Por: Regina Santiago Núñez*
«El aislamiento es el peor consejero posible»
Miguel de Unamuno (Don Quijote y Bolívar y otros ensayos)
Llevo ya varios minutos, quizás incluso ya algunas horas, mirando fijamente la imagen de nuestro Quijote para encontrar la frase de arranque de esta segunda colaboración para la revista electrónica del Instituto de Investigaciones Históricas, Políticas, Económicas y Sociales (IDIHPES).
Son muchos los temas sobre los que podríamos conversar, aunque todos tiene raíz en el estilo personal de gobernar de Andrés Manuel López Obrador: un hombre que se quedó atrapado en su representación del eterno candidato presidencial y no ha querido aceptar que cuando fue proclamado Presidente de la República Mexicana debió enterrar el pensamiento electorero para dar paso al pensamiento de estadista, a las responsabilidades de gobierno; a la toma de decisiones en beneficio de un país y no de una camarilla.
¿De qué hablar? Aprieto los dientes al recordar el momento en que me enteré de que Fátima, la pequeña de apenas 7 años que desapareció al salir de su escuela en una zona pobre y muy violenta de la Ciudad de México, fue hallada muerta, con huellas de tortura, en un basurero. Sus familiares y algunos periodistas sospechan de tráfico de órganos. La jefa de Gobierno habló de una cadena de omisiones e incluso de negligencia de algunas autoridades bajo su mando.
Aprieto más los dientes cuando pienso en la manera en que el tema ha sido tratado en las conferencias matutinas del presidente, provocando reacciones de ira y la vieja táctica de que la mejor defensa es el ataque. Pero el presidente no enfureció contra los asesinos de la niña Fátima, ni contra los que han matado a muchas otras mujeres en los últimos años; el presidente descargó su ira contra quienes han criticado su manejo del caso.
El primer día, el presidente respondió que ese y otros crímenes son producto de la descomposición que le heredó el neoliberalismo y su gran estela de corrupción. Cierro los ojos, aprieto más los dientes y me repito una frase: El tema no debería prestarse a la manipulación política. Luego viene un intento de solución. Esta muerte debería ayudarnos a crear conciencia y a trabajar desde todas las trincheras para evitar que esto siga sucediendo. Hay mucho que hacer en las escuelas; hay mucho que hacer en las familias. Pero, sobre todo, hay mucho que hacer para educar a nuestros gobernantes para que abran los ojos hacia la gran responsabilidad que aceptaron con el cargo.
Cierro los ojos y pienso. Cierro los ojos y sueño. Cierro los ojos y me pierdo en un laberinto de espejos.
- Bienvenida a este espacio que has elegido para ponerte en contacto conmigo, me dijo nuestro Quijote con una sonrisa melancólica. Yo soy tu sueño, tu puerta abierta a la inmortalidad a través del pensamiento y la palabra.
Su comentario me hizo esbozar también una sonrisa.
- Y estamos hechos de la misma materia de nuestros sueños, le respondí buscando un gesto cómplice, citando a Shakespeare de memoria.
- ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son…
- Conoces bien a Calderón de la Barca, le dije divertida. Pues hoy yo te invoco como muchos otros antes que yo: Cervantes, Miguel de Unamuno, mi abuelo De Murga y el propio Adolfo López Mateos. Pero no sé si siempre se te invoca con la misma angustia.
- Crecer duele, me dijo con un tono que me pareció paternal. Quienes invocan al espíritu quijotesco es porque quieren cambiar al mundo, porque sienten que algo no está en su lugar. ¿Qué es lo que hoy tú sientes que no está en su lugar?, preguntó en un tono que ahora me pareció sicoanalítico.
- Me angustia, me duele mi querido México, respondí volviendo al tono melancólico. Es el país que amo y en el que me he topado con mucha gente buena, pero que hoy me ha mostrado su rostro herido y enfermo, su faceta cruel en la que alguien es capaz de asesinar a una niña de 7 años y un gobernante nos parece incapaz de mostrar un mínimo de empatía con las víctimas.
Nuestro Quijote permaneció un largo rato en silencio. Luego me dijo con voz grave: Un gobernante debe ser justo, pero sobre todo misericordioso. Debe sentir compasión por las víctimas, entendiendo la compasión como un acto de empatía, de ponerse en sus zapatos, de hacer suyo el dolor ajeno. Sufrir con ellos, pues…
- Algo así publicaron tus paisanos del periódico El País, y lo único que lograron fue enfurecer más al presidente quien no tuvo mejor idea que insultarles en su conferencia mañanera, señalé con un suspiro.
- ¿Pues qué fue lo que le dijeron que tanto le enfureció?, preguntó nuestro personaje.
- Palabras más, palabras menos lo regañaron por lucrar políticamente con un tema como el del asesinato de una niña y lo mandaron a tomar un curso sobre cómo tratar la violencia de género, porque lo señalaron como un ignorante en la materia.
- Menuda reprimenda pública la que se ha llevado tu presidente, me dijo nuestro personaje y soltó una carcajada. Luego, tras unos minutos de permanecer en silencio, me preguntó cómo andaba su soberbia.
- Me parece que es mucha, respondí con un dejo de tristeza.
- Hay mucho que trabajar con ese hombre, respondió nuestro Quijote. Alguna vez, cuando aconsejé a Sancho sobre la mejor forma de gobernar el territorio que le ofrecieron, le dije que un gobernante debe ser honesto, justo y compasivo. Y yo en lo personal —dijo con voz aún más grave— siempre empuñé mi espada en defensa de los desvalidos y todavía con más ahínco en defensa de las mujeres agredidas por la bestialidad de algunos hombres.
La voz de nuestro Quijote siguió sonando en mi conciencia para luego transformarse en una melodía cada vez más lejana que me sumergió en un sueño profundo; el mar de la tranquilidad y la inconciencia. La oscuridad, la calma. La imagen del sueño imposible que por un momento se volvió tan real, ante las palabras de un hombre sabio, noble y bueno. Un mundo regido por el amor, la compasión y la armonía. Pero cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba ahí. ¿Lograremos hacerlo entrar en razón? Ese será el tema de la próxima aventura.
Para Diegui, el gran guerrero que sabe muy bien que el amor puede vencer a la muerte.