Por: Justo Mirón
Ya me visualicé: por 500 pesotes, por módicos 25 dólares me haré con un avión que vale miles de millones de pesos, y todo por una ocurrencia del hombre que cobra, ¡Y más barato que Peña! Como presidente de nuestro país.
Claro, no será fácil, otros 5,999,999 mexicanos tendrán el mismo sueño. Supongo que la rifa del avión presidencial se limitará a mis compatriotas, no me gustaría que la aeronave quedara en un indocumentado centroamericano, de los que tanto le gusta cobijar al actual gobierno, y no es por discriminar, pero supongo que algo hemos contribuido para pagar los gastos del TP-01 con nuestros impuestos.
En fin, ya me vi ofreciéndome como padrino para los 15 años de la hija de mi compadre, ¡Imaginen su sorpresota cuando en vez de una limusina alquilada le llegue con un avión para llevarla a la fiesta con los chambelanes!
Pero en fin, suponiendo que sea el suertudote ganador, me encontraré con varios problemas prácticos. Primero, dónde estacionarlo. Supongo que a los vecinos no les hará gracia, si casi llegamos a los golpes, a veces, por un coche mal colocado, ¿Qué será con un avión? Pero nuestro presi que piensa en todo dijo que me permitirá tenerlo en un hangar de la Fuerza Aérea, ¿Pero si se le ocurre guardarlo en Santa Lucía y yo tengo necesidad de usarlo para el super? Pues no sé.
Y después, manejarlo, no es tan sencillo como hacerlo con una moto, el hijo de un amigo estudia para piloto y me dijo que para volar ese avión se necesita un curso muy especializado, que él no podría, pero que si yo le pagó a él y a otros cuates, se necesita una tripulación, pues que se anima. Ya no podría usar a los militares que aprendieron a volar el TP-01, que yo rebautizaría como el T-JM, porque pues no serían mis empleados, ya que son trabajadores del gobierno. Otro pequeño escollo.
¿Y los impuestos? Claudia Sheimbaum dijo que me condonaría el 6% del valor del avión y que hasta me ayudaría a lavarlo, ya ven que ella es muy buena en barrer y trapear, ¿Pero a llenarle el tanque? Por lo que sé la turbosina está carísima y decirle a un despachador “Llénelo”, es algo que veo arriesgado porque no sé en cuánto me saldría.
Entonces, la mejor salida tras de que al menos lo usara una vez, estaría igual que Trump o Luis Miguel, sería venderlo. ¿Pero si el presi con toda su sagacidad e inteligencia no ha podido hacerlo, cómo le haría yo? ¿Lo anunciaría en un periódico? ¿En mi página de feis? ¿Por mi Instagram? ¿En mercado libre?
¿Y a cuánto lo vendería? ¿El gobierno me daría chance de darlo en 10 mil pesos? ¿Si es así me acusarían de lavado de dinero? ¿Tendría que pagar ahora sí impuestos?
Quizá tendría que rentarlo. ¿Crearía mi empresa? ¿Me lo permitiría Hacienda? Necesitaría todo un equipo especializado: contadores, la tripulación como ya comenté arriba, mecánicos, pagar un seguro -supongo que sería responsable por si -Dios no lo quiera- ocurriera un accidente.
Luego, al ser el dueño de un avión, espero que el premio se me entregara frente a todo el país, en una mañanera, los ladrones pensarían que soy muy rico y de esta forma sería susceptible de secuestro, si de por sí ya es un riesgo salir a la calle en nuestro país, al ser el poseedor legítimo de un bien tan preciado los delincuentes pensarían que soy un blanco muy apetecible.
Mientras más lo pienso veo que comprarme un cachito es mucho más complicado de lo que creía, que ganarme el avión me generaría una serie de problemas para los que no estoy capacitado.
La conclusión, es creo que ustedes coincidirán conmigo, que rifar el avión es una IDEOTA muy a tono con lo que a diario hace y dice López, el de Palacio Nacional.