Por: Jerry Gortman
“Autorizo y transfiero a este hombre o esta asamblea de hombres mi derecho de gobernarme a mí mismo con la condición de que vosotros también transferiréis a él vuestro derecho y autorizaréis todos sus actos de la misma manera. . .
Esta es la generación de ese gran Leviatán, o más bien (hablando con reverencia), ese dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa”.
Extracto de “El Leviatán” de Thomas Hobbes, donde el autor hace mención del pacto entre los hombres y el Estado, a fin de que deleguen en éste su seguridad y protección.
En los últimos días se han hecho famosos los casos de linchamientos de ladrones que han sido detenidos por sus víctimas, quienes se han encargado de hacer justicia por su propia mano y de propinarles sendas golpizas.
El episodio más famoso es el que ocurrió el 31 de julio pasado en Texcoco, al oriente del Estado de México, donde dos sujetos trataron de subirse y asaltar una unidad de transporte público, acción que fue frustrada, ya que el chofer reaccionó y arrancó, dejando a uno de los ladrones fuera de la unidad y al otro al alcance de los pasajeros, quienes lo tundieron a golpes hasta arrojarlo desnudo en el pavimento.
El segundo robo fallido ocurrió en el mercado de flores de Cuemanco, en la Alcaldía Xochimilco de la Ciudad de México, donde un hombre fue brutalmente golpeado luego de que tratara de robarse unas plantas.
El tercer hecho violento se registró en un puesto de comida donde un presunto asaltante fue golpeado luego de que intentara despojar de sus pertenencias a los comensales de un puesto de quesadillas.
En otro episodio ocurrido en la Colonia Renovación, en Iztapalapa, un grupo de cinco ladrones pretendió entrar a robar a un domicilio y en el intento fueron sorprendidos por los vecinos, los cuales se dispusieron a frenar el asalto.
De los cinco ladrones capturaron a uno y este perdió la vida de tantos golpes propinados por los vecinos.
A raíz de estos acontecimientos se han suscitado diversas reacciones dentro de la sociedad mexicana, que van desde justificar la violencia en contra de los delincuentes hasta repudiar y rechazar este tipo de actos, derivados de la crisis de violencia y la descomposición social de nuestro país.
Ricardo Trujillo, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que la golpiza propinada al asaltante de la combi en Texcoco obedece a la desigualdad social que impera en el país, siendo ésta la causa que desata la violencia en todas sus formas.
Señala que este tipo de reacciones se presentan en países donde hay desigualdad social.
Y añade que “Cuando la multitud reacciona a un linchamiento no busca la verdad, busca quién es la persona que recibirá el castigo o desfogue de este tipo de presión social”.
Por otra parte, organismos como la Comisión de Derechos Humanos han señalado, en su informe de 2019, que el descrédito y desconfianza en las «fuerzas del orden», así como la impunidad, han orillado a la gente a utilizar métodos como el linchamiento o “la justicia a mano propia”.
Mientras que la publicación de Internet denominada “Política México” (videos virales) considera que “No es casualidad que los linchamientos en México tuvieran un despunte a partir de 2015. Es la expresión de la rabia acumulada tras más de una década de una «guerra» que se anunció «contra el crimen organizado», pero que ha cobrado la vida de miles de civiles y que ha rodeado a millones de un clima de violencia…“.
Como puede apreciarse, la situación de inseguridad que impera en el país es explicada como producto de la desigualdad social, el descrédito y desconfianza en los cuerpos de seguridad y la rabia acumulada en contra del crimen organizado a lo largo de los últimos años; olvidándose que el principal responsable de brindar seguridad a los habitantes es el Estado Mexicano, por lo que el aumento de la violencia, la impunidad, la corrupción de las policías, los linchamientos y los casos de tomar la justicia en manos propias son el efecto del fracaso del Estado Mexicano en el cumplimiento de su tarea fundamental: proporcionar seguridad a la población.
Es necesario, en primera instancia, recordar que la seguridad de la población es la función fundamental que justifica y legitima la existencia del Estado Moderno.
Recordemos que el Pacto que mencionaba Thomas Hobbes en su obra “El Leviatán” tenía como fin garantizar la seguridad física de las personas, la búsqueda de certidumbre en el vivir social y la seguridad en el disfrute del derecho a la propiedad; para ello, la población debe renunciar al uso de la fuerza y delegarla en el Estado, a fin de que éste asuma la facultad para su cuidado y protección.
Por ende, un Estado que no garantiza la propiedad y la seguridad de sus pobladores se convierte en un Estado que, desde el punto de vista legal, se convierte en un Estado ilegítimo, ya que no cumple con la tarea que justifica y legitima su creación y existencia.
Asimismo, el Estado Mexicano al mostrar su incapacidad y falta de voluntad política para proporcionar seguridad a los habitantes de nuestro país puede considerarse como un “Estado fallido” que afecta negativamente la vida de millones de personas. Piénsese en el hecho de dejar manos libres a la delincuencia para actuar en contra de la población, tal y como lo ha hecho López, y los miles de hogares destrozados por la muerte de un padre, de una madre, de un familiar o de un hijo.
Al respecto, Noam Chomsky nos dice lo siguiente:
“Entre las prioridades más características de los Estados fallidos figura el que no protegen a sus ciudadanos de la violencia –y tal vez inclusión de la destrucción– o que quienes toman las decisiones otorgan a esas inquietudes una prioridad inferior a la del poder y la riqueza a corto plazo de los sectores dominantes del Estado”, como es el caso del gobierno de López y MORENA.
Por ende, la población no debe canalizar su descontento hacia los delincuentes sino a López como responsable de dirigir la política de seguridad del Estado Mexicano, exigiéndole que no juegue con la vida de los mexicanos exponiendo a niños, mujeres y hombres a morir en manos de la delincuencia, ya sea en el transporte público, en un banco, en una carretera, comiendo en un restaurant o caminando en una calle, y que no se siga burlando del pueblo con una pseudo estrategia de seguridad basada en “abrazos y no balazos” o en “recomendarles a las mamacitas que les den consejos a los delincuentes”.
Esta importante tarea debe ser asumida con seriedad, con una estrategia que en verdad disminuya la inseguridad y la violencia que a diario sufren millones de mexicanos. Por ello, Sr. López, si no puede impedir que siga muriendo gente inocente en manos de la delincuencia mejor renuncie y deje su lugar a alguien que en verdad se preocupe por la seguridad de todos los mexicanos.