Por: Regina Santiago Núñez*
A los visitantes de la FIL de Minería 2020, con profundo agradecimiento.
Para construir el México que queremos necesitamos una comunicación del lado de la gente; una historia del lado de la gente; una política del lado de la gente. Una política hecha para beneficio del ciudadano y de la ciudadana de a pie; creada para apoyar a los que realmente sostienen con su esfuerzo y su talento a este país. El discurso oficial se agotó desde hace muchos años. Hay que cuestionarlo con argumentos. Hay que sacudir las conciencias y buscar soluciones creativas a problemas añejos. Se necesita un cambio y ese cambio debemos hacerlo nuestro.
Estas son las frases que reiteré una y otra vez a los visitantes del stand del IDIHPES (Instituto de Investigaciones Históricas, Políticas, Económicas y Sociales) en la Feria Internacional del Libro en Minería. No se trataba únicamente de vender el libro que escribí sobre mi abuelo: Gonzalo de Murga, un Quijote en México. Tampoco se trataba solamente de vender la charla que sostuve con Héctor Aguilar Camín hace 10 años, al conmemorar los centenarios de la Independencia y la Revolución y los 50 años de la carrera de Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Se trataba y se trata de aprovechar cada momento de esta nueva década 2020 para repensar el México que queremos y cómo habremos de construirlo. De eso también se trata este texto.
Quedan en mí las imágenes de esos exitosos hombres profesionistas que compraron el libro y el DVD con la entrevista, pero especialmente que “compraron” la idea de que el quijotismo no es sólo una referencia literaria, sino que fue también una reflexión filosófica que conectó a Gonzalo de Murga (mi abuelo) con Miguel de Unamuno; a Unamuno con Ignacio de Loyola; al abuelo De Murga con Isidro Fabela y al padrino político de Adolfo López Mateos con su ahijado. El quijotismo no sólo es literatura, filosofía o política; es también una actitud ante la vida. Tú, querido lector (a) que has seguido hasta aquí el hilo de esta trama y seguirás recorriendo los párrafos de este texto, también has sido llamado a incorporar ese quijotismo no sólo a tus pensamientos, sino a tu acción y a tu creación.
Muchas imágenes se agolpan en mi mente al recordar los encuentros en la FIL de Minería. Mis profesoras en el Instituto Técnico y Cultural (el ITYC); mis excompañeras en la UAM- Xochimilco; mis exalumnas en la Ibero. Pero quizás mi imagen favorita es la de una mujer de unos 35 años que interrumpió mi charla y me dijo: “Espera, porque lo que dices es importante y quiero que lo escuche mi hija”. Minutos después regresó con una chica de 17 años, acompañada por su amiga, ambas alumnas de un CCH. Hablamos de libros, entrevistas y Quijotes; y de la necesidad de aprender a soñar sueños, no de dormir, sino de transformar el mundo, como decía don Miguel de Unamuno. Con esa imagen cerré los ojos y me iluminó una sonrisa cómplice. El universo puede acomodar las piezas. Van embonando, interactúan; funcionan. Se cumple lo que se debe de cumplir.
—Bienvenida nuevamente a nuestro espacio, me dijo nuestro Quijote con
esa sonrisa melancólica que le caracteriza.
—Antes que nada quiero decirte que me ha llenado de alegría constatar que hay mucha gente que sigue pensando que el quijotismo puede ser la luz que guíe la necesaria transformación no sólo en la manera de actuar de los políticos, sino que puede ser la chispa para las “pequeñas revoluciones cotidianas”, las que se dan en las parejas, en las familias, en las escuelas, en los sitios de trabajo; esos cambios que cuentan, los que hacen la verdadera diferencia.
—Pero si eso tanto te alegra, me dijo nuestro amigo, ¿por qué observo que tu rostro comparte mi melancolía?
—Me duele nuevamente mucho de lo que ocurre en nuestro México, dije con un suspiro, para luego acotar que ese dolor es cada vez más agudo al percatarme que la ira está anidando en el alma del hombre más poderoso de mi país; para contarle sobre los videos que la tarde del domingo 1 de marzo circularon en redes sociales mostrando a Andrés Manuel fuera de sí, vociferando para defender a su amigo el gobernador de Tabasco y al presidente municipal de su natal Macuspana. Le dije a nuestro Quijote que la gente gritaba para hacerle saber al presidente que los apoyos que él prometió para sus paisanos no llegaban, y el presidente gritaba cada vez más fuerte para denunciar a los quejosos diciendo que la mentira era obra del demonio; que la mentira era reaccionaria; que la mentira era conservadora.
—Tal parece que ese presidente tuyo está sufriendo las fiebres del virus del poder, me dijo nuestro personaje antes de señalar en tono solemne: Recuerda que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.
—¿Qué esa no fue la sentencia con la que se hizo famoso aquel historiador británico, Lord Acton, cuando cuestionó a los defensores de la infalibilidad de los papas?, pregunté con sorpresa al ver que mi inconsciente ponía en boca de nuestro Quijote una cita equivocada.
— Tal vez, respondió nuestro personaje con una sonrisa. Pero tienes que reconocer que esa era la mejor respuesta ante la imagen que me describiste. Pienso en él, me dijo, como en esos animales salvajes que rugen cada vez más fuerte cuando se sienten solos y acorralados.
—Lo que me dices me hace recordar el comentario de un periodista, Joaquín López Dóriga, quien dijo en su programa de radio que el presidente defendió al gobernador y al alcalde porque son su gente; porque él los puso ahí. Dijo también que el presidente no se quiere dar cuenta de la gente tiene razón al quejarse porque tal vez los apoyos no llegan porque hay quienes se encargan de interceptarlos en el camino. El cree que su palabra es la ley, pero no lo es para todos, agregué parafraseando la célebre canción de José Alfredo.
—Tu presidente cree que lo sabe todo, que lo puede ver todo, que todo es como antes, cuando la gente de su terruño lo consideraba como uno de los suyos y todos protestaban contra el gobernante en turno, contra el abuso de poder, me dijo mientras su mirada se perdía en el infinito. El problema de tu Andrés Manuel es que no quiere ver que ahora, siendo el presidente, él representa al poder.
La voz de nuestro Quijote se fue alejando mientras mi mente recordaba los videos con los exabruptos del presidente. A lo lejos escuché la noticia de que el coordinador del programa Sembrando Vida había renunciado. El tabasqueño Javier May se iba, pero quería llevarse entre las patas a su jefa, la secretaria del Bienestar, María Luisa Albores. La noticia estaría confirmando la observación de López Dóriga: alguien se estaba quedando con los apoyos que debían ser para apoyar los programas estratégicos del presidente, los que quiere que le ayuden a ganar votos y a mantener su popularidad.
Al día siguiente el periodista Alberto Aguirre en El Economista dijo que la renuncia de May se dio después de que la secretaria Albores había puesto en evidencia que le mintió al presidente y a todo el gabinete. La funcionaria habría informado que no importaba todo el dinero con el que contaba Sembrando Vida si sólo 40 millones de los árboles sembrados serán viables. Aguirre fue a contracorriente de la mayoría de los reportes periodísticos de ese día, que cerraban filas con May y enfatizaban su cercanía con su paisano presidente.
El miércoles 3 de marzo, el presidente López Obrador en la mañanera anunció que los cachitos para la rifa del avión presidencial comenzarán a venderse el lunes 9 de marzo, el mismo día en que está anunciado el paro de mujeres para crear conciencia contra el feminicidio. Un reportero le preguntó casi al final del encuentro con la prensa sobre la renuncia del coordinador del programa Sembrando Vida. El presidente trató de minimizar el episodio y dijo que Javier May se la presentó, pero él no se la aceptó. Reconoció que era una señal de las discrepancias en su gabinete, pero dijo que eso era muy saludable y lo comparó con lo que sucedía en el gabinete de Juárez. Un reportero le preguntó qué sucedía con el decreto que había promovido la secretaria Albores para quitarle funciones a May y asumirlas ella. El presidente dijo que se iba a dar marcha atrás a ese decreto porque no se lo habían consultado y, por eso, se iba a echar para atrás.
La noche anterior, antes de conocer todos los detalles de la crisis de Macuspana, me había ido a dormir repitiendo una y otra vez:<El poder absoluto, corrompe absolutamente, por eso hay que buscar una manera inteligente de acotar al poder>.
No cabe duda que el verdadero ADVERSARIO es la REALIDAD. Cada vez se pierde más el control político en los mítines de los fines de semana. El pueblo reclama, el Presidente los llama MENTIROSOS. pic.twitter.com/L2buqvPNoo
— Gerardo Carrasco (@GerCarrasco90) March 1, 2020