Por: Miguel Ángel Jasso Espinosa
Recientemente el historiador británico David Irving volvió a ser noticia a nivel mundial, como lo fuera principalmente a principios del siglo XXI. En esta ocasión, varios diarios de carácter digital, anunciaron la intención del historiador por programar una gira por varios campos de exterminio nazis. También se anunció que visitará la sede del búnker de Adolf Hitler, conocida como “La guarida del lobo” y la sede del jefe de las SS, Heinrich Himmler.
De acuerdo con información publicada por el portal de Enlace Judío, la gira de nueve días programada para el mes de septiembre costará $ 3,650 dólares; los sitios a visitar serán: Treblinka, Sobibor, Belzec y Majdanek. La publicidad para la gira llama a los campos de la muerte “polémicos”.[1]
David Irving estableció su reputación como historiador en Inglaterra, con la publicación de dos principales obras, primero en 1963, escribió un libro acerca del bombardeo de la fuerza aérea inglesa sobre la población alemana de Dresde: The Destruccion of Dresde,[2] que introdujo a Dresde en el vocabulario de las atrocidades de la guerra. En palabras de su propio autor: “ahora la gente habla de Hiroshima, Nagasaki, Auschwitz y Dresde”. En 1977 publicó su libro más célebre: Hitler´s War (La guerra de Hitler)[3], un libro cuyo propósito declarado era describir el origen y la conducción de la guerra vistos por los ojos de Hitler, “desde detrás de su mesa”.
En la elaboración de Hitler´s War, además de un trabajo en archivos y documental digno de encomio entre sus colegas ingleses, contó principalmente con el apoyo directo de numerosas personas que hasta entonces no habían figurado en los testimonios de investigaciones predecesoras. Esto último, debido en parte, gracias al éxito de su libro sobre Dresde, por el cual diversas personas que habían pertenecido al círculo más cercano de Adolfo Hitler –y que en aquella época se mantenían lo más ocultas posibles–, fueron siendo presentadas a David Irving. Entre los integrantes de este “Círculo Mágico” –según suele llamarle el propio David Irving– figuran Christa Schroeder (secretaria de Adolfo Hitler), así como Otto Gúnsche (asistente personal de la SS de Hitler, quien fue el encargado de quemar el cuerpo del máximo dirigente nazi al final de la guerra).
Muchos reconocen la diligencia de Irving en la recolección de un gran número de papeles privados, diarios y documentos que se creían perdidos hace mucho, de fuentes alemanas. Sobre el particular, el escritor Robert Harris ha escrito:
Por mucho que se pueda decir de Irving como historiador –y se han dicho muchas cosas– no se puede dudar de su habilidad para olfatear documentos originales.[4]
Sin embargo, la mayoría de los historiadores de la escuela “intencionalista” rechazó la conclusión a la que David Irving apuntaba desde la publicación de Hitler´s War, es decir: “que la ausencia de cualquier orden escrita de Hitler para proceder con la Solución Final prueba que él no la ordenó y que probablemente no sabía nada de ella”.
El punto de cambio en la evolución de las opiniones de David Irving sobre la cuestión de las cámaras de gas y el exterminio de los judíos, llegó en el año de 1988. La ocasión fue el proceso contra el germano canadiense “negador del Holocausto” Ernst Zundel. En dicho proceso, David Irving fue solicitado por Zundel para atestiguar a su favor que “no había habido orden expresa del Führer para el exterminio de los judíos”.
Ernst Zundel, era un publicista profesional, que por el año de 1982, publicó un libro de Richard Harwood: ¿Murieron realmente seis millones? Lo cual provocó una reacción de condena que lo llevó de inmediato –junto con el autor del libro– a responder ante las autoridades de Canadá por «difundir falsa información perjudicial para el interés público racial y la tolerancia comunitaria». El proceso duró siete semanas y se convirtió en el centro de atención de los revisionistas de todo el mundo. Ninguna otra persona había antes conseguido antes, alistar bajo su causa a tal número de expertos de distintas partes del mundo en materias tan diversas, prescindiendo de sus puntos de vista políticos e ideológicos. Así pues, en este proceso Zundel consiguió que David Irving atestiguara a su favor. Pero la responsabilidad mayor de la defensa recayó en el testimonio del ingeniero estadounidense Fred Leuchter, experto en el diseño y fabricación de instrumental de ejecución utilizado a lo largo de los Estados Unidos, quien en esa época, contaba entre sus principales proyectos con el diseño de una nueva cámara de gas de la Penitenciaría Estatal del Estado de Missouri. Fred Leuchter aceptó la petición del historiador francés, Robert Faurisson de realizar un peritaje a las paredes de las cámaras de gas de Auschwitz y saber si efectivamente allí existían residuos de Zyklon B, utilizado en grandes cantidades para el asesinato de millones de judíos, como “lo proponía la historia oficial escrita por los aliados”. En este contexto y tras una inicial investigación de Fred Leuchter, revisando fotografías aéreas tomadas durante la guerra, así como planos de los crematorios y fotografías de las cámaras de gas, además de documentos relativos al Zyklon B, junto con diapositivas tomadas por el investigador suizo Ditlieb Felderer, el 25 de febrero de 1988, Leuchter salió para Polonia junto con su esposa Carolyn y un equipo de colaboradores. A su regresó el 3 de marzo de 1988, presentó un informe que comprendía inicialmente 192 páginas incluidos los apéndices. Sus conclusiones eran diametralmente opuestas hasta lo entonces conocido por el mundo académico y científico:
No hubo cámaras de gas de ejecución en Auschwitz, Birkenau y Majdanek y las cámaras de gas que hay allí, no pudieron haber sido, ni entonces ni ahora, utilizadas o seriamente consideradas para funcionar como cámaras de gas de ejecución.
En el proceso seguido contra Zundel se afirmó que “el análisis de las muestras de suelos, paredes y otras estructuras tomadas en el interior de las cámaras revelaba la ausencia de rastros de cianuro”.[5]
Tras la lectura del informe de Fred Leuchter, David Irving asumió una nueva postura con respecto al tema del Holocausto. Posteriormente declaró:
Ese fue para mí el punto del cambio. Ahí resolví que tenía que extirpar de mi libro la expresión “cámara de gas”.[6]
Si bien, David Irving nunca ha aceptado en público considerarse un “revisionista histórico” o un “negacionista”, no obstante, el escritor Ron Rosenbaum –quien logró entrevistarlo– refiere que Irving acepta alegremente su parte de responsabilidad por la gran visibilidad del revisionismo en los últimos años, diciendo que su afirmación en Hitler´s War, de que “no existía ninguna orden escrita del Führer para el exterminio”, llegó a ser la base de una posición revisionista que niega que las matanzas hayan ocurrido.
Por otra parte, en la corte número 73 de Londres, David Irving perdió una demanda por difamación que interpuso contra la historiadora estadounidense Deborah Lipstad. Previamente, ésta había enunciado, en su libro Negación del Holocausto: el asalto creciente a la verdad y la memoria,[7] publicado en 1994, que David Irving no era sino un “partisano de Hitler”, al ser responsable de “manipular y distorsionar la historia, para negar que el Holocausto de los judíos a manos de los nazis, en verdad ocurrió”.
El escritor, para defenderse, entabló el juicio en las cortes británicas contra la editorial Penguin, “para limpiar su nombre”.
Pero ocurrió lo contrario: Charles Gray, juez del Tribunal Supremo de la Gran Bretaña, leyó el veredicto del juicio que, se suponía, limpiaría el nombre del historiador: “usted, señor, es un racista, falsificador y mentiroso”.
La noticia le dio la vuelta al mundo y periódicos como Excélsior comentaron el caso de la siguiente forma:
Irving, su reputación, y cualquier posibilidad de trabajar en el futuro con cierta credibilidad, están destruidos.
Afortunadamente, el dictamen de la corte londinense fue contrario a David Irving. De no haber sido así, los revisionistas incrustados en tantas partes hubieran recibido un espaldarazo que los legitimaría y alentaría en sus campañas xenofóbicas y racistas, ya de por sí en ascenso en la misma Europa que vivió en carne propia los horrores del nazismo.[8]
Para David Irving, sin embargo, la decisión de la corte inglesa, se convirtió en una guerra que él describió con lenguaje militar;
Actualmente libro una lucha por mi supervivencia. Mi intención es sobrevivir hasta cinco minutos después del Día D, en lugar de sucumbir heroicamente cinco minutos antes de que la bandera del triunfo se levante. Estoy convencido que se trata de una batalla que estamos ganando.[9]
David Irving fue detenido el 11 de noviembre de 2005 por agentes de “Inspección de Policía de las Autopistas” cerca de la localidad de Johann in der Heide, en el estado austriaco de Estiria, con base en una orden de captura de un tribunal de Viena emitida en noviembre de 1989 por el delito de “apología del nazismo” según una Ley de Prohibición vigente en Austria desde 1947.
David Irving se había trasladado a Austria para pronunciar un discurso, invitado por la cofradía estudiantil Olimpia, que –según se ha dicho– agrupa a estudiantes austriacos de extrema derecha. De acuerdo a diversas fuentes, el inglés estaba enterado de la orden de aprensión en su contra, sobre todo, luego de perder el juicio en las cortes británicas contra la editorial Penguin. No obstante, decidió trasladarse a Austria y pronunciar su conferencia.
Irving fue condenado el 20 de febrero de 2006 a tres años de prisión por el delito de “negacionismo”, tipificado en el Código Penal austriaco, y por “falseamiento de la historia”. En diversas fuentes periodísticas se mencionó que pese a haberse declarado culpable y tras haberse retractado de algunas de sus afirmaciones anteriores, admitiendo durante el proceso la existencia de las cámaras de gas y la eliminación de millones de judíos, el tribunal declaró “no haber encontrado indicios de arrepentimiento en la autoinculpación de Irving”. Finalmente, la defensa del acusado resolvió la reducción de la condena, de tres años a sólo seis meses.[10]
A poco más de una década de sus problemas legales por sus polémicas declaraciones vuelve a la carga. Veamos si se concreta su polémica visita a los centros históricos referidos y estemos atentos a las consecuencias prácticas de su gira.
BIBLIOGRAFÍA
Irving, David: Hitler’s War, Hardcover, 1977.
Irving, David: La Guerra de Hitler, Barcelona, editorial Planeta, 1989.
Irving, David: The destruction of Dresden, Londres, William Kimber, 1963.
Lipstad, Deborah: Denying the Holocaust: the growing assault on truth and memory, New York: Plume, 1994.
Rosenbaum, Ron: Explicar a Hitler, Barcelona, Siglo XXI editores, 1999.
HEMEROGRAFÍA
“La justicia austriaca condena a David Irving a tres años de prisión por negar el Holocausto”, España, El País, 20 de febrero de 2006.
Suplemento “Tiempo y mundo” de Excélsior, México, 23 de abril de 2000, páginas 18 a 20.
Suárez Eduardo: “Hitler era un hombre simple al que engañaban sus subordinados”, España, El Mundo, 5 de septiembre de 2009.
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS
[2] Irving, David: The destruccion of Dresden: Londres, William Kimber, 1963.
[3] Irving, David: Hitler’s War, Hardcover, 1977; La Guerra de Hitler, Barcelona, editorial Planeta, 1989.
[4] Citado en “David Irving: El gran ¡ay!, libro de Rosenbaum, Ron: Explicar a Hitler, Barcelona, Siglo XXI editores, 1999.
[5] Los días 20 y 21, de abril de 1988, Fred A. Leuchter testificó en Toronto. Primero contestó a las preguntas de los abogados de Zündel, Dough Christie y sus ayudantes Keltie Zubko y Barbara Kulaszka, y luego fue sometido a las repreguntas del acusador John Pearson y su equipo en el que había numerosos consejeros sentados justo detrás de él en la sala. Junto al profesor Faurisson, presente también en aquella sala, estaba un equipo de revisionistas históricos entre los que se contaba William Lindsey, jefe de investigación química de Dupont Corporation hasta su jubilación en 1985. Después de Fred Leuchter declaró el Dr. James Roth (Ph. D. por la Universidad de Cornell) gerente de los Laboratorios de Análisis Alpha de Ashiand, Massachussetts, quien declaró que el análisis de las muestras de suelos, paredes y otras estructuras tomadas en el interior de las cámaras revelaba la ausencia de rastros de cianuro.
[6] Citado en “David Irving: El gran ¡ay!, libro de Rosenbaum, Ron: Explicar a Hitler, Barcelona, Siglo XXI editores, 1999, p. 282.
[7] Lipstad, Deborah: Denying the Holocaust: the growing assault on truth and memory, New York: Plume, 1994.
[8] Véanse la selección de artículos publicados el 23 de abril de 2000 en el Suplemento “Tiempo y mundo” de Excélsior, México. Páginas 18 a 20.
[9] “La justicia austriaca condena a David Irving a tres años de prisión por negar el Holocausto”, España, en El País, 20 de febrero de 2006. https://bit.ly/2Ty8Bux
[10] A su salida de la cárcel austriaca, diversas organizaciones que –según se ha dicho– pertenecen a extremistas de derecha, sostenían pancartas en las que se podía leer: “David Irving, nuevo Galileo Galilei”.