Por: Justo Mirón
Cómo han estado mis estimados lectores y lectoras, como diría Vicente Fox. Les deseo que estén bien y que se estén cuidando de este travieso virus que ya ha cobrado la vida de más de 70,000 mexicanos.
No cabe duda que los mexicanos somos bien aguantadores. No sólo tenemos que soportar diariamente el coronavirus, la inseguridad creciente, la violencia, las mañaneras de López, la inflación, el desempleo y muchos otros males, además de todo ello tenemos que chutarnos las mentiras del secretario de Hacienda en sus previsiones de crecimiento económico.
Resulta que don Arturo Herrera, secretario de Hacienda del gobierno de López, señaló que el Producto Interno Bruto del País (PIB) va a crecer 4.6% durante el próximo año. Una cifra fuera de la realidad, tomando en cuenta lo siguiente: las circunstancias recesivas en la economía nacional e internacional provocadas por el daño de la pandemia del coronavirus; la política antiempleo y antiinversión privada de López; la incertidumbre en las inversiones nacionales y extranjeras; la ausencia de inversión en infraestructura a nivel nacional (obras de transporte, salud, energía, telecomunicaciones, agua y saneamiento) y la concentración del presupuesto federal en las obras estrella de López (el corredor del Istmo, el tren maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía). Todo ello evidencia que la cifra dada por Herrera obedece a dos probables escenarios: o el titular de Hacienda desconoce la situación económica nacional e internacional, cosa que es muy poco probable, o de plano López le hizo manita de puerco para que dijera tal barrabasada, a fin de utilizar la cifra con fines electorales y engañar nuevamente a la población con promesas de crecimiento económico imposibles de alcanzar en un contexto internacional adverso y con políticas gubernamentales que inhiben y obstaculizan la creación de empleos y el crecimiento económico.
Recordemos que, en este aspecto como en todos los demás, López ha venido engañando a los mexicanos desde que tomó el poder. Durante su campaña, el pinocho de palacio prometió que nos llevaría a un crecimiento económico de entre el 4% y el 6% anual. Sin embargo, las medidas económicas que implementó llevaron al país a un retroceso económico, mucho antes que se presentara la crisis sanitaria, que repercutió en un crecimiento negativo del -0.1% durante 2019.
Es pertinente mencionar que entre las medidas erráticas tomadas por el gobierno de López destaca la utilización en 2019 de 5 mil 600 millones de dólares del «Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros» (FEIP), fondo creado para compensar las caídas derivadas de la volatilidad del precio del petróleo o del tipo de cambio. Sin embargo, el gobierno de López no logró con este dinero alcanzar la meta de recaudación fiscal y ha empezado a endeudar al país.
A pesar de su promesa de no al endeudamiento, pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo por 1000 millones de dólares que serían utilizados para combatir los efectos del coronavirus.
Asimismo, López también incumplió con su promesa de no aumentar impuestos, los cuales han venido subiendo progresivamente, creándose además otros nuevos que han repercutido en los mermados bolsillos de las familias mexicanas.
No obstante que López ha incumplido con sus promesas económicas de campaña, engañando al pueblo (sabiendo que lo que menos le interesa es crear riqueza, sino crear pobres que dependan de sus dádivas gubernamentales y que se conviertan en votantes de MORENA), e implementando políticas contrarias al crecimiento económico, su gobierno insiste en seguir prometiendo que México volverá a crecer a tasas superiores al 2.5% anual, a fin de seguir engañando a los mexicanos con falsas expectativas que nunca se cumplirán, esperando que su demagogia le rinda frutos en las elecciones a celebrarse el 6 de junio de 2021, donde se elegirán 21 mil 368 cargos populares.
De esta manera, en mayo de este año López insistió que mantendrá su promesa de crecimiento económico al 4% anual y de 6% al final de su sexenio, aunque ya justificó un posible fracaso en sus proyecciones de crecimiento al señalar que también debe incluirse otro indicador que mida el crecimiento con parámetros como el “bienestar” y la “felicidad del pueblo”.
Al respecto declaró: «No, no, no, vamos a seguir, se mantiene. Tenemos el indicador este del PIB del crecimiento, pero al mismo tiempo tenemos un indicador sobre los niveles de bienestar de nuestro pueblo, porque no quiere decir que si hay crecimiento hay bienestar, eso está probado que no siempre es así”.
Sin embargo a López se le olvida que para que haya bienestar tiene que producirse riqueza, a fin de que, a través de los impuestos recabados por el Estado, ésta pueda usarse para crear empleos, construir hospitales, escuelas, carreteras, drenaje, etc., beneficiando con ello a la gente más pobre. Bienestar sin riqueza es demagogia, si no hay generación de riqueza ¿qué es lo que va a repartir?, seguramente dádivas y limosnas, que es lo que le gusta darle al pueblo.
En este sentido, López sabe bien que a un régimen comunista, como el que quiere instaurar en nuestro país, no le interesa producir riqueza. El fracaso económico de la Unión Soviética nos muestra que a pesar de haber contado con el territorio más grande del planeta y una inmensa riqueza y variedad de recursos naturales, su sistema económico no daba ni siquiera para alimentar a su población, por lo que tenían que tragarse su orgullo y recibir ayuda del odiado “imperio norteamericano”, quien le vendía anualmente millones de toneladas en trigo y otros productos necesarios para alimentar a la gente. Su estrepitosa caída el 26 de diciembre de 1991 dio fin a una de las dictaduras más terribles que han existido en la historia de la humanidad, la cual cobró la vida de más de 20 millones de rusos de todas las clases sociales y profesiones que fueron asesinados por oponerse al comunismo o por ser simplemente sospechosos de representar un peligro para la dictadura bolchevique, siendo fusilados o enviados a gulags (campos de concentración rusos localizados principalmente en Siberia) donde las inclemencias del tiempo y la crueldad e inhumano trato que recibían los prisioneros cobró la vida de millones de personas a lo largo de más de setenta años, desde el triunfo de la revolución bolchevique en 1917 hasta la desaparición de la U.R.S.S en 1991.
El régimen soviético mostró que el control de la población y su sometimiento es lo que realmente le interesa al comunismo. Esto le permite la instauración de una feroz dictadura.
De la misma manera, siguiendo las directrices del Foro de Sao Paulo y las experiencias de dictaduras comunistas, tales como la soviética, la cubana, la venezolana y la nicaragüense, López pretende instaurar el régimen comunista en nuestro país, para lo cual, como él lo sabe, es necesario tener el control en todos los sectores (político, económico, social, educativo, cultural e ideológico), pauperizar al pueblo, y por último detentar la riqueza económica que le proporcionará el monopolio y propiedad de los medios de producción expropiados a los empresarios.
Por ahora, López todavía no consigue controlar totalmente a la población, todavía existen islas de resistencia y esperanza que pueden convertirse en una avalancha que combata los sueños totalitarios del macuspano.
López quiere instaurar un régimen de terror en nuestro país, pretende dejar a México a expensas de una dictadura totalitaria comandada por él, que decida la vida de millones de hombres y mujeres empobrecidos, embrutecidos por la propaganda comunista y confinados a cárceles donde pagarán con su vida el pecado de oponerse a la tiranía de un régimen comandado por el ansia de poder del Jefe Máximo de la Dictadura, el hijo malquerido de Macuspana, López el Traidor de México.