Por: Voniac Derdritte
Comencemos por lo básico y entendamos que el tipo de Estado democrático va de la mano con el sistema económico capitalista, proponente del libre mercado, siendo éste la regulación de la compra-venta de bienes y servicios conforme a las leyes de la oferta y la demanda; la privatización, la propiedad privada, la poca o nula inherencia del Estado en los procesos económicos y en los modos de producción; la existencia de remuneraciones monetarias y una estructura de clases dependiente de las funciones económicas realizadas por el individuo.
Lo anterior quiere decir que en el tipo de Estado democrático existe una estructura de clases sociales que se crea con base en la cantidad de dinero o capital que un individuo recibe (y acumula) por un trabajo o servicio dado, permitiéndole a éste una mejor o peor calidad de vida, ya que a mayor cantidad de ingresos, mayor cantidad de bienes o servicios que podrá adquirir (mejor calidad de vida), y a la inversa, a menor cantidad de ingresos, menor capacidad de adquisición de bienes y servicios que tendrá (peor calidad de vida).
La acumulación del capital en manos privadas lleva a su vez al fenómeno de la reinversión del capital. Esto quiere decir que en el sistema capitalista el individuo tiene la libertad de elegir crear una empresa y ser dueño de ésta, contratar a una fuerza de trabajo que le sirva para producir bienes y/o servicios, para que éstos a su vez sean vendidos al consumidor y así el empresario obtenga una ganancia que podrá gastar en la adquisición de otros bienes y/o servicios.
Otra característica teórica importante será la moderada o casi nula intervención del Estado en la economía, de tal manera que la productividad de las empresas no se vea limitada u obstaculizada por políticas gubernamentales, tales como impuestos, aranceles, etc. Cabe destacar que en el siglo XXI la mayor parte de los Estados democráticos ponen en práctica una variante del sistema capitalista, un modelo económico denominado “economía mixta” la cual permite la intervención del gobierno en algunos sectores económicos de sumo interés para éste, como lo pueden ser los hidrocarburos, la explotación del medio ambiente o la creación de programas sociales que ofrezcan servicios públicos y gratuitos. La forma en la que participe el Estado en la economía dependerá de las particularidades de cada país. Esta variante es un punto medio, por así decirlo, entre el modelo capitalista y el marxista.
No obstante lo anterior, que suena completamente razonable e inofensivo, debemos recordar que en este mundo todo evoluciona con el tiempo, sea para mejorarse, como en el frecuente caso de la tecnología, o como en el caso contrario del capitalismo…para degenerarse.
A mediados del siglo XXI nos encontramos con un fenómeno singular. El capitalismo anteriormente descrito ya no es el mismo que hoy nos rige, sino una versión salvaje, en esteroides, llamada Capitalismo Salvaje o Neoliberalismo.
Para entender lo anterior, debemos poner un par de ejemplos prácticos, simples de asimilar:
Ejemplo 1. Digamos que en un inicio hay muchas empresas de refrescos, todas compitiendo por ofrecer el mejor producto y así obtener la preferencia del mercado, consecuentemente haciéndose los dueños de éstas con cuantiosas ganancias, que es a lo que aspira el sistema capitalista tradicional. Todo es muy normal hasta aquí, pero con el tiempo, surge un indiscutido ganador. Tiene el mejor refresco, definitivamente, y el consumidor se vuelve loco por comprarlo. Pasa el tiempo y su capacidad de producción se torna elevadísima. El mejor refresco está en todas partes, y debido a su enorme producción, se vende a un costo bajísimo. Con sus enormes ingresos, la empresa que lo fabrica se hace cada vez de mejor publicidad, de mejores diseños, etc. Busca convencer al público de que su producto es el mejor y el más atractivo. Lo logra. La gente lo consume ya independientemente de su calidad. Lo bebe porque le da status y porque todo el mundo lo hace. Sigue pasando el tiempo y en algún momento, en algún lugar en medio de la nada, alguien inventa un mejor refresco, pero se da cuenta de que simplemente no puede competir de forma abierta contra una empresa tan poderosa y contra todos sus recursos. El Inventor intenta competir y ofrece su refresco al consumidor, pero sólo un ínfimo número de personas en su ciudad lo beben. Mientras El Inventor ha logrado colocarlo en algunas cafeterías, La Empresa ha acumulado tanto capital que ahora ha creado otras variedades de refrescos, leches, aguas de sabor y hasta botanas, poco a poco dominando cada uno de esos mercados, no sólo en una sola ciudad, sino por su capacidad de producción y distribución, en el país entero. Tiempo después, El Inventor logra exportar su maravilloso refresco, mucho mejor que el de La Empresa, a una ciudad vecina. Mientras tanto, La Empresa ha comprado ya una televisora. Ésta, además de su programación habitual, intermitentemente pero durante las 24 horas del día transmite comerciales promoviendo los productos de La Empresa, aumentando su capacidad de marketing, difusión y consecuente prestigio. Tiempo después, El Inventor comienza a hacerse notable en algunas ciudades y llama la atención de La Empresa, pero ésta lo tolera. Para estos momentos, La Empresa tiene ya tanto dinero que incluso goza de la capacidad de influir la política nacional al amenazar a los políticos con exponer sus actos de corrupción mediante su televisora, cuya señal para estos momentos, llega ya a millones de televisores a nivel nacional. Tiempo después, El Inventor logra hacerse de un nombre a nivel regional y La Empresa decide que es momento de comprar su invento. Si el Inventor accede, se llevará una cuantiosa cantidad. Si no, entonces la empresa tomará acciones encubiertas contra El Inventor. Para estos momentos, La Empresa ya cuenta con prestigiosos laboratorios clínicos que además de dar servicios médicos, le sirven a ésta como centros de investigación para sus productos, pero también, como arma de desprestigio contra posibles competidores. Al no poder comprar a El Inventor, los laboratorios de La Empresa publican estudios que afirman que cierto ingrediente clave del refresco de El Inventor es cancerígeno. La televisora de La Empresa difunde masivamente esta información y la gente entra en pánico. Menos y menos gente compra ahora el refresco de El Inventor, quien con sus tímidos recursos económicos no puede más que pagar estudios clínicos independientes que demuestren lo contrario y abogados que lo defiendan contra La Empresa en las cortes. Mientras El Inventor lucha desesperadamente por limpiar la reputación de su producto, La Empresa compra a algunos políticos que “preocupados por la salud de la gente”, pasan leyes que prohíben la comercialización del ingrediente supuestamente cancerígeno. Pasan los meses y mientras salen los resultados de los estudios independientes y prosiguen los juicios por difamación, el refresco de El Inventor está prohibido y éste sufre cuantiosas pérdidas económicas. Al final, suponiendo que La Verdad triunfe y se demuestre que el refresco de El Inventor no era peligroso, el objetivo de La Empresa ya se habrá alcanzado: la gente habrá dejado de comprar el refresco de El Inventor durante mucho tiempo y éste se encontrará ahora en bancarrota y endeudado. La Empresa muy amablemente se disculpará y le ofrecerá salvarlo económicamente, comprándole su invento. El Inventor, completamente aplastado por el peso de La Empresa, aceptará. De no aceptar nuevamente, su producto estará ahora estigmatizado para siempre y nadie lo volverá a comprar.
Habiendo comprendido el caso anterior y sabiendo ahora cómo funciona en la práctica el Capitalismo SALVAJE, entenderá el alumno el verdadero significado de la clásica frase estadounidense: “It´s nothing personal. Just business” (No es personal. Sólo son negocios).
Ejemplo 2. Continuando la historia de La Empresa, imaginemos que su dueño, el Señor X, tiene tres hijos, los cuales, ya están en edad de casarse. Evidentemente, un hombre tan poderoso y tan rico como él no frecuentará los lugares que nosotros habituamos, sino lugares exclusivos donde los otros súper empresarios se reúnan a comer, a platicar y a pasarla bien. Un día, el Señor X coincide con el Señor Y. El Señor Y es dueño de una empresa petrolera que en su origen pasó por el mismo proceso de competencia que la del Señor X, y al igual que la de él, triunfó y tuvo tanto éxito que con sus altos ingresos después fundó un banco; más adelante, un estudio cinematográfico; posteriormente, una cadena de universidades y finalmente la marca de hospitales más famosa de la nación.
Tanto el Señor X y el Señor Y están preocupados por el futuro de sus familias y deciden sentarse a charlar. Después de un rato, deciden que lo mejor para ambos es aprovechar la afortunada coincidencia de que el Señor Y tenga tres hijas jóvenes. Y así sucede. Ambas familias unen lazos y con la suma de ambas enormes fortunas, se convierten en la familia más poderosa de su país. Pasan los años y ambos Señores tienen 10 nietos, quienes con el transcurso del tiempo devienen en adultos. Unos se dedican a las leyes, otros a las finanzas, otros a la política. Con el impulso de los casi infinitos recursos económicos de la familia, los nietos abogados se vuelven jueces de la Suprema Corte; los que se dedicaron a la finanza abren sus propios bancos y aquellos que decidieron hacer política, devienen en gobernadores y hasta uno de ellos en presidente. ¿Y después? Después se repetirá el mismo proceso…pero la diferencia será que cada uno de ellos se casará y procreará con las élites europeas, dando como resultado una Élite Mundial dueña directa o indirectamente…de todo.
Es de vital importancia que el alumno comprenda los ejemplos que hemos dado, pues de no hacerlo, corre el riesgo de pensar que el capitalismo es el mejor modelo económico. Nada más lejos de la verdad. Al igual que con la ideología del marxismo, el capitalismo tiene características de esencial importancia para una sociedad, tales como la competencia, que fomenta el avance tecnológico, al igual que otras realidades inherentes al ser humano, como lo es la propiedad privada. Sin embargo, si no existe una autoridad superior al dios Dinero, tarde o temprano, pasará lo que aquí hemos descrito. El Estado debe ser dirigido por hombres morales con o sin dinero y no por hombres de dinero con o sin moral.
Finalmente, advirtamos que tanto el capitalismo salvaje como el socialismo marxista crean siempre el mismo resultado: una élite dueña absolutamente de todo lo material y una masa de esclavos que existen sólo para servirle.