Por: Graciela Cruz Hernández
Nació en Yahualica, Jalisco, el 11 de enero de 1905. Provenía de una familia humilde, su padre Eusebio Ruvalcaba, era músico en una banda de su pueblo, su madre Basilia Romero ayudaba a los gastos del hogar cosiendo ropa ajena. Higinio fue bautizado en Guadalajara, ciudad donde sus padres decidieron quedarse a vivir. Vivían en el barrio de San Juan de Dios donde Higinio creció escuchando la música de mariachi.
Cuando tenía cuatro años, obtuvo su primer violín, hecho de madera y carrizos. Y en un violín que al poco tiempo le compró su padrino Atilano González, Higinio empezó por intuición a imitar las melodías que oía, y con facilidad mostraba día a día sus posibilidades y grandes talentos musicales; tanto así que su padrino Atilano, se lo llevó a tocar a su grupo al que pronto le nombraron “El Niño” pues era algo fuera de lo común ver a un infante violinista y aún menos verlo formar parte de un mariachi, y aparte Higinio llamaba todavía más la atención porque tocaba el violín con la mano zurda.
Federico Alatorre, modesto violinista y maestro, obligó a don Eusebio a retirar al niño de esa vida y a que le permitiera asistir a su academia. En ésta, Higinio permaneció tres años y tuvo como profesor a Ignacio Camarena, quien lo obligó a tocar de forma diestra. A Higinio ya con nueve años, no le gustaba la academia, pero afortunadamente su padre comprendiendo el gran talento de su hijo y haciendo valer su autoridad, lo obligó a ir a otro instituto, al del maestro Félix Pereda, forjador de violinistas jaliscienses. A pesar de su poca edad el maestro Félix Pereda lo recibió bajo su cuidado y tutela. Higinio obedeció a su padre y pagó él mismo a su corta edad sus clases, con el dinero que ganaba tocando por las tardes en los mercados, parques y áreas públicas.
Félix Pereda violinista de formación. Tenía su cuarteto llamado “Pereda”, era director de orquesta y hombre cabal. Aplicó en Higinio todos sus conocimientos del violín, al punto de que tres años después, en 1917, a sus doce años, Higinio Ruvalcaba dio su primer concierto como solista, en el Teatro Degollado. Dirigió Félix Pereda la Sinfónica de Guadalajara y el difícil concierto de Max Bruch es la obra con la que debuta como virtuoso del violín. En la primera fila lo aplaudió su madre doña Basilia, quien orgullosa admiraba a su hijo, vestido con en el traje que ella misma en su pobreza le confeccionó con la tela de una vieja cortina de terciopelo.
Félix Pereda, reconociendo el talento del adolescente lo nombró primer violín de su cuarteto, y Félix decide sentarse en el sitio del segundo violín. Toca así los cuartetos de los grandes compositores clásicos; pero al agotarse el repertorio, Ruvalcaba sin haber recibido clases de composición ni armonía, consiguió papel pautado y empezó a componer un cuarteto tras otro. Entre sus catorce y quince años, escribe catorce cuartetos, el sexto de los cuales sería estrenado hasta 1956 por el mundialmente famoso cuarteto Lener, en el Palacio de Bellas Artes ¡Treinta y seis años después!
El maestro Pereda ya había enseñado todo lo que podía a su brillante alumno. Después Higinio sufrió la muerte de su madre, un fuerte golpe en su vida, y decidió irse en 1920 a la Ciudad de México.
Ruvalcaba intentó recibir clases del maestro Julián Carrillo, quien lo emplea como mozo, más tarde se inscribe en el Conservatorio Nacional de Música, en la cátedra de violín del gran violinista español Mario Mateo. De 1922 a 1925 se convierte no sólo en el mejor discípulo de violín del Conservatorio, sino en el jugador de básquetbol más entusiasta. Lo apodaron: «El Chapulín», pues para lograr encestar brincaba más que los demás a pesar de su corta estatura.
Higinio se inscribió en la Asociación Cristiana de Jóvenes, practicó gimnasia y box con la asiduidad de un futuro campeón. Sólo el violín lograba distraerlo de sus prácticas deportivas
En 1921 fundó el Cuarteto Ruvalcaba. Compone para ellos sus Cuartetos del 15 al 22; además compone un Concierto para contrabajo y orquesta, un Quinteto para piano y cuerdas, numerosas Piezas cortas para violín y piano, Poemas sinfónicos, dos sextetos de cuerdas y canciones populares.
Para mantenerse económicamente, trabajaba en salones de baile, cines y cabarets, donde lo mismo tocaba el violín que el piano o el cello.
Se casó con Sabina Saucedo, con quien tuvo una hija, pero la unión terminó pronto. Ingresó a la Orquesta Típica que dirigía Miguel Lerdo de Tejada y viajó a los Estados Unidos. Higinio tocaba como violinista o guitarrista, según lo requería la orquesta.
En esa etapa, se enamora de Ángela Silva Bishop, con quien a los 23 años se unió en matrimonio, tuvieron cuatro hijos.
Como violín segundo, se incorpora a la Orquesta Sinfónica de México, sitio que mantendrá de 1928 a 1931. En este año surge la oportunidad que esperaba: un concurso de violín para todos los violinistas residentes en México. El premio: tocar como solista con la Sinfónica de México el Segundo concierto en re menor de Wienaiwsky. Ruvalcaba se preparó dando lo mejor de sí. Cabe decir que a causa del box perdió la visión del ojo derecho y por una fractura sufrió parálisis permanente del dedo cordial de la mano izquierda, pero a pesar de ello triunfa en el concurso iniciando así su actividad como concertista.
Su Cuarteto Ruvalcaba en 1932 sorprendió a la crítica tocando de memoria una temporada (algo inaudito en música de cámara)
Ya con el apoyo que necesitaba, en 1935 lo nombran concertino de la Orquesta Sinfónica de México, privilegio que conservó hasta 1940.
En 1937, el Cuarteto Ruvalcaba alternó con el Cuarteto Coolidge en el Festival de Música Panamericana. Se suscitó un duelo entre el cuarteto norteamericano y el mexicano. Van a la par, con una salvedad: en el último concierto, ¡el Cuarteto Ruvalcaba tocó de memoria!
Ruvalcaba, no había disfrutado de su infancia y ahora vivía en plenitud cada segundo, y eso le ganó antipatías y rechazos de los promotores de conciertos quienes decían que era un mal ejemplo y lo relegaban como solista. Su fuerte temperamento lo distanció de Carlos Chávez, director de la Sinfónica de México y jerarca de la música nacional. Higinio se separó de la orquesta y se preparó para otro concurso.
Julián Carrillo estaba en la cima, y el concurso convocaba a los violinistas a tocar la primera Sonata para violín solo, del creador del Sonido 13. Se presentaron violinistas de las más diversas escuelas y Ruvalcaba se llevó el premio. Nunca más volvería a ser concertino de la Sinfónica de México.
Sucedió un hecho de especial importancia en su carrera. El Cuarteto Lener, ofrecía en México una temporada, pero perdieron a su primer violín: Jeno Lener. Entonces uno de sus integrantes, propuso la inclusión de Ruvalcaba como primer violín. Por su talento y capacidad Higinio Ruvalcaba se integró al Cuarteto Lener y éste decidió radicar definitivamente en México. A partir de su exitoso debut en Bellas Artes, con su nuevo y flamante primer violín, el 4 de diciembre de 1942, el Lener daría temporadas con lo más representativo de la música para el género. Fueron veinticinco años de labor en el cuarteto.
Hacia el año de 1946 Ruvalcaba se casó nuevamente, ahora con Carmela Castillo Betancourt, pianista consumada, con quien formó un dúo de violín y piano, procrearon tres hijos.
Higinio Ruvalcaba se convirtió en violinista solicitado. Elogiado por grandes directores y violinistas. Recibe homenajes, toca continuamente en el extranjero y da conciertos por toda la República. Trabajó como concertista, cuartetista, violinista al lado de su esposa, director de la Sinfónica de Puebla y de la Orquesta Filarmónica de México, además de primer violín de las orquestas cinematográficas. Desafortunadamente en 1970, en Guadalajara, durante la interpretación de un concierto, sufrió un síncope. No muere, pero no podrá tocar más el violín por una artritis que le inutiliza los dedos. A partir de ahí sus últimos años los mitiga escuchando las grabaciones domésticas de sus conciertos y recitales. Higinio murió el 15 de enero de 1976.
Higinio Ruvalcaba compuso numerosas obras: 22 cuartetos para cuerda, 1 quinteto, 3 miniaturas para cuarteto, 4 conciertos para violín y orquesta, tríos para cuerdas. Realizó las transcripciones para violín y piano de los 24 caprichos de Paganini, originalmente escritas para violín, así como composiciones de canciones populares de corte romántico como: Chapultepec, Juventud, Mi primer amor, Felicidad, Carmen, Josefina y Rebeca, entre otras.
Fuentes:
https://cultura.nexos.com.mx/?p=5945
https://www.jalisco.gob.mx/es/jalisco/Jaliscienses%20distinguidos/ruvalcaba-romero-higinio