Filántropo
Por: Graciela Cruz Hernández
El 14 de febrero de 1902 en la histórica Tacubaya en la Ciudad de México, nació Antonio Haghenbeck de la Lama, hijo del matrimonio conformado por Agustín Haghenbeck San Román y Guadalupe de la Lama Molinos del Campo, quienes tuvieron cuatro hijos siendo Antonio el tercero de ellos. Don Agustín de nacionalidad mexicana con ascendencia alemana, Doña Guadalupe perteneciente y descendiente de importantes familias aristócratas de México.
El abuelo de Antonio, Don Carl H. Haghenbeck llegó a México procedente de Alemania en 1844, con el tiempo contrajo matrimonio con Juliana San Román pero pronto enviudó y se casó después con Josefa (abuela de Antonio) que era hermana de Juliana, ellas eran originarias de Lagos de Moreno, Jalisco, provenían de una importante familia que les proveyó de una excelente educación. Ambas fueron discípulas del pintor catalán Pelegrín Clavé, quien fue Director de Pintura de la Academia de San Carlos. Incluso las hermanas San Román llegaron a presentar varias pinturas al óleo durante las exposiciones que anualmente realizaba la Academia.
Se puede decir que el gusto por la belleza y el arte al cual se sentía inclinado Don Antonio desde muy joven, ya lo traía en la sangre por su ascendencia materna. Desde temprana edad empezó a tomar clases particulares de pintura al lado de su hermana Guadalupe.
La Revolución Mexicana les hizo tomar la decisión de salir por unos años del país, permaneciendo en España de 1914 a 1917, tan pronto regresó a México, el joven adolescente reanudó sus clases de pintura llegando a realizar varios óleos y haciendo copias de obras de famosos pintores.
Don Antonio heredó una considerable fortuna que supo administrar muy bien, dedicando parte de ella a comprar excelentes obras de arte y bienes raíces, por ejemplo, en 1942 Don Antonio compró la famosa e histórica Casa de la Bola siendo esta la casa que principalmente ocupó hasta su muerte. En esta ahora casa museo, se conserva la pintura que realizó a sus veinte años, la cual es “La conversión de San Pablo”.
En 1947 compró la hacienda de Santa Mónica (Una de las principales proveedoras de harina de trigo en el siglo XVI y que había sido originalmente propiedad de los frailes agustinos) siendo él, el último dueño.
En 1963 compró en el estado de Puebla, la bellísima hacienda de San Cristóbal Polaxtla, la reacondicionó y con su fino toque personal la “vistió” de arte.
Ferviente católico practicante, en estas sus tres casas disponía de un oratorio en la planta alta. En 1931 ayudó a las obras de la Parroquia de San Miguel que está cerca de la Casa Bola. Su práctica religiosa lo llevó en 1948 a ingresar a la Orden Terciaria Franciscana y luego a la Orden del Santo Sepulcro. Orar y actuar, su fortuna no solo fue para comprar arte y bienes raíces sino que también dedicó buena parte de su fortuna a obras de caridad; daba testimonio de su vida cristiana haciendo frecuentes donativos tanto a sacerdotes, como a diferentes órdenes religiosas, lo hacía de manera especial con aquellas religiosas consagradas que se dedicaban a la atención de niños desamparados y a hijos de leprosos; incluso le donó una finca en Acolman, al Arzobispo de México Luis María Martínez para que albergara a niños indigentes.
Entre sus ancestros tuvo un pariente llamado Karl Haghenbeck, el cual a finales del siglo XIX en Stellingen, cerca de Hamburgo, creó el primer zoológico donde los animales podían deambular sin estar enjaulados. Puede ser que tomando esa inspiración de su pariente o por un sentido propio del cuidado a los más indefensos, como lo demostraba con los pobres, niños y ancianos, Don Antonio siempre mostró un especial cariño por los animales y luchó por evitarles el sufrimiento. Le gustaba la equitación, en sus haciendas con grandes jardines podía disfrutar el canto de los pájaros, tenía, cisnes, pavos reales, perros; gustaba de la compañía de los animales y se preocupaba por ellos.
En 1983 creó una institución que dio formalmente inicio a principios de 1984, una institución de asistencia privada encaminada a mejorar la vida de los animales. La Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama, I.A.P., destinada a la protección de los ancianos y la conservación de la fauna silvestre y doméstica de nuestro país.
Pocos meses antes de su muerte don Antonio, el 27 de mayo de 1991, instituyó La Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama, I.A.P., la cual tiene como objetivo la creación y operación de museos, así como desarrollar actividades educativas y culturales en beneficio de la comunidad. Su deseo lo podemos ver reflejado en las tres bellísimas edificaciones coloniales, ahora museos, que adquirió y habitó, aunando a su ya de por sí belleza arquitectónica, las hermosas obras de arte, muebles y tapicerías elegidas con exquisito gusto y con el propósito de que una vez convertidas en museos, la gente pudiera gustar y admirar la belleza a través del arte.
Don Antonio nunca se casó, murió sin dejar descendencia. Partió de este mundo a los 89 años el 4 de septiembre de 1991 y aunque murió sin dejar descendencia su nombre se perpetúa en las fundaciones que generosamente instituyó, legándoles todos sus bienes y así aún después de muerto poder continuar su altruista labor.
Fuentes:
https://fundacion-cultural.blogspot.com