POR: SALVADOR KALIFA ASSAD
INTRODUCCIÓN
Al haber concluido un año y comenzar otro nuevo, es adecuado considerar lo que sabemos de 2019 y lo que se espera para 2020 en materia económica. Por ello, desde una perspectiva histórica, con los antecedentes de años similares en nuestro calendario político y reconociendo que varios resultados del año recién pasado son preliminares aún, presento a continuación algunos datos y comentarios que permiten darnos una idea de dónde estamos y la evolución que puede tener nuestra economía en este 2020.
Como siempre, el desempeño económico de México estará marcado por dos factores relevantes: el entorno internacional en el cual nos encontramos inmersos y las decisiones de política económica interna que adopten nuestras autoridades. Los presagios, en general, no son halagüeños y todo indica que, en el mejor de los casos, la economía mexicana podría dejar su estancamiento reciente y crecer, pero de una manera muy modesta.
MEJORÍA LEJANA
Ante el triunfo presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el 1 de julio de 2018, un 67.4% de encuestados por la empresa Consulta Mitofsky consideraba que la economía mejoraría con el nuevo presidente. Un 25.2% opinaba que empeoraría y un 7.4% expresó no saber o no contestó. El optimismo respecto a la economía se extendía también a los temas de la seguridad y de la política.
Sobre estos tres temas, un 61.1% de los encuestados esperaba que los cambios se observaran a más tardar en un año. Lamentablemente, en todos los temas la realidad se ha encargado de desvirtuar esas esperanzas y, en lo que se refiere específicamente a la economía, es previsible que seguiremos lidiando con un dinamismo lento, en el mejor de los casos.
Aunque los primeros datos oficiales sobre la evolución del Producto Interno Bruto (PIB) real, el indicador más amplio de la actividad económica en el país, serán conocidos hasta fines del presente mes, la encuesta de los especialistas en economía del sector privado realizada en diciembre pasado estimaba que el PIB real tuvo una variación cercana al 0% en 2019 y será de solo poco más de 1% en 2020.
De confirmarse estas previsiones, la evolución en el primer bienio de la presente administración sería la más deprimida en comparación con las de los seis sexenios más recientes, excepto los de 1983-1984 y 1995-1996, afectados por crisis graves internas, y el de 2001-2002, perjudicado por una recesión leve en Estados Unidos (EU).
Como lo he comentado en otras ocasiones, el estancamiento en 2019 no se explica por razones externas, ya que nuestro principal socio económico, EU, destaca notablemente dentro de los países avanzados por el crecimiento de su economía. Las dificultades han sido más de manufactura interna con una política económica que, en su conjunto, no ha logrado promover el consumo y la inversión privados. Es cierto que la política fiscal se ha mantenido con la disciplina relativa heredada del sexenio anterior y que la política monetaria comenzó a relajarse solo desde mediados de agosto pasado, al tiempo que sigue vigente la flexibilidad en el régimen del tipo de cambio para el peso mexicano.
Sin embargo, la composición del gasto público se ha reorientado hacia los llamados programas del bienestar, con un impacto limitado en la promoción del crecimiento económico sostenido y la superación a largo plazo de la pobreza en el país, junto a proyectos de inversión con efectos dudosos sobre la productividad, como la construcción de las nuevas pistas para aviación civil en el Aeropuerto militar de Santa Lucía, la construcción de la refinería de petróleo en Dos Bocas, Tabasco, y el Tren turístico en la zona Maya. Esto revela una concepción particular sobre la forma de administrar los recursos públicos. El programa económico propuesto por el Ejecutivo para 2020 y aprobado prácticamente sin cambios en el Congreso de la Unión, no corrige estas deficiencias.
Por su parte, es cierto que la inflación se ha reducido, pero entre las causas que explican esta tendencia hay algunas que no son atribuibles a la política del gobierno actual o son resultados negativos de esa política. En efecto, después de haber alcanzado un máximo relativo en septiembre de 2018 (5.0%) en el último año del sexenio pasado, la inflación anual comenzó a descender y llegó en noviembre siguiente (mes final de la administración anterior) a 4.8%.
Esta inercia continuó hasta alcanzar en noviembre pasado 2.97%, ligeramente abajo del objetivo permanente (3%) del Banco de México (Banxico), como producto de la política monetaria de nuestro banco central, pero también porque la actividad económica ha estado deprimida y no ha sido posible reflejar en los precios los aumentos de costos de las empresas. No obstante, hay que reconocer que la inflación registrada en el primer año completo de la gestión de AMLO y la esperada en el año siguiente son las más bajas de todos los sexenios presidenciales recientes.
Adicionalmente, parte del éxito en el combate a la inflación obedece a la estabilidad relativa mostrada por la cotización peso/dólar. Con algunas oscilaciones, el tipo de cambio de la moneda mexicana frente al dólar promedió 19.26 pesos por dólar durante 2019, ligeramente por arriba del promedio de 2018 (19.17 pesos por dólar), por lo que no se registraron presiones inflacionarias derivadas de un menor valor de nuestra moneda ante la divisa norteamericana. Para 2020, sin embargo, se espera una depreciación que podría ser atenuada si se logra la ratificación final en EU del nuevo tratado comercial entre ese país, México y Canadá.
Una parte de la estabilidad en el tipo de cambio del peso mexicano se explica porque Banxico mantuvo hasta mediados de agosto de 2019 su tasa de interés objetivo en 8.25%, a pesar de que la inflación mostraba una clara inclinación hacia la baja. A partir del mes referido, se redujo dicha tasa en tres ocasiones más de 25 puntos base cada una, hasta ubicarse al cierre del año en 7.25%. Dichas bajas no presionaron hacia la depreciación del peso frente al dólar porque en EU su banco central, la Reserva Federal (Fed), también hizo reducciones en igual magnitud, salvo en diciembre, lo que mantuvo hasta noviembre la diferencia favorable a la inversión en pesos cerca de los 590 puntos base y en diciembre se redujo ligeramente a 563 puntos base.
La evolución de la tasa de interés objetivo se reflejó también en la tasa de rendimiento de los Cetes a 28 días. Se espera, sin embargo, que la brecha favorable disminuya adicionalmente durante 2020, ya que mientras la Fed mantendría sin cambio la tasa de fondos federales, habrá nuevas reducciones en la tasa de interés objetivo de Banxico, lo que se traduciría también en menores tasas de los Cetes.
CONCLUSIÓN
El año 2019 tuvo resultados insatisfactorios en materia del crecimiento económico, si bien la estabilidad en el tipo de cambio y el mismo estancamiento económico favorecieron que la inflación se redujera notablemente y que Banxico pudiera relajar la política monetaria reduciendo su tasa de interés objetivo. Para 2020 la expectativa es que haya una leve recuperación, donde será determinante el debilitamiento de la inversión, que no será estimulada por la política económica actual de privilegio al gasto social y a proyectos discutibles de inversión pública, como la construcción de las nuevas pistas para aviación civil en el aeropuerto militar de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas.
El ambiente internacional continuará frágil por las tensiones comerciales de EU con otros países, la incertidumbre que hay aún sobre la salida (Brexit) del Reino Unido como miembro de la Unión Europea y la intensificación reciente de los conflictos en el Medio Oriente, entre otros factores. El principal punto positivo es la ratificación esperada en el Senado de EU del Tratado entre México, EU y Canadá, aunque con efectos limitados, porque como lo señalé en un artículo anterior, su alcance será menos favorable para México que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte actual.
BIBLIOGRAFÍA
Banco de México, “Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado: Diciembre de 2019”, 13 de diciembre de 2019.
Banco de México, “Sistema de Información Económica”, versión electrónica (https://www.banxico.org.mx/SieInternet/).
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, “Banco de Información Económica”, versión electrónica (https://www.inegi.org.mx/app/indicadores/bie.html).
Secretaría de Hacienda y Crédito Público, “Criterios Generales de Política Económica para la Iniciativa de Ley de Ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación correspondientes al ejercicio fiscal 2020”, Septiembre de 2019.