Por: Jerry Gortman
Como se recordará, en la primera parte de este artículo se analizaron tres sectores que se incluyen en el T-MEC (el sector agrícola, el sector automotriz y el sector energético) y cuyas perspectivas no representan ventajas para nuestro país que pudieran incidir en el desarrollo o mejoramiento significativo de la actividad económica o en las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos.
En esta segunda parte se incluirá el análisis de dos sectores adicionales, a fin de conocer si en verdad representan un beneficio para México.
El sector farmacéutico. Con respecto a la industria farmacéutica, cabe destacar que se aumentaron las barreras de acceso a los medicamentos genéricos y biocomparables y además se otorgaron diez años de monopolio a las empresas estadounidenses en las patentes de medicinas y técnicas médicas.
De este modo, se podría encarecer el precio final para los consumidores, puesto que los genéricos suelen ser más baratos que los medicamentos de marca.
El sector textil. En este sector, los Estados Unidos ajustaron a su favor los cupos textiles que permitían exportar textiles libres de impuestos. En general, con estos cambios se mantendrá o disminuirá la cantidad libre de impuestos que Canadá y México pueden exportar a Estados Unidos, y mantendrá o aumentará la cantidad que Estados Unidos puede exportar a Canadá y México.
Con ello, Estados Unidos podrá exportar más textiles libres de impuestos hacia México o Canadá, mientras que nuestro país sólo podrá mantener la cantidad que venía exportando, en el mejor de los casos, o, sufrir una disminución.
Cómo ha podido apreciarse, estos rubros tampoco representan beneficios para el México. Los términos en que fueron negociados los principales rubros que contiene el tratado benefician a los Estados Unidos y en muy poca medida a nuestro país.
La forma en que se negoció el T-MEC por parte del gobierno de López fue criticado duramente por el sector empresarial, quien no fue tomado en cuenta para las negociaciones, señalando las excesivas concesiones que el gobierno mexicano había otorgado al gobierno estadounidense.
Al respecto, Gustavo de Hoyos, líder de la COPARMEX (Confederación Patronal de la República Mexicana) declaró, después de la firma del Protocolo Modificatorio por parte de los representantes de los tres países el 10 de diciembre de 2019, que desde tiempos de Santa Anna México no había cedido tanto.
Y señaló: «Lo que se cerró aquí me parece una postura santanista, se parece a Santa Anna, creo que desde que se cede en el tratado de Guadalupe- Hidalgo, la mitad del territorio, la historia contemporánea en México, no registra un gobierno que haya cedido más. Así es que de lo partidista a lo santanista”.
«Si pasa más tiempo igual se termina cediendo el istmo de Tehuantepec, me parece que ha quedado claro que este gobierno ha sido un mal negociador(,,,) «, aseveró.
Por su parte, y después de haber conseguido para su país un T-MEC en el que sus negociadores obtuvieron grandes ventajas para los Estados Unidos, a costa del sometimiento de López a los intereses económicos norteamericanos, el presidente Donald Trump declaró, al firmarse el acuerdo inicial del tratado el 30 de noviembre de 2018, que este acuerdo es el “más moderno y significativo y equilibrado acuerdo de la Historia” y añadió que “Es probablemente el mayor acuerdo comercial jamás firmado”, agregó al haber logrado el cumplimiento de una de sus principales promesas electorales.
“En Estados Unidos el nuevo acuerdo comercial impulsará trabajos calificados en el sector manufacturero y promoverá un mayor acceso para las ventas estadounidenses” en los mercados socios, argumentó Trump.
El beneficio mayor fue, como lo proclamó el presidente Donald Trump, para el sector manufacturero y las empresas transnacionales norteamericanas. No se vislumbra ningún beneficio importante para nuestro país, ya que como lo señala Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración) en su artículo denominado “T-MEC al peor postor”
“El T-MEC conserva todas las desventajas del TLCAN contra México y agrega nuevos elementos, entre ellos los aspectos de propiedad intelectual, especialmente en farmacéutica y agricultura, con el fin de aumentar los privilegios y el dominio de mercado de las empresas trasnacionales que dominan ambos sectores. Se agregan además secciones nuevas, como la de biotecnología agrícola, destinada a aumentar y facilitar la importación de maíz y otros transgénicos a México y presionar al país a aceptar su siembra y consumo. Obliga también a México a unirse en un plazo de cuatro años a la versión 1991 de la Unión de Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV 91), la cual criminaliza y prohíbe a los agricultores replantar de su propia cosecha o intercambiar semillas registradas y restringe su uso para investigación pública, aunque esas semillas privatizadas puedan derivar directamente de semillas nativas o de producción. Es absurdo pensar que sólo porque tenga comercio internacional, un país se beneficia. En realidad, en todos los tratados de libre comercio de las últimas tres décadas, especialmente en los tratados entre países económicamente muy desiguales, quienes se benefician con largura son las empresas trasnacionales. Los tratados pisotean la soberanía alimentaria, la soberanía de producción industrial y de servicios, incluida la educación y salud, al abrir los mercados a la competencia de los productores nacionales chicos y medianos con megaempresas, en supuestas condiciones de igualdad. Proveen además a esas gigantes con reglamentos que les permiten enjuiciar a los propios estados, si se consideran discriminadas o si un Estado, por razones de bien público, ambientales, sociales o culturales, rechaza una inversión que otro sector gubernamental ya hubiera aprobado. Por el TLCAN, México ha debido pagar decenas de millones de dólares en este tipo de juicios a todo tipo de empresas contaminantes, por haberles arruinado no sus inversiones, sino sus planes de inversión.
Asimismo, menciona que: “Toda la negociación del T-MEC se hizo bajo amenaza y en círculos cerrados, sin acceso público a lo que se estaba negociando. Pese a ello, se presentó como paquete al Senado, que en tiempo récord y sin análisis de los graves impactos del TLCAN ni de las consecuencias negativas del T-MEC lo aprobó en armoniosa convergencia entre todos los partidos”.
Por otra parte, es importante mencionar la supuesta “esperanza” de López para que este tratado incida en la creación de más empleos, más bienestar y más crecimiento económico, cuando en los hechos el ganso bolivariano se ha mostrado abiertamente en contra de la inversión privada, tanto nacional como extranjera.
Al respecto, resultan contradictorias sus declaraciones, cuando ha sido constante el ataque a la inversión privada, tanto nacional como extranjera, cancelando proyectos de miles de millones de dólares que representaban la creación de miles de empleos para los mexicanos, tales como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), la planta cervecera norteamericana Constellation Brands y hace apenas unos días la cancelación de inversiones de la empresa eléctrica IBERDROLA, derivada de los ataques de López a las empresas energéticas españolas.
Esta situación ya es conocida por el gobierno norteamericano, quien en voz del embajador de los Estados Unidos en México, Christopher Landau, declaró el pasado 24 de junio ante la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) lo siguiente: “Tampoco les puedo mentir, tampoco les puedo decir que es un momento oportuno para invertir en México, si se ven cosas muy desalentadoras para la inversión extranjera, en varios sectores hemos visto cosas preocupantes”.
Asimismo, dijo que “Es un momento dorado para México para atraer inversión extranjera, espero que no lo desperdicien, porque para mí sería una tragedia histórica perder esa oportunidad, y esa ventana no va a estar abierta mucho tiempo más (…) corresponde al gobierno mexicano decir si toma el camino de atraer inversiones o espantar la inversión”.
Señaló también que el gobierno mexicano había prometido que en el sector energético se iban a respetar las promesas o reglas del juego que se establecieron en sexenios pasados, pero que en los últimos meses el gobierno mexicano incumplió esa promesa y se presentaron cambios.
En este contexto, de críticas estadounidenses a la política antiempresarial del gobierno mexicano, se produce la invitación que hizo el presidente Trump a López para que acuda a Washington D.C. con motivo de la puesta en funcionamiento del T-MEC a partir del primer día de julio.
¿Por qué si es un hecho la puesta en vigor del T-MEC, Trump decidió invitar a López?
Es muy probable que Trump haya decidido llamar a López para dejarle en claro que los Estados Unidos no va a permitir que sus inversiones, sean éstas en materia energética o de cualquier índole, se vean afectadas por la política antiempresarial de López.
Si Trump sale en defensa de la inversión y de la libre empresa estadounidense y le exige a López un compromiso al respecto, es muy probable que salgan también beneficiados los empresarios mexicanos.
¿Si abandonara López su política antiempresarial, dejará su plan de pauperización de las condiciones de vida de los mexicanos?
¿Puede coexistir una política económica comunista, como la de López, con un tratado comercial que defiende las inversiones y que fue firmado por un presidente anticomunista como lo es Trump?
¿Qué hará Trump si López sigue afectando las inversiones norteamericanas?
Veremos lo que pasa con López después de su visita a Trump.
Sus acciones mostrarán lo que en realidad trató con el presidente norteamericano.