Prólogo:
He creído de interés público reunir en esta obra una serie de noticias históricas del pasado mexicano, en las que abundan el dato curioso y el acontecimiento trascendental que, unidos, han conformado a la nación. Constituyen el texto veinticinco ensayos integrados en nueve Apartados, con temas que van de la conquista de México hasta los primeros treinta años de este agonizante siglo veinte.
Cada Apartado –y de hecho cada ensayo- es completo en sí mismo, de manera que el lector puede repasar el volumen en el orden que desee, con la certeza de que donde pose sus ojos encontrará un asunto tratado in extenso, según el caso, hasta su inclusión definitiva.
No es ésta una historia de México en el sentido lato que suele adjudicarse al término, sino una relación de sucesos cronológicamente acomodados que de alguna manera contribuyen a esclarecer ciertos episodios de nuestro devenir histórico y que seguramente depararán algunas sorpresas para el lector.
De otro lado, aparecen relatos que sin constituir un capítulo determinante de alguna época de nuestro accidentado y fascinante pasado, contienen, en cambio, información de importancia que seguramente coadyuvará a la mejor compresión de otros decisivos.
Investigar, hurgar, escudriñar, y escarbar en las diversas fuentes para intentar una correcta y justa interpretación de lo que paulatinamente se va narrando con el propósito de aproximar al público al estudio de la historia mexicana, es el objetivo principal que el autor se ha propuesto. Es decir, en esto radica su interés fundamental, tanto más cuanto que en los tiempos que corren es de suyo vital revitalizar y acrecentar la conciencia nacional, pues de esa y no de otra manera nos hallaremos en condiciones de enfrentar las formalidades retos que el destino nos depara, especialmente en lo que a nuestra juventud se refiere.
Si esta obra contribuye a lograrlo, es seguro que el autor podrá experimentar la grata sensación que representa el cumplimiento del deber con su país y sus compatriotas…
El pasado humano en lugar de ser una realidad ajena a nosotros es realidad, y si concedemos que el pasado humano existe, también tendremos que conceder que existe en el único sitio en que puede existir: en el presente, es decir, en nuestra vida. El pasado no es un pasado cualquiera, sino que es un pasado propio, lo que nos constituye. En esto consiste la experiencia vital de la historia; en esto radica la más profunda, en realidad la única misión del saber histórico, porque gracias a esa convicción, a ese sentir el pasado como algo propio, es posible referir ese conocimiento a lo más íntimo y definitivo del sujeto, que es su ser.
Edmundo O’ Gorman
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