Por: Gustavo Novaro García
El ocupante de Palacio Nacional, López, tiene una extraña relación con el dinero, cree que la pobreza es buena, casi casi una virtud y en cuanto a la administración, le encanta gastar, pero en sus caprichos. Carece del sentido del manejo de las cifras.
Veamos cómo ha actuado en la pandemia producida por el Covid19, un asunto que ha manejado con un comportamiento errático, que le ha provocado un alto nivel de ansiedad, y que refleja en su lenguaje no verbal.
En su show matutino del miércoles 24 de marzo, López afirmó que su gobierno contaba con un fondo extraordinario para hacer frente a las consecuencias económicas de la epidemia, por 400 mil millones de pesos, recuerden bien este número, 400 mil millones de pesos, esto, dijo: “nos permite mantener todos los programas del bienestar; (y) tener recursos para enfrentar la caída de los precios del petróleo”, aunque también agregó ese día ¡Que su gobierno había decido bajar los precios de la gasolina! En fin.
Veamos, ahora, que pasó en el programa diurno del lunes 13 de abril.
En esa fecha declaró: “por el plan de austeridad y por no permitir la corrupción, tenemos ahorros, tenemos finanzas públicas sanas, tenemos en caja sólo para atender esta emergencia 40 mil millones de pesos. No es necesario hablar de dinero, de lo material”. Ojo, 40 mil millones.
Es decir, en tres semanas el dinero que se tenía destinado para atender la emergencia pasó de 400 mil millones a únicamente 40 mil millones. Es como si usted afirma que tiene para hacer el súper 400 pesos y ya en la tienda revela que no, que sólo tenía 40 pesos.
La pregunta es, ¿Dónde quedaron 360 mil millones de pesos? Una cifra que equivale a todo lo que perdió Pemex en 2019.
La respuesta más sencilla es que López mintió. Nunca existieron esos 400 mil millones.
Una más es que los recursos ya estaban etiquetados, es decir, el gasto para ninis ya se contemplaba, así como el dinero previamente asignado al sector salud, no había nada para lo extraordinario, por lo tanto no sobraba.
Otra contestación es que López sólo se maneja con base en recursos imaginarios. Quizá tenía contemplados los Fondos para Contingencias, de los cuales dilapidó la mitad, sin una emergencia real, en 2019. Pero con lo que queda, más el robo que hizo al apropiarse de diferentes fideicomisos podía recaudar esa cantidad.
Pero una recesión económica en 2019 que redujo la recaudación fiscal; la caída de los precios del petróleo; la desconfianza de los inversionistas privados ante las decisiones arbitrarias; la fuga de capitales, sólo en marzo extranjeros sacaron del país 166 mil millones que tenían en bonos gubernamentales; y el que por la falta de preparación obligara al país a adquirir insumos médicos a un costo mayor en el mercado internacional, mostraron que el farol presidencial no se sostenía.
Así, un año de pésimas decisiones gubernamentales sumado a una contracción económica mundial, y a la necesidad de López de mantener su popularidad a costa de lo que sea, encuentra al país muy vulnerable y sin dinero en una situación crítica para la cual la propaganda no basta.
López nunca ha comprendido que una cosa es estar en campaña y decir y señalar que usará los miles de millones de pesos de ahorros por la corrupción, de despidos y cancelaciones de aguinaldos a burócratas para atender los problemas del país, y otra que las decisiones ejecutivas tienen consecuencias y que el dinero tiene que salir de alguna parte concreta.
López volvió a tropezar con sus propias palabras. Un error de cálculo de 360 mil millones de pesos es algo gravísimo y que traerá consecuencias imposibles de revertir, en salud y en economía. Ya se perdió el grado de inversión de Pemex y CFE y muy pronto los bonos del país serán basura. Además de los muertos por el virus, que lo fueron por falta de atención adecuada.
Haberle dado la presidencia a un sujeto que carece de conceptos básicos para administrar dinero, ha traído, literalmente, la ruina a México. Estamos en en el ataúd y en la fosa, ¿Esperamos a que nos sigan cayendo paletadas de tierra?