Por: Justo Mirón
Queridos amigochos, ¿cómo están? Espero se encuentren resguardados en casita ahora que el punto de contagios por el pinky coronavirus se encuentra en su nivel más elevado, o casi, según alertan las autoridades sanitarias. A propósito, ya saben ustedes que el doctor Hugo López-Gatell, ilustre subsecretario de Salud, ha venido anunciando, a lo largo de estas semanas, ¡¡cinco fechas distintas!! para ubicar el máximo peligro por la pandemia que asuela al país. ¿Y qué creen, mis chiquilines? Pues que es hora que ¡¡no le ha atinado a ninguna!! Y así, entre adivinanzas, ya rebasamos la friolera de ¡¡veinte mil muertos y un promedio de cinco mil contagiados diarios!! sin que de verdad se haga algo efectivo para contener el mal. O sea, se da a conocer diariamente el número de decesos –más o menos mil cada cuarenta y ocho o setenta y dos horas– y de infectados cada veinticuatro horas. Y nada más. No se informa de alguna medida concreta que vaya paliando o haciendo retroceder semejante letalidad.
Por su parte, El Megalómano de Palacio aseguró la semana pasada que «ya pasó lo peor» y que ya se puede salir «con cuidado» a la calle. Y en ocasión anterior enfatizó que la curva de contagios ya se había aplanado. Eso sí, no exhibió prueba alguna que demostrara semejante aseveración, con lo que queda plenamente demostrado, por si cupiera alguna duda, que lo único aplanado en México es la cultura, el raciocinio y el sentido común de los próceres que hoy por hoy se encuentran encaramados en el poder público bajo el mando supremo e indiscutible de El Megalómano.
Y si bien en múltiples oportunidades nuestro inefable Megalómano ha hecho gala de su ignorancia enciclopédica en prácticamente todos los órdenes y nos ha obsequiado joyas tan refulgentes como pontificar que hace más de diez mil años ya existía México o ilustrar al respetable con la desconocida noticia de que Benito Juárez desposó a la joven Carmen Romero Rubio, ahora, para colmo de nuestro asombro, reconoce públicamente su omisión hasta de la existencia de una importante institución del gobierno federal.
Sí, mis chiquitines, así como lo oyen –o por mejor decir así como lo leen–, El Megalómano de Palacio no tuvo empacho en asegurar, en el curso de una de sus gustadas y esperadas mañaneras (considérese esto con sarcasmo, claro) que ignoraba todo lo referente al Conapred –Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación– y aun su existencia misma. Pero es el caso que este organismo opera oficialmente desde el 11 de junio de 2003, es decir nada más pero nada menos que hace ¡¡diecisiete años!! y, por ende, ha realizado sus funciones bajo los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto… ¡¡y el actual que encabeza El Megalómano!!. Es más, Mónica Maccise, hasta hace unos días titular de la dependencia, fue designada para ese puesto ¡¡por el propio Megalómano!!, y la mismísima Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, encabezó su toma de posesión. De hecho, la ahora exfuncionaria estuvo presente en la «mañanera» del 17 de mayo de 2019 y participó activamente en el curso de la misma cuando presentó, en presencia de El Megalómano, una serie de propuestas referentes a su responsabilidad.
Así pues, mis amigochitos, no queda más que concluir de la siguiente manera: o El Megalómano de Palacio no sabe verdaderamente de la existencia y funciones de una importante dependencia –si su creación resultó conveniente o no ese ya es otro cantar–, aunque él mismo haya nombrado a quien la dirigía, y en tal caso hay que asumir que padece de un gravísimo extravío mental que requiere atención inmediata pues la designación que hizo y la posterior aparición de la cabeza de esa dependencia en una de sus «mañaneras» le pasaron de noche, o bien El Megalómano se hizo el occiso, como se dice coloquialmente, para criticar a su gusto a ese y a otros organismos y aun amenazarlos con su desaparición por su real o supuesta inoperancia, con lo que, de cualquier forma, quedó exhibido entonces como un contumaz mentiroso que naturalmente sí sabía del Conapred pero prefirió fingir que no lo conocía. En ambos casos, naturalmente, El Megalómano queda en ridículo.
Ya para terminar, chiquitines (o echarnos la del estribo, como prefieran), no quiero dejar de mencionar el impresionante reloj Rolex Submariner de casi ¡¡15 mil dólares¡¡ (algo así como 300 mil pesos) que tuvo a bien exhibir Marcelo Ebrard Casaubón cuando acompañó a El Megalómano a una conferencia telefónica con el premier canadiense Justin Trudeau.
Desde luego Ebrard está en su derecho de lucir esa prenda (o incluso una más costosa) si sus posibilidades económicas se lo permiten (¡¡vaya que sí!!). Y como él, cualquier otro prócer de la administración pública, máxime si semejantes erogaciones proceden de fondos legítimamente habidos (¡¡cómo no!!).
Lo que verdaderamente enoja, enfada, irrita, encoleriza, molesta y enca…miona es que El Megalómano de Palacio hasta engole la voz para demandar austeridad a la población y exija que se contente con un traje, un par de zapatos, un vehículo modesto y una dieta de arroz, maíz y frijol (nada de «platillos exóticos», según demandó públicamente), mientras sus funcionarios ostentan impunemente todo tipo de exquisiteces.
En otras palabras, la divisa de la «Cuarta Transformación» reza de la siguiente manera: «hágase la austeridad republicana en los bueyes de mi compadre».
¿O no, mis amigochos?