Por: Graciela Cruz Hernández
Uno de los personajes más importantes y desconocidos de la historia de México es don Carlos de Sigüenza y Góngora, contemporáneo de sor Juana Inés de la Cruz, otra gloria nacional de la que ya hemos escrito en esta sección.
Don Carlos de Sigüenza y Góngora tenía un espíritu nacionalista y por sus conocimientos como poeta, periodista, matemático, historiador, geógrafo y astrónomo, es uno de los mayores eruditos de la cultura mexicana.
Fue hijo de padres españoles y emparentado con el poeta español Luis de Góngora. El padre de don Carlos fue tutor de la familia real en España y en 1640 emigró con su familia a la Nueva España. Don Carlos de Sigüenza tuvo en su padre al mejor tutor y educador y su padre desarrolló plenamente la capacidad de su hijo.
Después estudió con los jesuitas en la ciudad de Puebla y terminó sus estudios en la Real y Pontificia Universidad de México. En 1668 publicó Primavera Indiana, inspirado en la Virgen de Guadalupe. En 1671 tras realizar amplias observaciones astronómicas, publica su primer lunario y almanaque. En 1672 ganó el lugar de catedrático de astrología y matemáticas, puesto que ocupó durante 20 años realizando contribuciones notables a las matemáticas, convirtiéndose en uno de los principales promotores de esa materia en la Nueva España, y al mismo tiempo era capellán de un hospital de caridad.
En 1681 Sigüenza publicó el libro Manifiesto filosófico contra los Cometas, para calmar el temor supersticioso que estos provocaban en la gente. Al separar la superstición de los hechos observables, Sigüenza sentó las bases de la diferencia entre astrología y astronomía, como las concebimos actualmente. Sigüenza publicó después Libra astronómica y philosóphica en 1690, en el que fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los conocimientos científicos más actualizados de su tiempo citando a Copérnico, Galileo, Kepler y Tyco Brahe.
Don Carlos de Sigüenza logró rescatar del incendio las actas del Ayuntamiento de la ciudad de México, salvándola de una gran pérdida y preservando para la posteridad gran parte de la historia de la ciudad.
Como cosmógrafo real de la Nueva España, trazó mapas hidrológicos del Valle de México. En 1693 fue enviado por el virrey a un viaje de exploración al norte del golfo de México y en especial a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia del México antiguo, desafortunadamente su muerte dejó inconcluso ese trabajo que fue retomado 80 años después, cuando la conciencia criolla, representada por Francisco Javier Clavijero, de quien hablaremos en futuras entregas, se había desarrollado lo suficiente para interesarse en nuestra identidad nacional.
Don Carlos de Sigüenza y Góngora pidió que a su muerte, fuera donada su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos y ordenó que su cuerpo fuera entregado a la medicina para que se estudiara la causa de su muerte.
Don Carlos de Sigüenza y Góngora, fue precursor del espíritu patriótico que manifestaba, por un lado, una poética devoción hacia la virgen de Guadalupe, al mismo tiempo valoraba toda la riqueza cultural que España trajo a nuestro país, y exaltando el orgullo por las culturas prehispánicas. Don Carlos de Sigüenza y Góngora fue el primer periodista de América. Y supo conjuntar, igual que sor Juana Inés de la Cruz, la mayor erudición y conocimiento científico de su tiempo, con una profunda fe y creencia en Dios, lo cual demuestra que la espiritualidad, no solo no estorba, ni impide al intelecto desarrollarse, sino que sólo cuando ambos caminan juntos, el hombre puede llegar a su plenitud.
Don Carlos de Sigüenza y Góngora es un orgullo de nuestra identidad nacional mexicana.