Por: Salvador Kalifa Assad
INTRODUCCIÓN
La primera estimación del comportamiento de nuestra economía durante 2019, primer año completo de la administración presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) a finales de enero pasado, confirmó que hubo un decrecimiento en el Producto Interno Bruto (PIB) a precios constantes. El presidente afirmó entonces que “Ya se esperaba, pero están cambiando los parámetros para medir. Hay bienestar, tengo otros datos. Puede ser que no se tenga crecimiento, pero hay desarrollo y bienestar, que son distintos”.
MALABARISMO VERBAL
Aunque ahora trate de minimizar la importancia del retroceso económico durante 2019, la reacción de AMLO muestra la forma poco seria con la que enfrenta los problemas económicos del país. En su discurso de toma de posesión el 1 de diciembre de 2018 expresó: “En cuanto a la política económica aplicada durante el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México. En este tiempo la economía ha crecido en 2 por ciento anual, y tanto por ello como por la tremenda concentración del ingreso en pocas manos, se ha empobrecido a la mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la informalidad, a emigrar masivamente del territorio nacional o a tomar el camino de las conductas antisociales.”
Si con un crecimiento del 2% anual, las consecuencias señaladas por AMLO fueron negativas para el país, por lógica, la nueva política económica tendría que aspirar a un crecimiento superior. Por ello, en enero de 2019, cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó su previsión de crecimiento a 2.1% para el año pasado, respecto al 2.5% que anticipaba en octubre de 2018, se molestó y dijo que “Las proyecciones de crecimiento varían, es mucho mejor que el Fondo Monetario Internacional diga que el crecimiento va a ser de dos puntos, porque así los vamos a sorprender, va a crecer más la economía. Va a fallar su pronóstico, lo digo de manera respetuosa.”
Pero el dato de la caída en 2019 dio lugar a la salida retórica de AMLO afirmando que, si bien no hubo crecimiento, sus “otros datos” permitían establecer que sí hay desarrollo y bienestar. Esto solo muestra una evasión de responsabilidades y representa un manejo ligero de la terminología económica. Es cierto que el crecimiento económico por sí solo no equivale a desarrollo o bienestar, pero también es cierto que sin crecimiento económico no se puede alcanzar el desarrollo o el bienestar. Puesto en los términos técnicos usuales de los economistas, el crecimiento es una condición necesaria pero no suficiente para llegar al desarrollo.
El Diccionario Palgrave de Economía, al considerar el campo conocido como economía del desarrollo, considera que éste tiene que ver con el progreso regular y la prosperidad creciente de una sociedad. En este sentido, no puede haber progreso ni prosperidad si no hay crecimiento económico. Si por alguna razón, como parece ser el pensamiento de AMLO, en algún lapso no hay crecimiento económico pero los recursos se reasignan para favorecer a los segmentos más pobres de la sociedad, esa mejoría no es para toda la sociedad, ya que una parte es beneficiada a costa del perjuicio de otra. Y, lo que es más importante, si la economía sigue estancada, llega un momento en el que la política redistributiva agota su potencial por la sencilla razón de que los recursos constantes o decrecientes no permiten mejorar de manera sostenida el progreso y la prosperidad con un desarrollo cada vez mayor.
Respecto al bienestar, el Diccionario de la Real Academia Española en su Edición del Tricentenario, actualizada en 2009, incluye en su acepción de economía del bienestar a aquella “que tiene como objetivo global extender a todos los sectores sociales los servicios y medios fundamentales para una vida digna.” Como puede observarse, se trata de que todas las personas en una sociedad puedan acceder a los bienes y servicios que les permitan llevar una vida “digna”. Este último adjetivo tiene un margen amplio de subjetividad que da lugar a su posible manipulación discrecional, pero difícilmente en el caso de la situación de México en 2019 se puede hablar de una vida digna con las carencias padecidas por múltiples sectores de la sociedad.
La relación entre crecimiento, desarrollo y bienestar económicos queda confirmada claramente con los datos objetivos registrados tanto en nuestro país, como en el resto del mundo. AMLO tiene razón en afirmar que los resultados de nuestro crecimiento económico han sido decepcionantes durante 1983-2018, pero es más triste la realidad de su primer año de gobierno y el panorama que se anticipa para el resto de su sexenio, usando en este caso las previsiones del FMI publicadas en octubre del año pasado y actualizadas en enero del presente.
Con la historia de lo ocurrido en esos años y la expectativa del FMI, comparamos a continuación la evolución de nuestro país frente a la de Corea del Sur para ilustrar la relación entre crecimiento, desarrollo y bienestar. Aunque todos los presidentes recientes anteriores a AMLO declararon su intención de lograr un crecimiento alto y sostenido, la realidad es que ese objetivo no se logró. Lo comprueba, por ejemplo, el hecho de que, salvo algunos años, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real en Corea del Sur fue superior al nuestro.
Y lo que es más importante para la relación entre crecimiento, desarrollo y bienestar, el PIB por persona en dólares, una medida útil para comparar el desarrollo entre dos o más países, avanzó muy rápidamente en Corea del Sur después de que hasta 1985 el nuestro había sido superior al coreano. De hecho, ahora se clasifica la economía de Corea del Sur entre las avanzadas o desarrolladas, mientras que nosotros seguimos ubicados como economía emergente o en desarrollo.
Una crítica a la utilización del crecimiento del PIB como indicador del progreso de una economía (y su caída como señal de debilidad) es que, por ejemplo, no proporciona información sobre cómo está distribuido el ingreso nacional y, por lo tanto, no sirve para medir la equidad dentro de una sociedad. Es decir, que puede haber un crecimiento significativo pero que ello no garantiza necesariamente que llegue a toda la población. Esta crítica, adoptada incluso por varios economistas, no es plenamente válida.
En primer lugar, ignora que la medición del PIB y sus antecesores, como el Producto o Ingreso Nacional, es relativamente reciente y que poco a poco se ha venido puliendo para reflejar lo que se quiere medir: el valor económico de la actividad desarrollada en una sociedad durante un período determinado. Por otro lado, está demostrado que el PIB per cápita tiene, en general, una alta correlación positiva con el nivel de vida de la población y otras características que se consideran deseables en una sociedad.
Adicionalmente, se han elaborado indicadores complementarios como el coeficiente de Gini que mide el grado de desigualdad en un país. Este coeficiente, donde un valor de 0 indica una distribución totalmente igualitaria del ingreso y el valor de 1 la desigualdad total, fue de 0.36 en Corea del Sur en 2017 y 0.46 en México un año antes, de acuerdo con la información recopilada por la Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, por sus iniciales en inglés). Es decir, que Corea tiene no solo un PIB per cápita en dólares más alto que en México, sino que además el ingreso está distribuido con mayor equidad que en nuestro país.
En el próximo artículo me referiré con más detalle a lo que la ciencia económica considera respecto al desarrollo económico y algunos indicadores que lo miden, además del PIB per cápita, así como varios parámetros para cuantificar el bienestar dentro de una sociedad y su aplicación a nuestro caso.
CONCLUSIÓN
Los políticos, salvo honrosas excepciones, no son una fuente de opiniones acertadas sobre el comportamiento económico. Normalmente tienden a exagerar para su favor las noticias positivas y desechar o endosarles a otros la responsabilidad de las negativas. En el caso de AMLO, criticó por sus pobres resultados en materia de crecimiento económico a lo que él califica como modelo neoliberal instrumentado a partir de 1983.
Sin embargo, en su primer año completo de gobierno la economía mexicana no solo no creció a las tasas bajas del período reciente, sino que experimentó un ligero retroceso. Al conocer esta información, dijo que no era relevante la falta de crecimiento, sino que lo más importante es que ahora hay más desarrollo y bienestar en la población. A pesar de que dijo contar con otros datos para validar su afirmación, como es su costumbre, se reservó la divulgación de esos datos.
La administración actual carece de una política articulada que pueda redundar en un mayor crecimiento económico y todo indica que su promesa de un promedio anual de 4% en este sexenio pasará a la historia como uno más de los ofrecimientos incumplidos, pero con un grave perjuicio para el nivel y la calidad de vida de la población mexicana y tomará mucho tiempo reencauzar a nuestra economía por el sendero correcto.
BIBLIOGRAFÍA
Versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manual López Obrador, enero 30, 2020.
Mensaje del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos Andrés Manuel López Obrador, Mensaje a la Nación durante la Transmisión del Poder Ejecutivo ante el Congreso de la Unión, 1 de diciembre de 2018.
Versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, enero 22, 2019.
Eatwell, John, Milgate, Murray and Newman, Peter, eds. “The New Palgrave A Dictionary of Economics”, Volume 1, The Macmillan Press Limited, Reprinted 1988.
Real Academia Española, “Diccionario de la lengua española”, Edición del Tricentenario, Actualización 2019, versión digital (https://dle.rae.es/).
OECD, “OECD.Stat, Income Distribution Database”, versión digital (https://stats.oecd.org/viewhtml.aspx?datasetcode=IDD&lang=en#), 18 febrero 2020.
FMI, “World Economic Outlook”, October 2019 Database con actualización de las Perspectivas de la economía mundial AL DÍA, enero de 2020.