Por: Graciela Cruz Hernández
Nació en la ciudad de Morelia, Michoacán el 17 de noviembre de 1845, sus padres fueron D. Mariano Ramón Parra y doña Juliana Hernández. En las escuelas donde cursó su instrucción primaria ya empezaba a dar señales de su gusto por el arte e incluso hacía sus primeros ensayos de pintura con el jugo de las flores que él mismo extraía y preparaba.
Ingresó al Colegio de San Nicolás, en Morelia, en el año de 1861 donde dio principio a sus estudios de dibujo bajo la dirección del pintor Octaviano Herrera, continuándolos después con otros maestros. En 1864 se trasladó a la capital del país y se inscribió como alumno en la Academia de San Carlos, entregado a estudios superiores recibió lecciones de hábiles maestros y su estancia en ese lugar acrecentó en él su afición y amor al arte.
Después de perfeccionados sus estudios de dibujo pasó en 1865 a la clase de pintura, clase que estaba a cargo del maestro Pelegrín Clavé, en esa cátedra Félix Parra permaneció dos años. Para el año 1868 pasó a estudiar al natural, siendo su director el artista D. Santiago Rebull.
En 1869 D. Salomé Pina fue quien dirigió su clase de pintura. Félix estudiaba con entusiasmo y con gran aprovechamiento, siendo así que en el año de 1871 empezó con sus labores de composición, ejecutando su primera obra original, llamada “El cazador” la cual presentó en diciembre de ese mismo año en la exposición de la Academia, esa obra era un ensayo de composición escolar que sólo debía contener una figura y ésta debía ser al desnudo, en esa obra el personaje representa al joven Cupido, de la mitología romana, recargado en un tronco y sosteniendo en su mano derecha su arco y en la izquierda un ave muerta. Con esta obra ganó una Bienal de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
De manera extraordinaria en su segunda obra presentó su cuadro “Galileo en la Escuela de Padua demostrando las nuevas teorías astronómicas” En esta obra Félix Parra, demostró su verdadero talento, fino en cada detalle, de líneas, de luz, de colorido, con un conocimiento excelente del claro-oscuro, dejó maravillados a quienes acudieron a la Exposición quienes al ver la regia pintura podían sentirse dentro del cuadro como queriendo escuchar la explicación que el científico Galileo daba al fraile que atento lo escuchaba… En fin, esta obra ejercida con increíble maestría, fue presentada al público en 1873 siendo una grata sorpresa para quienes la contemplaban y que al hacerlo supieron reconocer en el pintor moreliano a un excelente pintor que indudablemente dejaría huella en el arte mexicano.
Después de su cuadro sobre Galileo, Félix Parra realizó otro excelente trabajo, su obra “Fray Bartolomé de las Casas” aquel valiente apóstol defensor de los indígenas, en esta obra se ve a un indígena asesinado y a su viuda que abrazada a los pies del fraile deja ver su sufrimiento, mientras éste con sus brazos cruzados al pecho y su mirada en lo alto pareciera elevar una súplica a Dios. Esta obra fue presentada en una exposición internacional en Filadelfia.
Esta obra le mereció a Félix Parra merecidos y entusiastas elogios, tanto así que cuando el presidente Lerdo de Tejada visitó la exposición le dirigió al artista las siguientes palabras: “Irá usted a Europa a perfeccionar sus estudios en justo premio de sus adelantos y de sus afanes”. Promesa que no se pudo realizar dado los acontecimientos políticos que hicieron que Lerdo de Tejada dejara su puesto.
Afortunadamente en 1878, Félix Parra tuvo la oportunidad de viajar pensionado por la Academia a Europa, y durante cinco años estuvo en Francia e Italia, donde conoció las nuevas técnicas vanguardistas; corrientes como el simbolismo o el impresionismo, Parra se inclinó por el modernismo y el art nouveau, lo que se reflejó en el último periodo de su producción pictórica, en los albores del siglo XX. Su aprendizaje lo transmitió a su regreso a la Academia de San Carlos como maestro de dibujo de ornato, donde tuvo como alumnos a Diego Rivera, Gerardo Murillo Dr. Atl, Julio Ruelas y Manuel Pastrana.
Con la experiencia vivida en Europa, se inspiró en la tradición impresionista y modernista para la representación de paisajes semirrurales, urbano cosmopolitas y escenas costumbristas afrancesadas.
Parra recibió nombramientos como profesor de dibujo de ornato y decoración (1882) y de flora ornamental (1903) en la Antigua Academia de San Carlos, así como el otorgado por la Presidencia de la República en 1908, como dibujante en el Museo Nacional, en sustitución del gran pintor José María Velasco.
El arquitecto y restaurador mexicano Antonio Rivas Mercado, le escribió una carta en agradecimiento por obsequiarle una acuarela en 1907; También recibió otra misiva del pintor Gerardo Murillo Dr. Atl y varias fotografías del cuerpo docente de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
El pintor Félix Parra fue uno de los primeros artistas del siglo XIX, en realizar obras con temas históricos vinculados a la época de la Conquista, formó parte de la primera generación que vivió la restructuración de la Academia de San Carlos, que buscaba darle identidad propia a la pintura nacional. Félix Parra excelente retratista y paisajista, recuperó en sus pinturas temas históricos que otros artistas de su época no abordaban, ubicándolo de esa manera en un lugar destacado en el arte mexicano; su legado se puede apreciar en algunos de sus alumnos como Manuel Pastrana, Julio Ruelas, Germán Gedovius o Saturnino Herrán.
Félix Parra, considerado el mejor pintor académico de Michoacán en la transición del siglo XIX al XX, murió el 9 de febrero de 1919 en Tacubaya, Ciudad de México, pero su espíritu permanece en sus obras para orgullo de México y de los que sabemos apreciar el verdadero arte.