Prólogo
Una de las figuras históricas mexicanas del siglo XIX menos conocida, mas no por eso menos importante es, sin duda, el general conservador Tomás Mejía, personaje de sobresaliente actuación en defensa de arraigadas e indeclinables convicciones políticas tanto en la Guerra de Reforma (1858-1860), como en la Intervención y el Segundo Imperio (1861-1867).
Mencionado siempre en el contexto de múltiples obras de todas las filiaciones que versan sobre la trascendente década nacional que abarca de 1857 a 1867, el caudillo indígena ha escapado, sin embargo, a un estudio concienzudo, vasto y equilibrado como los que han sido objeto otros personajes de la misma época, independiente de sus muy personales sentires ideológicos. Este libro aspira a llenar ese vacío.
No se crea, empero, que el presente volumen se circunscribe a la sola persona de don Tomás, pues alrededor de la misma giran múltiples individuos, acontecimientos y hasta concepciones filosóficas que no podías ser dejados de lado sin el riesgo de que la actuación de Mejía quedara insuficientemente comprendida, en el mejor de los casos, o en el peor, de que su trayectoria militar y política fuese desdeñada a priori por pertenecer al bando de los vencidos e infidentes para con la patria, maniqueísmo a ojos vistas del que el estudio de la historia en México apenas va sustrayéndose dificultosamente.
Concebida inicialmente esta investigación como un trabajo universitario de mayor o menos profundidad , se decidió ocuparse de él con la misma acuciosidad, pues a medida que avanza el estudio de la vasta documentación inédita que aquí se revela, quedó claro que la empresa rebasa los relativamente estrechos límites en que se había planeado desarrollarla, y mi esposa María Elena López Méndez de Reed, quien trabaja en el proyecto y aun participó entusiastamente en la clasificación y transcripción de algunos de los primeros documentos, prefirió, en virtud de su poco tiempo disponible, poner en mis manos el trabajo a fin de reestructurar el material, aprovecharlo y adicionarlo exhaustivamente, e imprimir de ese modo la trascendencia que merecían la figura y la época.
Por otra parte, debe asentarse aquí que si bien ha sido notoria como queda dicho la ausencia de una sólida obra de crítica histórica en torno de la figura del general Mejía, es un hecho que en las referencias parciales que del militar queretano han plasmado los historiadores liberales, tanto contemporáneos de Mejía como posteriores, ha campeado la ponderación y el juicio equilibrado en mucho mayor proporción que las banderías de partido o de ficción.
Así, el general Mejía, soldado de primera importancia de las huestes conservadoras primero, y luego de las imperiales, han sido sin discusión el mejor librado de entre todos sus camaradas de armas en cuanto a juicio y trato históricos de parte de sus enemigos políticos, esto es los liberales republicanos.
Su honradez acrisolada -su herencia se redujo a diecisiete vacas y una casa de adobe después de ser gobernador de su estado natal y comandante en jefe de varios ejércitos-, su magnanimidad para con el vencido, de lo cual el general Mariano Escobedo fue testimonio viviente; su profunda e irreductible lealtad a la causa conservadora y, sobre todo, su modestia y su valor jamás desmentidos, fueron en efecto las prendas que permitieron a don Tomás granjearse el respeto y la admiración de propios y extraños.
¿Cómo era en realidad este indígena otomite que alcanzó elevadas distinciones en el ejército, que tuvo bajo su mando miles de hombres, que controló la jugosa aduana de Matamoros durante el Imperio y que, al morir, dejó a su pequeña familia en la miseria más desesperante?
¿En qué momento emergió en Mejía la vocación militar primero y su inextinguible adhesión a los principios sustentados por el Partido Conservador en una época en que multitud de personas se caracterizaron por sus variables criterios de orden político?
¿Cuál fue, paso a paso, la trayectoria militar de este personaje, quizá el más humilde de cuantos engrosaron tanto las filas liberales como conservadoras y que resultó a la postre el más respetado por los jefes franceses y por el propio Maximiliano?
¿Qué llevó, por fin, al general Tomás Mejía a defender con singular prestancia, competencia y denuedo una monarquía sumamente controvertida por su origen, sin que haya quien pueda decir que el militar queretano lo hizo por afanes de lucro u otros propósitos inconfesables?
Tales son las incógnitas que este libro despeja a través de los documentos inéditos del propio Mejía así como a partir de la aportación de muchos datos poco conocidos, menos aún concatenados y de hecho nada interpretados. El volumen se enriquece también con varias fotografías directas igualmente inéditas y una selección de documentos fotocopiados del vasto material que se inserta en el texto.
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