Empresario y filántropo
Por: Graciela Cruz Hernández
El 11 de enero de 1892 nació Eugenio Garza Sada en Monterrey, Nuevo León. De ascendencia española, sus padres fueron Isaac Garza Garza y Consuelo Sada Muguerza. Cuando nació Eugenio, México vivía el auge de la industrialización, su padre en 1890 fue uno de los fundadores de la Cervecería Cuauhtémoc, don Isaac Garza y Don Francisco G. Sada fueron pieza clave en esa industria.
El matrimonio Garza Sada, practicantes católicos, sabían de la importancia de la educación y formación de sus hijos, y enviaron a Eugenio a estudiar en el Colegio San Juan de Saltillo, Coahuila, que era dirigido por jesuitas y en el Colegio Hidalgo de Monterrey, de los padres Maristas. La educación que Eugenio recibía en los colegios y el ejemplo de vida y las lecciones recibidas de su padre serían una base firme para su vida y su carrera profesional. Eugenio Garza también estudios en Estados Unidos, pasó por la Western Military Academy (Illinois), la Chauncy Hall (Boston) y finalmente el Massachusetts Institute of Technology (MIT), graduándose como Ingeniero Civil en 1914.
Llegaron los tiempos difíciles de la Revolución Mexicana y la compañía cervecera fue alcanzada y afectada por ella, esto obligó a la familia Garza Sada a refugiarse por poco tiempo en Estados Unidos. Eugenio Garza, llegó a trabajar en Estados Unidos como dependiente de una tienda y como acomodador en un cine.
Mientras Eugenio estuvo en Estados Unidos tomó conciencia de que la educación era la vía más eficaz para lograr la industrialización y el desarrollo de un país, de la conexión entre investigación y ciencia, entre ciencia y tecnología, y su importancia para el desarrollo, el bienestar y la libertad.
Eugenio consideraba que la revolución mexicana fue un periodo de desorden y excesos en el que se impuso la violencia. Sada creía que la Revolución no había logrado mucho porque se basó en la violencia y llevó al poder a grupos que no tenían claro qué hacer con el país.
En 1917 comenzó a trabajar en la Cervecería Cuauhtémoc, primeramente trabajó como auxiliar del Departamento de Ventas y de ahí fue ascendiendo.
Eugenio contrajo matrimonio en 1921 con Consuelo Lagüera Zambrano, procrearon ocho hijos: Eugenio, Alejandro, Alicia, Consuelo, Gabriel, Marcelo, David y Manuel.
A principios de los años veinte del siglo pasado Manuel Gómez Morin tenía buena fama como abogado y don Isaac Garza empezó a pedirle asesoría en sus negocios desde el año 1924. Las consultas se volvieron cotidianas y Gómez Morin se convirtió en su consejero de cabecera, fue así que Eugenio Garza y Manuel Gómez Morin establecieron una relación que trascendió del plano laboral a una gran y sincera amistad, incluso se hicieron compadres de bautizo, y para 1933 las familias Gómez-Garza eran muy cercanas y convivían en algunas vacaciones, días de campo, etc. Tenían esa relación de estrecha amistad y compadrazgo, pero no siempre coincidían en todo, Garza Sada contrariaba muchas veces a Gómez Morin pero eso no afectaba en nada su amistad, incluso encontramos en un artículo de César Salinas escrito para el boletín de AMABPAC (Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privados A.C.) Lo siguiente:
En enero de 1956, por ejemplo, el empresario le escribió a Gómez Morin: “posiblemente le dé a usted la impresión de ‘contreras’ ya que objeto sin excepción todos los párrafos de su memorándum”, explicándole su postura sobre las ideas económicas aplicadas en Estados Unidos, a lo que el abogado contestó: “¿qué pasaría en el mundo si no hubiera ‘contreras’”?
En cuanto a Eugenio Garza como persona y empresario, siempre tuvo un concepto muy claro de lo que es el trabajo, veía al ser humano detrás de cada máquina, de cada mesa, de cada ventanilla de servicio; aunque era un hombre de pocas palabras, su trato con sus colaboradores y empleados fue siempre amable y cercano.
Don Eugenio Garza Sada, tenía muy claro que el desarrollo humano haría que México fuera un mejor país. Así, a través de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, canalizó importantes recursos para la impartición de cursos y el otorgamiento de becas para los hijos de quienes trabajaban en las empresas afiliadas. Quienes trabajan en las empresas del grupo recibían a través de esta sociedad muchas prestaciones de diversos tipos, entre las que destacaron los servicios de salud y los prestados en un gran centro de recreación construido especialmente para los miembros de esa sociedad.
Don Eugenio con sus firmes valores y convicciones fue un devoto impulsor de la educación, consideró urgente la preparación de técnicos mexicanos y emprendió su obra más importante: el Tecnológico de Monterrey, auspiciado por Enseñanza e Investigación Superior, A. C. Para lograrlo reunió a un grupo de empresarios regiomontanos y cristalizó la idea de crear una institución cuyo objetivo fuera formar no solo profesionistas calificados sino a nombres y mujeres íntegros en todos los aspectos. Esta institución, comenzó en 1943 de forma modesta en una casa del centro de Monterrey, con 350 alumnos y unos cuantos profesores. Con la experiencia que Manuel Gómez Morin adquirió como rector de la UNAM en 1933, pudo asesorar a don Eugenio en la creación del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
Don Eugenio le dedicó gran parte de su tiempo y fue presidente del Consejo Directivo del Tecnológico desde 1943 hasta la fecha de su muerte.
Aquí unas máximas de don Eugenio Garza Sada:
“Análisis por encima de la inspiración o de la intuición. Este debe der el antecedente para actuar”.“El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica”. “La dedicación al trabajo beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera. En esto se asemeja a un sacerdocio”.
Don Eugenio Garza Sada, tenía la preocupación social de mejorar la condición de vida de los mexicanos, siempre congruente entre su hablar y actuar, cultivaba los bienes espirituales, pues aun dentro de su riqueza vivía el desapego a los bienes materiales y practicaba la generosidad sin distinción alguna. Como empresario se enfocaba en la superación no solo personal sino en la de todos los que lo rodeaban, ese era un factor clave para su éxito. Sabía que el estudio, la preparación y trabajo conducía al hombre hacia la libertad, por lo que era un activo promotor del trabajo, ya que encontraba en éste la razón de la dignidad humana, dio fuentes de empleo dignas a innumerables familias.
Definió el Ideario Cuauhtémoc -conocido también como «Ideario de don Eugenio Garza Sada», este documento contiene normas y conceptos personales de las cuales él fue vivo ejemplo. Aquí mencionamos dos puntos del Ideario:
Si uno es vanidoso hay que ocultarlo: Como el secreto más íntimo. Un ejecutivo no puede exhibir arrogancia ni autocomplacencia. Cuántas veces los fracasos de hombres bien conocidos confirman el adagio de «el orgullo antecede a la caída». Cuando uno empiece a decir que otros empleados son torpes, o que los clientes son mezquinos o necios, habrá empezado a meterse en embrollos.
No alterar la verdad: Lo que uno afirme, debe hacerlo reflexionando; y lo que prometa, debe cumplirlo. Las verdades a medias pueden ocultar errores, pero por poco tiempo. La mentira opera como un bumerang.
Interesado por sus trabajadores ideó dos publicaciones como un medio de comunicación interno que en ese tiempo eran una verdadera novedad; el propio don Eugenio regularmente escribía en ellas algunos mensajes para sus trabajadores; primeramente inició con la publicación “El abanderado” y, posteriormente, la revista “Trabajo y ahorro”, publicada desde 1921 en forma ininterrumpida.
En 1957 empezó la creación de la Colonia Cuauhtémoc, en un terreno de 40 hectáreas, proyecto que fue el inicio de un amplio programa habitacional para los trabajadores de las empresas del grupo que dirigía don Eugenio Garza Sada.
Muy loable también fue su apoyo al Hospicio León Ortigosa, que ha servido de hogar a niñas huérfanas durante muchos años, realizó muchas obras benéficas para la Iglesia, ayudó a construir las instalaciones de la Cruz Roja, a crear el Cuerpo de Bomberos, apoyó al deporte por medio de la creación de los Sultanes de Monterrey y el Salón de la Fama del Beisbol, entre otras. Muchas fueron las obras sociales que emprendió personalmente o que recibieron su apoyo y el de su familia. Don Eugenio decía: “El lucro no es renta para satisfacciones egoístas sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social”.
Cuando murió en 1973, era el Presidente del Grupo Valores Industriales, S. A., (VISA) -que reunía a varias empresas- que se había formado en torno a la propia Cervecería.
Por su persona misma, por sus grandes obras realizadas, es que fue tan sentida y llorada su muerte. Asesinado el 17 de septiembre de 1973 cuando un comando guerrillero perteneciente a la Liga Comunista 23 de septiembre, intentaron secuestrarlo, él y sus acompañantes pistola en mano intentaron defenderse y en el intento les arrebataron la vida.