Por: Mnemea de Olimpia
En mis entregas anteriores he tratado el tema de la obesidad como uno de los mayores peligros a nuestros hijos, así que en esta ocasión quisiera exponer cómo el opuesto de ésta, la bulimia y la anorexia, resultan tan peligrosos como el sobrepeso. Y es que al final, nadie puede negar que los extremos, casi siempre son malos.
Antes que nada, sepamos de lo que estamos hablando. En cuanto a la bulimia, ésta es un trastorno alimenticio y psicológico caracterizado por la adopción de conductas en las cuales el individuo se aleja de las formas de alimentación saludables consumiendo comida en exceso en períodos de tiempo muy cortos, también llamados «atracones», seguido de un período de arrepentimiento, el cual puede llevar al sujeto a eliminar el exceso de alimento a través de vómitos o laxantes. Por otro lado, la anorexia es un conjunto de trastornos de la conducta alimentaria y uno de los principales desórdenes alimenticios, también llamados trastornos psicogénicos de la alimentación (TPA). Lo que distingue a la anorexia nerviosa es el rechazo de la comida por parte del enfermo y el miedo obsesivo a engordar, que puede conducirle a un estado de inanición. Es decir, una situación de gran debilidad ocasionada por una ingesta insuficiente de nutrientes esenciales. Finalmente, la vigorexia es un trastorno mental en el que la persona se obsesiona por su estado físico hasta niveles patológicos. Estas personas tienen una visión distorsionada de ellos mismos y se ven débiles y enclenques. Por este motivo, el trastorno incide directamente sobre su conducta alimentaria y sus hábitos de vida, y se caracteriza por realizar una actividad física extrema, abandonando las relaciones sociales y descuidando otros aspectos de su vida, para dedicar todo su tiempo a entrenar. La adicción al ejercicio se acompaña de una ingesta exagerada de proteínas y carbohidratos y el consumo abusivo de sustancias como esteroides anabolizantes, con el fin de aumentar la masa muscular y conseguir un cuerpo musculoso. Este trastorno también se conoce como complejo de Adonis o anorexia invertida.
Una vez comprendidos lo que significan estos trastornos, veamos su impacto en nuestra sociedad. En México cada año se documentan 20 mil casos nuevos de bulimia y anorexia entre adolescentes, lo que ha representado un aumento del 300 por ciento en los últimos 20 años. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, el 25 por ciento de mujeres entre 15 y 18 años han dejado de comer por 12 horas por miedo a engordar. En cuanto a la vigorexia, en Estados Unidos, un estudio reveló que de casi 9 millones de hombres que acuden al gimnasio, 900 mil sufren de este padecimiento (es decir, 10%). En España, un trabajo similar, determinó que hay cerca de 700 mil casos. Dado que en México se trata de un padecimiento reciente entre la población, no existen cifras, sólo se sabe que lo presentan hombres de entre 17 y 35 años.
Antes este panorama, necesariamente surge la pregunta: ¿cuál es la causa social de estos trastornos? ¿Qué estímulos puede haber para que principalmente los jóvenes caigan en estos padecimientos? ¿Es culpa de los padres? ¿Acaso será la cultura? Todas estas cuestiones las veremos la próxima vez, de tal forma que los papás y mamás que me leen comprendan las razones de este problema, y puedan tomar las medidas pertinentes para proteger a sus seres más queridos: sus hijos.