Por: Graciela Cruz Hernández
Nació Francisco Fernández, el 10 de diciembre de 1899 en la Ciudad de México, nació en el seno de una familia culta, pues su padre también llamado Francisco Fernández del Castillo, fue un importante investigador de finales del siglo XIX y es a quien se debe el haber organizado el Archivo General de la Nación.
Francisco estudió primeramente en un colegio particular llamado Liceo Fournier y posteriormente, en 1913, en la Escuela Normal. Posteriormente ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria. Al concluirla se matriculó en la Escuela Nacional de Medicina, en 1917.
Su gusto por su profesión la describió de la siguiente manera: “Yo amaba a la medicina como a una misteriosa y bella mujer cuya alma se desconoce”.
Cuando aún estaba a la mitad de la carrera, comenzó a trabajar en el Hospital General de la Ciudad de México y en el “Hospital Juárez”. Terminó la carrera en 1922, y el 8 de mayo “a las 11 de la mañana” presentó su examen profesional defendiendo la tesis: Estudio semiológico sobre el dolor de cabeza. Su examen fue aprobado por unanimidad.
Instaló su consultorio en Tacubaya, que en ese tiempo eran aun un pueblo; después se cambió al centro de la ciudad y luego a otros sitios.
En 1926 ingresó a la Escuela de Medicina como ayudante de profesor de Terapéutica médica, iniciándose así una carrera docente que duró 57 años ininterrumpidos, en la cual ocupó todos los puestos dentro de la Facultad.
Fue profesor de diversas cátedras entre las que destacan la de Fisiología, de Farmacología y la de Historia de la Medicina, en la misma Facultad; fue fundador de las cátedras de Farmacología y Terapéutica en la Escuela Nacional de Odontología. En la Escuela Nacional Preparatoria impartió las asignaturas de Física médica e Higiene general.
Ocupó varios cargos en la Facultad, de los que sobresalen: Miembro del Consejo Técnico Consultivo en 1944, secretario general, desde mayo de 1946 a marzo de 1948. También fue jefe del Departamento de Farmacología en 1952 y jefe-fundador del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina en 1956.
Fue director interino en varias ocasiones. El más reconocido interinato fue el periodo de dos meses que ocupó dicho puesto, del 1° de diciembre de 1970 al 1° de febrero de 1971, por la renuncia del doctor Carlos Campillo Sáinz cuando ocupó la subsecretaría de la SSA.
Sobresalió en el campo de la Historia de la Medicina. Sobre esto el doctor Enrique Cárdenas de la Peña, nos dice: “Con él se inicia la verdadera era de la historia de la medicina mexicana contemporánea. Crea una escuela. Se preocupa con gran pasión por la enseñanza y la divulgación de cuanto atañe a los estudios histórico-médicos”.
Sobre el Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, la historiadora Sonia Flores dijo lo siguiente: “Este departamento se remonta al año de 1956, cuando se funda a instancias del entonces director de la Facultad, doctor Raoul Fournier Villada, inquieto médico, quien con fina inteligencia y una gran sensibilidad, pudo apreciar la necesidad de crear un área que permitiera conservar para la posteridad la memoria de la Escuela de Medicina en nuestro país (…) con el nombre de Departamento de Historia y Enseñanza Complementaria”.
Fundó la Biblioteca Histórica “Nicolás León”, el Archivo Histórico de la Escuela de Medicina y el Museo de la Medicina Mexicana.
Fue miembro de muchas agrupaciones, tanto nacionales como extranjeras, entre las que destacan: la Academia Mexicana de Cirugía; Academia de Ciencias Físicas y Naturales de La Habana, Cuba; Societé Internationale de Historie de la Medicine; Academia Nacional de Ciencias (Antigua Sociedad Científica “Antonio Alzate”); Academia Mexicana de Historia y Geografía y Académico de número de la Academia Mexicana de la Lengua.
Fue uno de los 13 miembros fundadores de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, siendo el segundo en ocupar la presidencia de ella, en el periodo de 1959-60.
Reconocido como profesor emérito de la Facultad de Medicina, el 17 de noviembre de 1977.
El doctor Fernández del Castillo, escribió 15 libros y más de 300 artículos dispersos en innumerables revistas, principalmente en “El Médico” en donde tuvo una sección por más de diez años. Utilizó el seudónimo de Bernardino de Buelna, en varios de sus escritos por mucho tiempo. Gran parte de sus escritos está reunida en una antología, publicada por el Departamento que él fundó.
El doctor Fernández Castillo fue una persona bondadosa, querido por sus compañeros y alumnos, los cuales cuando él cumplió 50 años de vida profesional, le publicaron un libro de homenaje, en el que participaron grandes personalidades de la medicina y las letras.
Juan Somolinos describe su vocación de la siguiente manera: “Desde joven, con muchas inquietudes intelectuales, y bajo la influencia de su padre (…) don Francisco emprendió la tarea de mantener una tradición. Nunca perdió su profesión de médico y su vocación de historiador”.
Al final de sus memorias el doctor Francisco Fernández del Castillo, escribe lo siguiente: “Cuando me han pedido datos biográficos, digo sinceramente que no tengo biografía, me he conformado con seguir las palabras que dijo San Pablo a su discípulo Timoteo: ‘Luché en buena pelea, mi carrera ha terminado, conservé la fe”.
Este gran hombre murió el 13 de noviembre de 1983, a pocos días de cumplir 84 años de una vida bien aprovechada, tal como lo dijo al hacer alusión a las palabras de San Pablo.