Por: Jerry Gortman
La muerte del ciudadano de color George Floyd, de 46 años, a manos de un policía blanco en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, en los Estados Unidos, desató la indignación de millones de personas en la Unión Americana y en varias partes del mundo.
La escena, tomada desde un celular, muestra a un hombre negro, acusado de querer pagar con un billete falso de 20 dólares, sometido en el suelo y arriba de él la rodilla de un policía blanco oprimiendo su garganta, misma que mantiene durante varios minutos en los cuales Floyd suplicaba “Por favor, no puedo respirar, por favor, hombre, por favor, alguien que me ayude”, hasta producirle la muerte por asfixia.
Nadie que haya visto esta escena puede permanecer indiferente ante la insensibilidad, el abuso y la carencia de piedad de un policía que, a pesar de los ruegos de su detenido para que lo dejaran respirar, prefirió seguir oprimiendo su garganta hasta provocarle la muerte.
Todos estamos en contra de los excesos policiacos que se cometen, sea en Estados Unidos, en México o en cualquier otro lugar del mundo.
Protestar por estos actos, es un derecho legítimo para exigir justicia y presionar a las autoridades para que introduzcan cambios en los cuerpos policiacos y de seguridad que eviten el abuso de autoridad y el uso excesivo de la fuerza, cuando ésta sea innecesaria.
Sin embargo, protestar por una causa justa no da derecho a los manifestantes a cometer actos vandálicos, tales como pintar monumentos, destruir comercios, agredir y golpear a gente inocente y producir caos social, que lo único que trae consigo es división, rencor social, más violencia e inestabilidad política.
Es un contrasentido protestar contra el abuso policiaco ejercido en contra de un hombre, recurriendo a más violencia, ya que violencia genera más violencia.
La gente que no busca o no tiene intereses políticos, que no es apadrinada y pagada por grupos de poder internacionales, o por grupos políticos nacionales, se manifiesta de manera pacífica, mientras que detrás de la violencia y destrucción siempre existen grupos de choque y detrás de ellas organizaciones políticas, nacionales o transnacionales que buscan desestabilizar, producir caos y forzar cambios políticos y/o económicos en un gobierno, ya sea en el del presidente del país más poderosos del mundo o en el de un estado de nuestra república mexicana.
La dinámica de los hechos de violencia que se han presentado en los Estados Unidos es típica de grupos anarquistas que se caracterizan por su extrema violencia y destrucción.
En la radicalización de la violencia en la Unión Americana se pueden vislumbrar los siguientes factores:
1.- Busca meter a Estados Unidos en una guerra civil financiada y dirigida por George Soros.
Las protestas se extienden en un número importante de ciudades de todo el territorio norteamericano, tales como Chicago, Las Vegas, Los Ángeles, Detroit, Nueva York, San Francisco y Washington, llegando incluso a las puertas de la Casa Blanca. La mayoría de las protestas estuvieron caracterizadas por disturbios, saqueos, vandalismo, incendios de edificios, inclusive quemando una histórica Iglesia situada frente a la Casa Blanca, pintas de monumentos, ataques y destrucción de la propiedad privada y violencia física en contra de la autoridad.
Frente a esta situación, el presidente Donald Trump dijo que apoyaba las protestas pacíficas. Sin embargo, advirtió: «no podemos permitir que una situación como la que ocurrió en Minneapolis conduzca a más anarquía y a un caos sin ley».
Asimismo declaro que: «No son actos de protesta pacífica, son actos de terrorismo doméstico», y además, señaló a los «extremistas de izquierda radical» como responsables de los disturbios y, en concreto, al movimiento antifascista y anticapitalista ANTIFA, del que ha anunciado que va a ser incluido en la lista de organizaciones terroristas.
Pero, habría que preguntarse, ¿quién es ANTIFA y por qué está provocando el enfrentamiento social que busca desatar una guerra civil en los Estados Unidos, aprovechándose de las legítimas protestas por la muerte de George Floyd?
ANTIFA (Anti-Fascista) es una organización anarquista, de extrema izquierda, que usa la violencia y la destrucción para reivindicar sus demandas. Surge en Estados Unidos a finales de los 80 y tiene representaciones en varios lugares del mundo.
Su objetivo principal, siempre usando la violencia, es desmantelar las estructuras de autoridad (policía y ejército), atacar y bloquear las manifestaciones públicas de grupos o personas que ellos cataloguen como conservadoras, y defender la agenda globalista de feministas radicales, grupos LGBT, partidarias del aborto, entre otros.
Es apoyado económicamente por el mega especulador financiero George Soros.
Al respecto, caben señalar las declaraciones del fundador del movimiento ANTIFA en Australia, Shayne Hunter, quien admite que George Soros quería que este grupo terrorista fuera más peligroso que ISIS. También ha denunciado las ayudas que recibió de Soros y sus intenciones.
Shayne dice que renunció a este grupo radical de extrema izquierda después de haber permanecido durante 4 años, tras percatarse que “Soros nos estaba usando para comenzar guerras civiles en todos los países del mundo”.
Asimismo, señalo que: “Dirigen un sitio web que se actualiza cada dos semanas con una lista de personajes de derechas a los que hay que acallar. Leí que ANTIFA en los Estados Unidos está entrenando a personas para disparar y golpear”.
Por otra parte, bajo este contexto, cabría preguntarse: ¿cuál es el interés de Soros en echarle más leña al fuego en las protestas por el caso Floyd en Estados Unidos?
2.- El caso Floyd quiere aprovecharse para golpear políticamente al presidente Trump y cortar sus posibilidades para reelegirse en la presidencia.
Soros está del lado de los globalistas norteamericanos, mejor conocido como “The Deep State”, o “El Estado Profundo”, constituido por los grupos de poder que durante décadas se han enriquecido a costa del sistema político y económico norteamericano.
Entre sus integrantes se encuentran los banqueros que controlan la Reserva Federal, las familias Bush, los Clinton y los Obama, entre otros, todos ellos recibiendo apoyo de George Soros y su fundación Open Society, impulsora y defensora a nivel mundial del globalismo, de la inmigración masiva y sin control, del multiculturalismo, del homosexualismo y por ende de la ideología de género, a la cual destina miles de millones de dólares para su difusión e implementación forzosa en la educación.
A este último grupo pertenece la mayoría de los miembros del partido demócrata, enemigos de Trump, defensores del globalismo a ultranza, de la apertura de mercados y del control de la emisión de la moneda por parte de los banqueros de la Reserva Federal, quienes han llevado a la bancarrota al gobierno de los Estados Unidos mediante el cobro de intereses por la emisión de billetes y por el préstamo de dinero que otorgan al mismo gobierno norteamericano.
Por otro lado, está el presidente Donal Trump, quien se encuentra respaldado por la élite militar estadounidense, que representa al grupo nacionalista norteamericano, opuesto al globalismo, a la apertura económica y al “Estado Profundo”. Su grupo es conocido como “Los patriotas”.
Es importante señalar, que anteriormente en Estados Unidos se habían presentado casos de abuso policiaco, tales como el de Trayvon Martin, un joven negro de 17 años que murió en 2012 por el disparo de un vigilante blanco latino, George Zimmerman; el de Eric Garner, en julio de 2014, quien murió estrangulado por un policía blanco que le detuvo por vender tabaco de manera ilegal; sólo un mes después, en agosto, Michael Brown, un joven de 18 años, murió en Ferguson (Missouri) tras recibir al menos seis disparos de un policía por haber robado en una tienda. En todos estos casos se provocaron violentos disturbios; sin embargo, nunca habían sido azuzados por la oposición demócrata y apoyados por George Soros, con el fin de crear más caos, división y resentimiento social, todo ello con el fin de utilizarlos para su propio beneficio político.
Tal es el caso del expresidente demócrata Barack Obama, quien hizo un llamado a mantener las movilizaciones, declarando que «La mayoría de los estadounidenses creen que las protestas están justificadas. Eso no habría pasado hace 40 o 50 años. Hay un cambio de mentalidad que está sucediendo, un mayor reconocimiento de que podemos hacer las cosas mejor«, declaró, justificando el enfrentamiento social.
En el caso de nuestro país, se presentó un caso de brutalidad policiaca en contra de Giovanni López, un hombre fallecido el pasado 3 de junio, mientras se encontraba en custodia de la policía, tras ser arrestado violentamente el 4 de mayo pasado por policías del municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, en el estado de Jalisco, por no llevar tapabocas o mascarilla, de uso obligatorio por la pandemia.
Las imágenes de la detención muestran a los agentes golpeando a Giovanni López, un albañil de 30 años, mientras las personas que lo acompañaban piden su liberación.
Aquí, al igual que en los Estados Unidos, se produjeron violentas protestas.
El pasado 4 de junio un grupo de manifestantes se reunieron en el centro de la capital del estado de Jalisco y entraron a la fuerza al interior del Palacio de Gobierno del estado gritando “¡asesinos, asesinos!”.
Durante casi dos horas, quemaron una patrulla de policía, pintarrajearon las paredes interiores, rompieron vidrios de una oficina recaudadora, lanzaron piedras a policías y prendieron fuego a uno de ellos.
Decenas de efectivos policiales desalojaron por la fuerza el palacio de gobierno y detuvieron a una veintena de manifestantes.
Al respecto, el gobernador de Jalisco señaló que “Detrás de todo lo que está sucediendo en Jalisco hay intereses muy precisos y muy puntuales construidos desde la Ciudad de México, desde los sótanos del poder; que lo que buscan es dañar a Jalisco”.
También declaró, “Le pido al presidente de la República que le diga a su gente y a su partido que ojalá y estén midiendo lo que están haciendo, el daño que le están generando al país con este ambiente de confrontación, porque son ellos justamente los que han generado todo esto que estamos viviendo”, acusó.
En el caso de las violentas manifestaciones ocurridas en Jalisco, es evidente que se quiere utilizar a Giovanni López como bandera para atacar políticamente al gobernador de Jalisco y buscar su destitución.
La tragedia de la muerte de Giovanni evidenció que hay un trasfondo que muestra el espíritu de venganza y de odio del inquilino de Palacio en contra de un político que no está de acuerdo con él y con su cuarta transformación.
A López le molesta que alguien lo desprecie o lo contradiga, su megalomanía no le permite la competencia, y cuando un político le hace sombra en el escenario nacional, como el caso del gobernador de Jalisco, que inclusive ha formado una alianza con los gobernadores de Coahuila, Colima, Durango, Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas y Guanajuato para defender la autonomía de las entidades federativas, el coraje y el peligro que siente para su gobierno es mayúsculo.
Las diferencias que ha tenido López con el ahora gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, datan de 2018, cuando éste fue invitado por el peje a unirse a su campaña por la presidencia en el 2018.
Señala López que “nos traicionó cuando yo lo invité a participar al movimiento, dijo que no le interesaba, que él no coincidía conmigo”.
Es un hecho que los vándalos no reclamaban justicia para Giovanni López, ya que no fueron en contra del alcalde de Ixtlahuacán, ni contra los policías que lo detuvieron, fueron directamente con el gobernador.
No se debe utilizar el poder presidencial para quitar y poner gobernadores al gusto de López. Una vez más la democracia se encuentra amenazada por el autoritarismo de un hombre que se creé dueño del país.
Un día después, el 5 de junio, en la Ciudad de México, se dio otra violenta manifestación frente a la embajada de los Estados Unidos, donde un grupo de manifestantes, que se identificaron como ANTIFA, protestaron por el fallecimiento del afroamericano George Floyd, arrojando bombas molotov, piedras y palos a la embajada norteamericana, causando destrozos a locales comerciales, pintando muros con aerosoles, rompiendo cristales de sucursales bancarias, vandalizando algunas de las estaciones de la línea 7 del Metrobús, agrediendo a reporteros y a policías con cadenas.
Tras los destrozos en esta zona, los manifestantes se trasladaron a la representación oficial del estado de Jalisco, en Polanco, para protestar por la muerte de Giovanni López, donde rompieron cristales de locales comerciales, de tiendas de conveniencia, para poderlas saquear, y destruyendo puertas de sucursales bancarias.
Resultaron lesionados cuatro representantes de los medios de comunicación y seis policías.
Sin embargo, como se aprecia, al gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, no le interesa garantizar la vida y la integridad de ciudadanos, de reporteros y de policías en el desarrollo de sus funciones, quienes también están expuestos a la violencia y a la agresión de vándalos que se disfrazan de manifestantes.
Sheinbaum se mostró “muy preocupada” por garantizar la integridad de los vándalos, quien declaró que dos policías habían incurrido en abuso policial en contra de algunos “manifestantes”, incluida una adolescente, por lo que pedirá una investigación a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México y a la Comisión de Derechos Humanos de la Capital.
Ante todo este clima de violencia generado por grupos anarquistas, identificados, en el caso de las manifestaciones ocurridas en la Ciudad de México, con el grupo radical de extrema izquierda denominado ANTIFA, es preciso hacer las siguientes consideraciones.
En relación a los actos vandálicos ocurridos en la Ciudad de México, frente a la embajada estadounidense y en la sede de la representación oficial del estado de Jalisco, el gobierno morenista de la Ciudad de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, no presentó ningún detenido; con ello, está legitimando el caos, la destrucción y la agresión de las manifestaciones de extrema izquierda que apoye el gobierno capitalino.
Por ello, al permitir la entrada de ANTIFA en los actos vandálicos, se busca mandar un mensaje de intimidación a los grupos que se declaren enemigos de López y de MORENA. Con ello, se evidencia el respaldo de George Soros al gobierno autoritario de López y su plan de instaurar el comunismo en México.
Recordemos que López ya le declaró la guerra a quien no lo apoye. El sábado 6 de junio declaró: “O somos conservadores o somos liberales, o se está por la transformación o se está en contra de la transformación”.
La dictadura comunista que López quiere instaurar en nuestro país está afilando las armas para eliminar a sus opositores.
El uso de grupos extremistas de izquierda es parte de su estrategia.