–II y Último–
Por: JORGE ÁVILA FUENTES
Como ya se vio en la primera parte de esta entrega, Martín Cortés, hijo del Conquistador, concibió, en la segunda mitad del siglo XVI, un plan que independizaría a la Nueva España de la metrópoli y lo convertiría en Rey de México al triunfo del osado movimiento en el cual se hallaban implicados varios personajes de singular importancia.
No obstante, con prácticamente todo a su favor para realizar de un solo golpe el primer intento de independencia que engendraron y alentaron los hijos de los antiguos conquistadores, resultó que don Martín Cortés, segundo Marqués del Valle y vástago del atrevido soldado extremeño, flaqueó lamentablemente y dejó escapar la ocasión más oportuna para el alzamiento.
«El plan no podía estar mejor combinado –reflexiona don Vicente Riva Palacio–, pero en casos semejantes el más acertado proyecto no vale nada si faltan la resolución, el valor y la audacia para la ejecución de lo convenido, que sin la dote del atrevimiento la más privilegiada inteligencia sirve de poco al hombre que se aventura en empresas semejantes. El Marqués no tenía el temerario arrojo de su padre el Conquistador; cada día, con un nuevo pretexto, con una nueva excusa, detenía el ímpetu de sus partidarios sin comprender que una vez complicados en aquella arriesgada intriga en la tardanza estaba el peligro; la discreción de los conjurados era muy difícil a través de tantas semanas; la demora causaba desaliento; entre el pueblo se murmuraba ya el proyecto de revolución; las denuncias se multiplicaban en la Audiencia, y los oidores, aunque tímidos, comenzaban a desconfiar y a tener en observación a los conjurados» (Riva Palacio, Vicente, México a Través de los Siglos, México, Editorial Cumbre, S.A., 17a edición, 1981, tomo III, 458 p., p. 385).
Alonso de Ávila y otros implicados presionaron a don Martín a comprometerse para asestar el golpe decisivo, pero el Marqués continuaba dando largas al asunto y finalmente todos los esfuerzos se estrellaron ante su timidez e irresolución. Ávila pensó en acaudillar él mismo el movimiento, pero cayó enfermo y el ánimo general se vino abajo casi por completo.
«Débil hasta el extremo el Marqués del Valle, tenía miedo de sus amigos y del compromiso contraído con ellos y buscaba todos los medios para estorbarles en sus proyectos; al mismo tiempo acariciaba la idea de ser monarca de Nueva España, y fluctuando entre tan encontrados sentimientos, presentábase cada día más irresoluto y vacilante con los suyos, y a falta del visitador Valderrama estrechó sus relaciones y extremó sus miramientos con los oidores» (Ibidem, p. 386).
En semejantes circunstancias, no faltó desde luego quien denunciara formalmente la conspiración ante la Audiencia e, increíblemente, ¡ésta se negó a actuar!, pues temía al prestigio del Marqués y de sus amigos. Para colmo, se avisó desde España que el Consejo de Indias no aceptaría jamás la perpetuidad de los repartimientos y encomiendas, y esto hizo que se avivara más el deseo de desligarse de la Metrópoli.
«(…) y a tal extremo de exaltación llegaron los ánimos, que una chispa, una palabra del Marqués pudiera haber producido un incendio, pero él no se atrevió a pronunciarla y perdió el tiempo y la ocasión entretenido en cosas que no aprovechaban a la causa de los conjurados y sí amontonaban nubes tempestuosas sobre la cabeza de don Martín y de sus amigos» (Loc. Cit. Énfasis de Jorge Ávila Fuentes).
Finalmente, pudo más la lenidad del Marqués que la de la Audiencia y ésta prefirió cortar por lo sano, pues decidió la aprehensión del hijo de don Hernán en la misma sala de acuerdos de aquel cuerpo. Se confiscaron los bienes de los hermanos Ávila, y otros implicados fueron igualmente detenidos. Los Ávila fueron decapitados el 3 de agosto de 1566 tras un rápido proceso. Igual suerte corrieron los hermanos Quesada. Todo se había venido abajo…
Presos también el otro Martín Cortés y su hermano don Luis, éste fue condenado a muerte; pero la llegada del nuevo virrey, don Gastón de Peralta, Marqués de Falces, salvó su vida, lo que acarreó al nuevo gobernante la animadversión de la Audiencia.
El Marqués del Valle, entretanto, reiteró su fidelidad al rey de España en la persona del virrey y luego se embarcó a Europa para dar cuenta de sus actos. Procesado por el Consejo de Indias fue condenado junto con su hermano Luis a servir en África y a pagar una elevada multa, además de sufrir la incautación de sus bienes en la Nueva España. Sin embargo, la primera sentencia le fue levantada a ambos hermanos, y en tanto don Luis retornó más tarde a la ciudad de México previa licencia del monarca Felipe II, don Martín, a quien posteriormente se le restituyeron sus bienes, no volvió jamás a su patria. Viudo de doña Ana, su primera esposa, casó con doña Magdalena Manrique de Guzmán, y murió en Madrid el 13 de agosto de 1589, es decir en el sexagesimoctavo aniversario de la conquista de Tenochtitlan por su padre.
En cuanto al segundo Martín Cortés, fue torturado por la Audiencia tras el retiro del virrey Gastón de Peralta y condenado a destierro perpetuo, sentencia que apeló por considerarla excesiva. Murió de padecimiento natural en las postrimerías del siglo XVI, pero sus últimos años no se encuentran suficientemente documentados.
Como colofón hay que anotar aquí que el agitado episodio político que tuvo por principal protagonista a don Martín Cortés, segundo Marqués del Valle, así como el tórrido romance que vivió en estas tierras con la primera Marquesa de Villamayor, tuvo su parte chusca entre los habitantes de la capital de la Nueva España, enterados en buena medida de la conjura que se preparaba para separar el reino de la metrópoli española.
Resulta que la Marquesa de Villamayor llamábase doña Marina Vázquez de Coronado, y recordando tanto a la figura de La Malinche (doña Marina) como a Hernán Cortés, así como a los sucesos en los que había intervenido su hijo don Martín, a algún anónimo ocurrente se le dio con facilidad la siguiente copla:
Por Marina, soy testigo,
ganó esta tierra un buen hombre;
y por otra, de este nombre,
la perderá quien yo digo
(Suárez de Peralta, Juan, Noticias Históricas de la Nueva España, Madrid, 1878, 392 p., p. 200. El relato pormenorizado de la llamada conjuración de Martín Cortés –y del cual don Vicente Riva Palacio aprovechó buen número de datos– se encuentra en la Noticia Histórica y Procesos de la Conjuración del Marqués del Valle, publicada por don Manuel Orozco y Berra en México el año 1853, Tipografía de R. Rafael, Cadena número 13).