Por: Miguel Ángel Jasso Espinosa
1.1 El mapa de la violencia contra las mujeres en México.
La problemática de la violencia contra las mujeres, en especial del feminicidio, ha causado una profunda preocupación en la sociedad mexicana; pero también ha provocado el interés académico, periodístico y jurídico, y ha llamado la atención de diversos organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, que se han dado a la tarea de investigar y documentar esta inadmisible situación en nuestro país.
Simplemente al cierre del primer semestre de 2019, las notas periodísticas relacionadas con asesinatos brutales contra mujeres en el territorio mexicano, dimensionan la impunidad con la que viven los agresores, así como también la falta de interés de las autoridades federales y estatales para prevenir, investigar y castigar los actos de violencia contra las mujeres en México.
El Secretariado Ejecutivo refiere que, en los primeros siete meses del 2019, murieron 2,173 víctimas de la violencia machista. Es decir que, por día, son asesinadas 10.2 mujeres.
En no todos estos casos, se integró el expediente o carpeta de investigación como “feminicidio”. Porque en muchos casos se habla de “homicidios dolosos”. Aproximadamente 1,610 víctimas mujeres. Unas estadísticas que no han disminuido a pesar de la gran movilización social de las mujeres.
Mientras que en el primer semestre de 2018 se estimó la cifra de feminicidios en México en un número de 500 mujeres asesinadas, en los primeros cinco meses de 2019 se han registrado 563 feminicidios[1]. Si ya de por sí esta cifra es mayor con el primer semestre del año anterior, el siguiente dato es estremecedor: se calcula que, como consecuencia de los últimos ocho meses de asesinatos contra mujeres en México, los feminicidios han dejado 3 mil 400 huérfanos en el país.
Los feminicidios han aumentado año con año: de 411 en 2015, a 600 en 2016, a 742 en 2017, a 893 en 2018.
Apenas habían transcurrido cuatro meses del año en curso cuando las autoridades mexicanas contabilizaron 315 homicidios tan solo para el mes de abril; marzo, con 310; febrero con 272 asesinatos con dolo; y enero con 302.[2]
Se tienen los datos de que, en junio de este año, fueron asesinadas 79 mujeres.
De entre los casos denunciados, se encuentran los delitos sexuales, donde las cifras suman 1,530 casos de abuso en tan solo un mes, dando una estadística en promedio de 51 mujeres agredidas sexualmente por día, dejando un margen de cifra negra en el que se desconoce a las víctimas y sin añadir a todas aquellas que guardan y/o guardaron silencio por miedo a represalias.[3]
Desglosando las cifras para los delitos sexuales de enero a junio, las violaciones sin penetración alcanzan a 2,100 casos en tan solo 30 días y un promedio diario de 70 carpetas de investigación.
En casos de violación simple y equiparada, la cifra se manifiesta en 8,464 carpetas a las que se suman 13,669 por abuso y acoso sexual, 17 por incesto y 745 por hostigamiento sexual.
En un contexto más general, las víctimas mortales aumentaron 97 por ciento en relación a los pasados cuatro años.
El primer cuatrimestre de 2019, también fue el más «sangriento» para niñas y adolescentes, ya que se reportó que de enero a abril 114 menores de cero a 17 años, fueron asesinadas.
En el país, 10 estados concentran más de 65 por ciento de los 1,199 asesinatos en mujeres ocurridos a inicio de año. A la cabeza se encuentra la entidad mexiquense con 152 víctimas de feminicidio y homicidio doloso; Continúa Jalisco, con 102, Guanajuato con 99; Veracruz con 73; Chihuahua con 71 y finalmente la Ciudad de México con 70.
También, hay otros cuatro millones de mujeres a las que han intentado asesinar o ellas han reconocido plantearse el suicidio.[4]
Todos estos datos son fidedignos, registrados por diversos organismos de la sociedad civil.
Una de esas organizaciones es la encabezada por María Salguero, activista y defensora de derechos humanos de las familias de mujeres víctimas de violencia machista, quien se dio a la tarea de hacer un rastreo de las noticias que publica la prensa policial en todo el país, para mapear los ataques. Salguero emprendió esta tarea ante la negatividad del Estado para aportar cifras y elementos que facilitaran un registro preciso sobre los crímenes contra las mujeres. Ella mantiene activo un portal de Internet sobre los feminicidios en México.
De acuerdo con ese mapa, se pueden ubicar datos que sorprenden por la cantidad de información que arroja de cada uno de los feminicidios reportados en México: en muchos asesinatos se sabe que fueron cometidos por quienes, en el momento del homicidio, eran parejas sentimentales de las víctimas.[5] Las formas para cometer los crímenes van del ahorcamiento, lapidaciones, asesinatos a martillazos, entre otras, aunque en la mayoría de los casos las mujeres fueron asesinadas a balazos.
Sus estadísticas indican que la mayoría de las víctimas tenían entre 18 y 30 años; que los lugares con más registros en que los responsables han cometido estos crímenes, son en casa de las víctimas o en la de los victimarios; aunque también existe un número elevado en vía pública, en despoblados o lotes baldíos.
Para organizaciones no gubernamentales, como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, estos asesinatos han ido en aumento porque la autoridad es omisa en la investigación, como en la preservación de la escena del crimen o la cadena de custodia.
Del mismo modo, han señalado que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha mandatado a la autoridad judicial a investigar con perspectiva de género el crimen de mujeres que, por la naturaleza del mismo, tenga que ver con un feminicidio.
La comprensión del feminicidio ha sido un proceso largo; ha implicado desde la documentación hemerográfica hasta el acompañamiento y la documentación de casos; la denuncia y movilización de las madres de las víctimas, acompañadas por las organizaciones de la sociedad civil, que colocaron la problemática a nivel internacional, lo cual favoreció que los organismos internacionales de derechos humanos comenzaran a mirar esta problemática en México.
Apenas el pasado 16 de agosto hubo una manifestación en la ciudad de México donde se demostró el hartazgo de las mujeres ante la falta de políticas públicas eficientes para erradicar el acoso sexual y los feminicidios.
1.2 Definición de feminicidio.
El concepto feminicidio, comenzó a usarse en los Estados Unidos hace 40 años.
La definición más conocida del término feminicidio fue propuesta por la investigadora Diana Russell. Ella estableció un pilar muy importante en la conceptualización de los asesinatos de mujeres como feminicidios, diferenciándolos de los homicidios y femicidios, al visibilizar que los feminicidios son cometidos por razones específicas relacionadas con el género de las mujeres.
Diana Russell utilizó el término femicide por primera vez en 1976 ante el Tribunal Internacional sobre los Crímenes contra la Mujer en Bruselas, para definir las formas de violencia extrema contra la mujer. La misma Russell, junto con Jane Caputi, redefinió este concepto en 1990 como “el asesinato de mujeres por hombres motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres”. Un gran aporte de Russell y Caputi fue visibilizar que los motivos por los que históricamente se han asesinado personas debido a su raza, nacionalidad, religión, origen étnico u orientación sexual, son los mismos por los que se asesina a las mujeres y de este modo enmarcan el femicide como un crimen de odio.[6]
Esta aportación trascendió el aspecto teórico y logró constituirse como una acción afirmativa a favor del colectivo femenino, ya que al nombrar así estos asesinatos es más fácil reconocerlos y ubicarlos en el terreno de la política sexual, y rechazar la idea popular de que se trata de un asunto privado o de cuestiones patológicas excepcionales, o de ambas cosas al mismo tiempo.
Diana Russell propuso también que se debe abordar la violencia feminicida desde la perspectiva de que es un continuum de violencias que enfrentan las mujeres y que en muchos casos puede desembocar en su muerte.
Es decir que la violencia feminicida no se limita al acto mismo del asesinato de una mujer a manos de un hombre. Vale la pena aclarar que la violencia feminicida se refiere a la violencia extrema, que incluye los asesinatos de mujeres o los intentos de hacerlo. Pero en un concepto más amplio, ésta también se refiere “al hecho de coartar el ejercicio de derechos de las mujeres” hasta llegar a la forma extrema de violencia que puede culminar con su muerte profana, aunque no necesariamente.
Los motivos para el feminicidio pueden ser el odio, el placer, la ira, la maldad, los celos, separación, pleitos, robo, la sensación de poseer a la mujer y exterminar a la dominada. Los victimarios, tanto lejanos como cercanos, pueden ser el padre, el amante, el esposo, el amigo, el conocido, el desconocido, el novio, entre otros. Son algunos hombres violentos que creen que tienen todo el derecho de matar a algunas mujeres. Los crímenes en contra de mujeres no son hechos aislados, ni producto de psicopatologías individuales, ni de urgencias biólogicas que nublan la mente de quienes cometen los feminicidios. Los feminicidios, son posibilidades definidas por la cultura de dominación sobre las mujeres. Con acciones tan arraigadas que en muchas ocasiones los agresores no muestran arrepentimiento por privar de la vida a sus víctimas. Las razones que motivan la violencia son tan inverosímiles como variadas y los agresores son en muchas ocasiones “justificados” por múltiples argumentos económicos, sociales, personales, de salud y de honor.[7]
En América Latina, y gracias a la aportación de la investigadora mexicana Marcela Lagarde, se ha transitado del uso del vocablo femicidio, –como traducción literal del inglés– al de feminicidio, ya que “femicidio puede ser sólo interpretado como el término femenino de homicidio; es decir, como un concepto que especifica el sexo de las víctimas”, pero no aporta información sobre el victimario. Con esto, la autora aclara que el término no se refiere sólo a la descripción de crímenes que cometen asesinos contra mujeres de cualquier edad o condición, sino que existe toda una “construcción social de estos crímenes de odio, culminación de la violencia de género contra las mujeres, así como de la impunidad que los configura”.
De esta manera, Lagarde contribuyó al desarrollo del concepto desde el contexto mexicano y, en específico, desde la década de los noventa cuando se hizo visible esta problemática en nuestro país, materializada en decenas de cuerpos de mujeres encontrados en Ciudad Juárez, Chihuahua; fenómeno que se comenzó a conceptualizar como “feminicidio” y que originó una importante producción de textos académicos y esfuerzos de la sociedad civil organizada para poner fin a la falta de protección hacia las mujeres por parte de las autoridades mexicanas.
Lagarde contribuyó también en señalar que el feminicidio en México es además “un crimen de Estado”, ya que éste “no es capaz de garantizar la vida y la seguridad de las mujeres en general, quienes vivimos diversas formas y grados de violencia cotidiana a lo largo de la vida”.[8]
De acuerdo con esta acotación, la voz feminicidio se refiere a “la violencia extrema que se ejerce contra las mujeres y las niñas, que puede desembocar en su asesinato o muerte violenta a manos de varones, ante la inexistencia o ineficacia de un entramado institucional que resguarde el derecho a vivir de todas las mujeres y el acceso a justicia para sus familias”.
Por su parte, Monárrez aporta una tipología del feminicidio, destacando el familiar que se refiere al asesinato de una o varias mujeres de una misma familia, cometido por un hombre. Está basado en relaciones de parentesco entre la o las víctimas y el o los victimario(s).[9] Russell en tanto, marca la diferencia entre feminicidio íntimo y feminicidio íntimo de pareja, ya que el primero puede incluir a cualquier miembro de la familia como al padre y otros, pero en sus estudios Russell encontró que las y los investigadores del fenómeno no incluyen a estos familiares, por lo cual la autora señala que se debe hacer la acotación de feminicidio íntimo de pareja, para que la definición hable por sí misma.[10]
En México, la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) establece que la violencia feminicida es: […] la forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres.[11]
El Estado mexicano concibe la violencia feminicida como un proceso continuo de agresiones o manifestaciones de violencia de diferente tipo e intensidad ascendente, que no necesariamente implica la muerte de la mujer, pero que la coloca en una situación de riesgo latente de afrontar la muerte violenta, ya sea a manos del agresor o bien como resultado directo de la extrema situación en que está inmersa, como suicidio y accidentes fatales a consecuencia del estado físico y emocional de la mujer que encara este tipo de violencia Sin embargo, la amplia definición en la ley no se ve reflejada en los sistemas de prevención y atención de la violencia contra las mujeres ni en los procesos de impartición de justicia; la evidencia señala que la violencia feminicida es asociada en la práctica sólo al asesinato, y desconoce el contexto y las implicaciones familiares y sociales que entraña; es decir, minimiza la historia de violencia previa al asesinato o su intento, y evade el proceso posterior que limita el ejercicio de los derechos de las mujeres víctimas y cercanas a ésta, y desemboca en una situación de riesgo y desolación para las familias.
Por lo anterior, fue trascendental pasar del uso del término femicidio, como un acto único e inalterable que coarta el ejercicio de derechos de las mujeres y las priva de la vida, hacia la utilización de “violencia feminicida” en su sentido amplio y relacional, mismo que es una forma extrema de violencia hacia las mujeres y que puede culminar con la muerte de ellas, pero no necesariamente, por lo que la violencia feminicida abarca también las amenazas de acabar con la vida de la mujer, que encara violencia de cualquier tipo –o la de sus seres cercanos–.
En esencia referimos que el análisis de la problemática del feminicidio y su conceptualización se originaron a partir de una perspectiva sociológica-antropológica; en México se avanzó hacia una perspectiva jurídica que permitió llegar a su tipificación en el ámbito penal con la implementación del “tipo penal” de feminicidio en 31 entidades federativas y a nivel nacional (2012 y 2013).[12]
1.3 Dimensionar las cifras del feminicidio en México
Para dimensionar las cifras del feminicidio en México existen diversos organismos internacionales, instituciones gubernamentales y una amplia red de organizaciones de la sociedad civil. En el orden internacional se puede consultar el Fondo Fiduciario de la ONU para Eliminar la Violencia contra la Mujer. En el ámbito nacional se tienen fuentes de referencia como El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. Una fuente más de consulta para analizar los homicidios dolosos de mujeres en el país, son las Estadísticas de mortalidad del INEGI, con información sobre las defunciones de mujeres por homicidios. Existe la página de Panorama de violencia contra las mujeres en México. Otra fuente de información es la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011; existe también una muy difundida literatura.
1.4 Las cifras de miedo
De acuerdo con una encuesta elaborada por la Fundación Thomson Reuters (2017), la Ciudad de México es la sexta megaciudad más peligrosa para las mujeres en el mundo, y la cuarta al considerar los riesgos que enfrentan las capitalinas de sufrir violencia sexual, acoso y violación. Según esta encuesta, en comparación con otras megalópolis del globo, las habitantes de la capital mexicana padecen de un escaso acceso a la salud –entre otros respecto a la salud reproductiva y la mortalidad materna– y a las oportunidades económicas. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), las autoridades de la Ciudad de México registraron dos mil 265 denuncias por delitos sexuales en 2016, equivalentes a 6.20 cada día. Este número no toma en cuenta la “cifra negra” de delitos no denunciados. [13]
Así tenemos en una simple muestra aleatoria de la República Mexicana que, de conformidad a los datos de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, entre el periodo que va de 2011 y el 2017 se registraron 338 feminicidios; mientras que entre 2011 y 2014 el promedio anual fue de 40 a 47 delitos de ese tipo, para 2015 y 2016, la cifra creció hasta 61 y 68 respectivamente.[14]
De acuerdo con investigaciones periodísticas, las Procuradurías de Justicia y Fiscalías estatales del país tienen registrados 8,904 asesinatos de mujeres en los últimos cuatro años –de 2014 a 2017–. Apenas el 30 por ciento de estos casos, es decir, 1,886 asesinatos, se han investigado como “probables feminicidios”. Organismos de la sociedad civil refieren que, en pocos de estos casos, se llegará a una condena.[15]
En los meses correspondientes a septiembre 2018 y enero 2019, en México fueron asesinadas por lo menos 23 niñas y adolescentes, quienes primero desaparecieron misteriosamente y a quienes posteriormente se les localizó sin vida.
De acuerdo a las indagatorias recabadas por las autoridades estatales, en la mayoría de los casos las menores fueron víctimas de abuso sexual.
Sólo en el primer semestre del año se registraron en el estado de México, 470 casos de feminicidio, de los cuales 49 eran menores de 18 años. No obstante, de acuerdo con la activista María Salguero, en sus informes presentados en su página Los feminicidios en México, de septiembre de 2018 a enero de 2019, ella registró mil 649 expedientes de feminicidio, de los cuales 118 corresponden a menores de edad.
Así hasta llegar a 2019 en el que, en los primeros siete meses, se han registrado 2,173 víctimas de la violencia machista en todo el país.[16] Cada uno de éstos como una verdadera historia de terror que ha llenado de luto a cientos de familias mexicanas.
Es justa la exigencia de las mujeres para poner fin a toda esta violencia que los distintos gobiernos de todos los colores o filiaciones políticas no ha querido comprender como un problema nacional.
BIBLIOGRAFÍA
Diana E. Russell y Jill Radford, (eds.), Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, México, Universidad Nacional Autónoma de México. 2006, 716 pp.
Diana E. Russell y Roberta A Harmes: Feminicidio, una perspectiva global, (presentación a cargo de Marcela Lagarde) Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, 2001.
HEMEROGRAFÍA
Fragoso Monárrez, Julia Estela: “La cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999”, Tijuana, México, El Colegio de la Frontera Norte, A.C. Frontera Norte, vol. 12, núm. 23, enero-junio, 2000.
Hernández Aída: “500 feminicidios en México en lo que va del año”, México, Huffost, 7 de abril de 2018.
Huerta, Violeta: “Suman 33 feminicidios y 128 homicidios dolosos de mujeres en Edomex durante este 2017”, México, El Sol de Toluca, 30 de julio de 2017.
Monárrez, Julia: “La cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999”. Frontera Norte 12 (23), 2000, p.p. 87-117.
Vega, Andrea: “Las omisiones y negligencias que dejan impunes los feminicidios en México” en Animal Político.
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS
[4] La mayoría de las mujeres casadas o con novio han sufrido algún tipo de violencia machista, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística 2018. Es decir, más de 12 millones de mujeres soportan el terror al interior de sus casas, y en la intimidad de su relación. Pero, una de las cifras más alarmantes es que alrededor de 8,000,000 han sido asfixiadas, cortadas, quemadas, y han reconocido padecer depresión. Casi tres mujeres son asesinadas al día, además de que por lo menos 49 sufren abuso sexual, quedando estos datos no solo en números, sino en una situación de alerta por la cantidad de personas afectadas https://bit.ly/2MoETbe
[5] Hernández Aída: “500 feminicidios en México en lo que va del año”, México, Huffost, 7 de abril de 2018 en: https://bit.ly/2y6T91X
[6] Diana E. Russell y Jill Radford, (eds.), Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, México, Universidad Nacional Autónoma de México. 2006, 716 pp.
[7] Fragoso Monárrez, Julia Estela: “La cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999”, Tijuana, México, El Colegio de la Frontera Norte, A.C. Frontera Norte, vol. 12, núm. 23, enero-junio, 2000.
[8] Diana E. Russell y Roberta A Harmes: Feminicidio, una perspectiva global, (presentación a cargo de Marcela Lagarde) Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, UNAM, 2001.
[9] Monárrez, Julia: “La cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999”. Frontera Norte 12 (23), 2000, p.p. 87-117.
[10] Diana E. Russell y Roberta A Harmes: Feminicidio, una perspectiva global, op. cit. p.p. 57 -71
[12] En este periodo fue que se aprobaron la mayoría de las iniciativas del tipo penal de feminicidio en el país.
[13] Según la encuesta que la fundación realizó con base en entrevistas a 380 expertos en asuntos de género, en las ciudades del Cairo, Karachi, Kinshasa y Dehli reina el ambiente más hostil hacia las mujeres, mientras que Londres, Tokio y Paris recibieron las calificaciones más altas https://bit.ly/2ys8gCb
[14] Huerta, Violeta: “Suman 33 feminicidios y 128 homicidios dolosos de mujeres en Edomex durante este 2017”, México, El Sol de Toluca, 30 de julio de 2017. https://bit.ly/2yoY5j1
[15] “Las omisiones y negligencias que dejan impunes los feminicidios en México” en Animal Político; véase en: https://bit.ly/2IQ9uZl