Por: Justo Mirón
Tal parece que en el gabinete de López la competencia está muy ruda, pero para ver quién hace peor su trabajo. Tenemos al secretario, es un decir, de Turismo, cuyas ideas de promoción a través de la página de Internet “visitmexico”, consisten en encargarle a alguien que a duras penas habla el español que traduzca al inglés nombres de lugares de la república y, tenemos así, que el estado de Guerrero aparece como State of Warrior, el de Hidalgo como Noble; y Torreón como Turrent, entre otras barbaridades; sin contar un spot que bajo el lema “Mom, I´m in Acapulco”, en lugar de presentar La Quebrada, atardeceres hermosos o el fuerte de San Diego, presenta a jóvenes disfrazados de conejos.
Bueno, existe un tal Víctor Manuel Toledo, que cobra como secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), -¿Usted ha escuchado que haya dicho o hecho algo por la naturaleza del país? Yo tampoco- que ha estado avalando las locuras de su jefe como la destrucción a la selva provocada por el tren maya, la devastación a los manglares por la refinería de Dos Bocas o el impacto ambiental del aeropuerto de Santa Lucía.
Dicho personaje llegó al cargo, porque su antecesora de breve paso fue cesada por retrasar un vuelo comercial, a fin de que pudiera terminar a gusto alguna reunión; rascándole, lo más que encontré de sus al parecer inexistentes actividades fue una declaración en la que señaló que las aspas de los aerogeneradores eléctricos atrapan el aire de los territorios indígenas, como si el aire se pudiera robar.
En fin. El tal Toledo tiene fama de ser un ultra entre los ultras de la 4T, de orientación muy cercana a la No primera dama, otra que no canta mal las rancheras en cuestión de disparates y en esta ocasión sus palabras desataron un escándalo de regulares proporciones en el mundillo político.
Una conversación suya con alguien cercano, se filtró a las redes sociales. En ella Toledo acusa de estarlo grillando a otros miembros del gabinete como Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia; de Víctor Villalobos de la secretaría de Desarrollo Rural (SADER), de Rocío Nahle de la secretaría de Energía (SENER) y de Olga Sánchez Cordero de Gobernación (SEGOB).
Ya encarrerado dijo que hay confusión dentro de lo que debe ser la cuarta transformación, y de que ni el propio López sabe lo que quiere o lo que debe de ser el proyecto. De que la perra es brava, hasta los de casa muerde.
En el actual gobierno que brilla por sus pobres resultados, en el que las actividades inútiles y la tendencia a bautizar todo con el título de Bienestar es la norma, lo que se transmite es una fuerte sensación de improvisación, de poco entendimiento de los problemas concretos y de una vaga ideología de tintes marxistas.
El golpeteo al interior del equipo, que se trata de enmascarar, se debe a que al final cuentan para efectos reales, las decisiones de un solo hombre, del que sus constantes yerros tienen que ser rescatados por los bomberazos de Marcelo Ebrard y que ha delegado en funcionarios de rango que no le corresponderían sus atribuciones como Hugo López Gatell, la resolución de retos que inesperados o creados por ellos mismos sacuden al país.
Que la mal llamada con grandilocuencia “cuarta transformación” es un conjunto de barbaridades, sin un sustento firme para encauzar a la nación, es lo que sus críticos hemos expresado aún antes de que se hiciera del poder.
Que uno de los dentro no los confirme, más allá de darnos la razón, vuelve a mostrar la enorme equivocación que se cometió el 1 de julio de 2018 y cuyos efectos negativos se sentirán años, quizá décadas después de que los saquemos a patadas. Por lo pronto, las ratas siguen abandonando el barco.