Por: Miguel Ángel Jasso
Los dirigentes del Partido Acción Nacional (PAN), Ricardo Anaya; del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Alejandra Barrales; y de Movimiento Ciudadano (MC), Dante Delgado, presentaron el convenio de la coalición Por México al Frente, rumbo a la elección de 2018 ante el Instituto Nacional Electoral (INE) el pasado 8 de diciembre de 2017. Días después, para el 22 de diciembre, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó esa coalición haciendo públicos los siguientes datos: “Por México al Frente, alianza entre el PAN, PRD y MC, postularán conjuntamente la Presidencia de la República, 58 fórmulas al Senado y 269 diputaciones federales”. [1] Más tarde se conoció que el PAN se había reservado la candidatura a la Presidencia de la república en tanto que al PRD se le reservó el derecho a elegir candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Aunque se especuló lo que el líder Movimiento Ciudadano obtendría con la Coalición, lo más evidente es que su gran ganancia es mantenerse en la posibilidad de seguir recibiendo jugosos recursos para su partido que para muchos analistas políticos es su “negocio familiar”.
Aunque el PAN y el PRD han venido construyendo alianzas electorales para las elecciones a gobernadores y otros puestos menores de elección popular, en la historia reciente del país NO se había visto que el partido más representativo de la derecha política, fuera de la mano con uno de los partidos políticos más representativos en la historia moderna de la izquierda política para postular al mismo candidato a la presidencia de la república. Pero ahora los veremos juntos disputando la elección al “mesías tropical”, también líder de MORENA y al candidato del partido oficial en el poder.
Una mezcla como la que veremos participando en las próximas elecciones no ha dejado de llamar la atención de propios y extraños y lleva a replantearse la pregunta de ¿para qué sirven entonces las definiciones de derecha e izquierda? Y si dichas definiciones ¿siguen presentando los mismos rasgos de identidad de cuando surgieron?
Es imperativo en principio indagar en torno a lo que en aspectos internacionales esencialmente significaron tales conceptos, para luego abundar en el caso de México.
1 Derecha e Izquierda
La oposición convencional entre izquierda y derecha nació en la primera república francesa cuando en la Asamblea los defensores de la reforma y la igualdad sociales se sentaban a la izquierda mientras que los aristócratas y los conservadores lo hacían a la derecha.
En la actualidad, como consecuencia, la derecha es considerada como “el partido del conservadurismo en general y está constituida, por lo tanto, por quien se considera satisfecho del presente, por quien se empeña en el mantenimiento del orden actual que en él ocupa o porque cree ocupar posiciones de privilegio que no pretende abandonar y por quien lucha directamente por una restauración del orden pasado del cual espera obtener situaciones de ventaja. Una derecha, es decir, una tendencia conservadora, existe así en toda organización política, económica, social y cultural, aún en la más progresista”, [2] “sueña poco y se ilusiona más con lo material y ya establecido”. [3]
Un investigador nos recuerda no olvidar que la derecha no siempre es la misma porque cambia según el tiempo y el lugar, dependiendo del progreso histórico que implica el cambio en los intereses que se defienden y en las personas que los preservan y que incluso siendo contemporáneas si el contexto es distinto, la derecha también es diferente. Además, la derecha tiene, como la izquierda sus progresistas y sus conservadores; la derecha conserva lo que la caracteriza, su esencia se encuentra en la permanencia, que reclama los cambios cuantitativos del progreso, derivados de la ciencia y la tecnología, cuyas innovaciones le proporcionan los medios para permanecer. [4]
Varios estudiosos del tema, nos recuerdan también que los conceptos de izquierda y derecha, –tomando como punto de partida la primera república francesa– de entonces a la fecha esta distinción ha ido ganando en ambigüedad y las diferencias ideológicas ya no se resuelven en simples dicotomías entre conservación y cambio, tradición y revolución, dictadura y democracia. Sobre todo después de 1945, la diversidad de las dinámicas políticas se ha expresado en movimientos, en organizaciones y en tendencias que concilian dimensiones de dominación política que el esquema clásico haría impensables. Ya desde el año 1983, la investigadora Soledad Loaeza había escrito al respecto:
Asistimos a un escenario en el que “revoluciones tradicionalistas como la de Jomeini, democracias dirigidas, populismos autoritarios o el reformismo eurocomunista son sólo algunos de los casos que desafían los esquemas unidimensionales. Ahora, cuando se trata de categorizar ideológicamente a los regímenes políticos nos encontramos en una situación similar a cuando queremos introducir fichas cuadradas en espacios redondos. El único acuerdo que actualmente prevalece es que las etiquetas ideológicas clásicas se desmoronan y que este tipo de clasificaciones parece cada vez más cuestión de opiniones y de gustos que de hechos y definiciones.” [5]
En efecto, Norberto Bobbio en el libro Derecha e izquierda, [6] advierte a sus lectores que desde sus orígenes, el binomio derecha- izquierda ha sido relativo, y la ubicación de las fuerzas políticas depende del contexto temporal y espacial. No son calidades intrínsecas del universo político. Son lugares del espacio político. Representan una determinada topología, que no tiene nada que ver con la ontología política. En una sociedad cada vez más complicada y donde las múltiples razones de contraste ya no consienten poner las alineaciones opuestas todas de una parte o todas de otra, la contraposición es simplificadora, pues quiere reducir a dos abstracciones conceptuales la rica y cambiante concreción de la historia. Además, en las sociedades democráticas industrializadas, la tolerancia ha permitido el surgimiento de nuevos grupos de opinión y de intereses que se entrelazan, se contraponen, se acercan, se separan, etcétera, de modo tal que es imposible encasillarlas en dos categorías tan vagas e imprecisas; en esas sociedades han surgido problemas nuevos derivados de la industrialización, el advenimiento de la informática como nuevo paradigma de la comunicación humana, la urbanización creciente y los interminables procesos migratorios; la relación del ser humano con la naturaleza está cambiando y hoy, por ejemplo, la ecología ha sido puesta en el centro del debate por grupos otrora marginales e insignificantes. [7]
La distinción entre derecha e izquierda no excluye que, entre la larga línea que va de la ultraderecha a la izquierda radical en un sistema político, pueda haber un sinnúmero de posiciones intermedias que ocupan el espacio central entre los dos extremos. [8]
En esencia, para muchos autores, la derecha es considerada como la ideología de políticos conservadores y está constituida por quienes se consideran satisfechos del presente, quienes buscan mantener el orden actual porque ocupan una posición de privilegio; por esta razón también se habla de la derecha como ideología conservadora.
Por su parte, la izquierda para varios analistas más que una definición es antes que cualquier otra cosa un “posicionamiento”. Un estar en contra de lo que signifique “estancamiento” o “inmovilismo”; quien se ubica de izquierda por regla general no se encuentra conforme o satisfecho con el orden del presente, pues pretende que se puede mejorar. De allí que, los que se dicen de izquierda siempre pretendan incorporar ideas progresistas cada día.
Michelangelo Bovero dice al respecto:
El que afirma “soy de izquierda” no responde a la pregunta “¿quién eres?”, “¿cuál es tu identidad política?”, sino a la interrogante “¿en dónde estás respecto a otros, cuál es tu ubicación?”. Por ello, “izquierda” es un concepto relativo, o mejor dicho, relacional, y los caracteres sustanciales que permiten identificar a los sujetos políticos que ocasionalmente se ubican “a la izquierda” se modifican cuando cambian los términos de la relación. En otras palabras, la identidad de la izquierda —de quién es “de izquierda”, de los sujetos que están “a la izquierda”— será distinta dependiendo de la identidad de quienes se ubican a su derecha, y viceversa.[9]
Bobbio sostiene en su libro Derecha e Izquierda, que el criterio adoptado con frecuencia para distinguir a la derecha de la izquierda es la actitud diferente que asume cada una frente a la idea de igualdad, que es junto al de la libertad y el de la paz, los fines últimos que se proponen alcanzar y por los cuales están dispuestos a luchar. No se trata por su puesto de una igualdad absoluta que pudiera absorber al individuo y eliminarlo como persona, controlada y dominada por el Estado. Se refiere a las desigualdades sociales o materiales, que por lo tanto se pueden eliminar, que impiden a los hombres desarrollar todo su potencial y tener niveles de vida decorosos. Además de uno de los principios más importantes en torno a los cuales se estructuran y se diferencian las ideologías de izquierda o derecha es por la idea de igualdad, especialmente la igualdad económica, es decir, una lucha entre quienes desean promover la igualdad económica y social y los que se oponen a la misma.
Es aquí donde se vuelve complejo el asunto, ¿será que en México la izquierda y la derecha dejaron de ser lo que tradicionalmente representaban para constituir un engranaje moderno que ha superado las etiquetas tradicionales?
Es mucho más fácil de entender que estamos ante un grupo de facinerosos empeñados en mezclar el agua con el aceite.
La mejor prueba para constatar que NO se pueden superar tan rápido las estructuras tradicionales del universo político –al menos para el caso mexicano– radica en que en varios estados de la república mexicana, las dirigencias estatales de esos partidos no han podido siquiera dejar de “perderle el asquito” a sus nuevos compañeros de la coalición Por México al Frente.
Pero estamos en México y quizás este maridaje forzado pueda dar una sorpresa ya que las jugosas ganancias que promete “estar juntos” les permita superar el “quietismo” de las ideologías.
Queda claro que lo de menos es la opinión de los votantes. En ese maridaje debe asomar nítidamente el rostro de que “la familia es un lugar de amor”, “la corresponsabilidad equilibrada de las democracias contemporáneas”: la simulación bien lo vale.
Ya veo al candidato para la presidencia de la república de la coalición Por México al Frente –el día que celebren la victoria contra sus opositores– gritando a todo pulmón: “aiga sido como aiga sido”.
Bibliografía
Bobbio, Norberto: Diccionario de Política, México, Ed. Siglo XXI, 1981.
Caba, Pedro: La Izquierda y la derecha en el hombre y en la cultura, Madrid, Ediciones Marova, 1978, p. 248.
Del Palacio Díaz, Alejandro: La izquierda en México, México, Editorial Fontamara, 2002.
Bobbio, Norberto: Derecha e izquierda, Madrid, editorial Taurus, 1995.
Hemerografía
Loaeza Tovar, María Soledad: “Conservar es hacer Patria (la derecha y el conservadurismo mexicano en el siglo XX), México, en: Nexos, V. 6, No 64, abril de 1983, p.s 29-39.
Referencias Electrónicas
[2] Bobbio, Norberto: Diccionario de Política, México, Ed. Siglo XXI, 1981.
[3] Caba, Pedro: La Izquierda y la derecha en el hombre y en la cultura, Madrid, Ediciones Marova, 1978, p. 248.
[4] Del Palacio Díaz, Alejandro: La izquierda en México, México, Editorial Fontamara, 2002.
[5] Loaeza Tovar, María Soledad: “Conservar es hacer Patria (la derecha y el conservadurismo mexicano en el siglo XX), México, en: Nexos, V. 6, No 64, abril de 1983, p.s 29-39.
[6] Bobbio, Norberto: Derecha e izquierda, Madrid, editorial Taurus, 1995.
[7] Bobbio, Norberto; Derecha e izquierda, op. cit. p. 109.
[8] Bobbio, Norberto: Derecha e izquierda, Madrid, editorial Taurus, 1995.
[9] Bovero, Michelangelo: “La izquierda, la derecha, la democracia”, véase en: https://bit.ly/2DskrOP