Por: Mnemea de Olimpia
En la entrega anterior, afirmamos que el problema esencial de nuestra sociedad moderna, y la razón por la cual ésta tiene una notable inclinación por el feminismo, así como por cualquier ideología o religión que ostente el “valor” de la igualdad ante el Estado o ante Dios, es resultado de que la calidad biológica de sus integrantes ha decaído drásticamente en comparación con el valor original de nuestros ancestros. También hemos afirmado que es mil veces más productivo invertir nuestras energías en crear alternativas al Sistema, que simplemente criticarlo y esperar, inocentemente, que sólo con artículos y marchas la decadencia quede erradicada, retornando así a una época de esplendor. Finalmente, hemos sostenido que lo que importa es la acción, y no solamente los ideales o los buenos deseos. Es mi intención aprovechar este espacio para profundizar lo anteriormente mencionado.
Por un lado, tenemos el tema de la igualdad, lo cual podría ser interpretado como una obsesión por lo antinatural, debido a que en la naturaleza, lo que menos existe es el igualitarismo. O se es superior o se es inferior. No hay puntos intermedios, pues los seres promedios, o mediocres, serán siempre devorados por los superiores, o bien, asimilados por los inferiores. Insisto, fuera de esta ilusión llamada Civilización, no existe tal cosa como la igualdad.
Por otro lado, debemos darnos cuenta de que un rebaño de esclavos, conscientes de su propia esclavitud, pero sin voluntad para otra cosa que no sea para mugir y pastar, igualmente terminará en el mismo matadero que otra manada inconsciente de su estado de servidumbre. La realidad, es que si no tomamos acción, el Nuevo Orden Mundial, y no sólo el feminismo, barrerá con todo. ¿Acaso me refiero a que deberíamos marchar o formar un partido político que luche contra la degeneración que padecemos? ¡Tonterías! Como si el Sistema no estuviese preparado para ello. Es más, el propio Sistema nos incita a movilizarnos políticamente, pero sólo para que él nos pueda identificar, y con la tecnología actual, rastrearnos y mantenernos vigilados, siempre a raya. Es por lo anterior, que la solución a este Valiente Mundo Feliz no es la persecución de su salvación o derrumbe por medios políticos, sino la organización de tribus que lo carcoman desde adentro, hasta que éste colapse por su propio peso, cuales termitas diminutas e inofensivas, las cuales son capaces de demoler cualquier castillo de madera. El lector jamás deberá subestimar al Sistema, pero tampoco sobreestimarse a sí mismo. El activismo político será nuestra perdición.
Y entonces, ¿qué hacer? Lo primero será conocernos, pues una red de desconocidos jamás podrá hacer otra cosa que no sea desconfiar los unos de los otros. Luego, el segundo paso será organizarnos, primero en escuelas, centros de estudio y de convivencia, de donde surja la camaradería y la fraternidad. La tercera fase será la creación de negocios prósperos que nos permitan la acumulación de riqueza, y por lo tanto, de poder, y la cuarta y última fase de este gran proyecto alternativo, será la autosustentabilidad, objetivo que por razones estratégicas he de dejar sin concretar ni entrar en detalle. Una vez logrado lo anterior, sea que colapse el Sistema, o se radicalice éste, o simplemente venga el Nuevo Orden Mundial, nosotros seremos inmunes, y con dicha inmunidad, llegará algún día el tan profetizado Resurgimiento.