístico e Histórico de la República Mexicana. El objetivo del Atlas, declarado por García Cubas era:
“Dar a conocer este hermoso país, tan rico por sus productos naturales. La falta de cartas y de noticias geográficas ha sido uno de los obstáculos para la realización de grandes proyectos. Bien conocido el país, las empresas de colonización, las de caminos, las de minas que poseemos ricas y abundantes, las de agricultura y muchas otras, darán el resultado de la prosperidad a que deben aspirar los votos de todos los mexicanos.”
Consciente de que México era un país que tenía que consolidarse como nación, para él significaba, entre otras cosas, lograr el pleno conocimiento y dominio de la geografía del territorio nacional. Para esto trabajó arduamente recopilando trabajos previos para hacer un esfuerzo de integración y, eventualmente, de corrección, haciendo una revisión cuidadosa de mucho material. Sus fuentes para el Atlas fueron sus propios trabajos y mapas elaborados tanto por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística como por otros investigadores.
Ese Atlas, fue el primero del territorio nacional elaborado después de la Independencia, ya que debido a la pérdida de territorio que sufrió nuestro país tras la guerra con Estados Unidos y la firma del tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, resultaba prioritario reforzar la identidad de México y los límites territoriales de la nación. El Atlas, de gran calidad, tomando en cuenta los recursos de la época era el resultado más tangible de un esfuerzo sostenido a lo largo de su vida y es al mismo tiempo su mayor contribución al desarrollo de la cartografía mexicana. Geógrafos igualmente ilustres no dudaron en reconocer las muchas cualidades de esa obra.
En 1861, publicó la Carta General de la República Mexicana con el apoyo de Ignacio Ramírez “El Nigromante”. Su segundo trabajo cartográfico fue la Nueva Carta General de la República Mexicana, de 1863.
Del Atlas, hubo una segunda edición que nació por iniciativa del ilustre historiador Miguel León Portilla, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y decano de El Colegio Nacional, quien planteó la idea al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), misma que fue aceptada de inmediato, recibió el apoyo de El Colegio Nacional y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, bajo el sello editorial de Miguel Ángel Porrúa.
Además, el doctor León Portilla escribió un estudio introductorio de la obra y el INEGI aportó una nota técnica donde se hace mayor énfasis en la importancia de García Cubas desde la perspectiva de la actividad cartográfica, las técnicas de elaboración, los problemas inherentes a ellos y otros aspectos relacionados.
Antonio García Cubas, también fue director de la Escuela Nacional de Comercio, jefe de la Sección de Colonización e ingeniero consultor de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Colaboró en la cuestión de límites con Guatemala y en la Comisión Mixta de Límites para la Demarcación con la Frontera con Estados Unidos. Participó en las negociaciones sobre el Chamizal (1884-1905).
Su obra The Republic of Mexico in 1876. A Political and ethnographical Division of the Population, Character, Habits, Custums and Vocation of its Inhabitants, fue de las primeras publicaciones presentadas al extranjero en donde se muestra un México organizado.
También de gran importancia es su Diccionario geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, los tomos I y II publicados en 1888, el III en 1889, el IV en 1890 y el V en 1891. También escribió El libro de mis recuerdos (1904), Noticias geográficas y estadísticas de la República Mexicana y Reseña geográfica del distrito del Soconusco o Tapachula (1857), Atlas geográfico, estadístico e histórico de la República Mexicana (1859), Curso de dibujo topográfico y geográfico (1868), Tratado elemental de geografía universal (1869, reeditado ocho veces hasta 1910), Compendio de geografía universal (1870, reeditado varias ocasiones), Atlas metódico para la enseñanza de geografía en la República Mexicana (1874), Carta general de los Estados Unidos Mexicanos y Atlas pintoresco e histórico de los Estados Unidos Mexicanos (1885), Atlas geográfico y estadístico (1887), Compendio de historia de México y su civilización (1890, reimpreso en 1906), y Memoria para servir a la carta general del Imperio Mexicano y demás naciones descubiertas y conquistadas por los españoles en el siglo XVI (1892).
En la Mapoteca Manuel Orozco (del cual también ya hemos hablado en esta sección) se puede encontrar una vasta colección de mapas realizados por este magnífico geógrafo, historiador y escritor.
Antonio García Cubas, quien fuera uno de los más distinguidos geógrafos mexicanos de la mitad del siglo XIX, que un día recibió de manos de Maximiliano de Habsburgo la Orden de Guadalupe y más tarde fuera condecorado con la Legión de Honor de Francia, murió el 9 de febrero de 1912 a los 79 años de edad, en la ciudad de México.