Por: Mnemea de Olimpia
A lo largo de nuestras vidas, la mayoría de nosotros ha crecido privilegiadamente, independientemente de nuestro nivel socioeconómico. ¿Por qué? Porque sin importar que nuestra cuna haya sido de oro o de simple madera, siempre hemos contado con el amor de nuestros seres queridos, indiferentemente de sus virtudes y defectos. La familia, es aquella tribu de personas unidas por la sangre, en su origen, y en definitiva, en su destino. Los padres son aquellos seres que han de quitarse el pan de la boca con tal de que nosotros no pasemos hambre; los hermanos, aquellos quienes por mucho que nos caigan mal, siempre estarán dispuestos a apoyarnos en esos momentos difíciles de la vida; los tíos, quienes gustosamente sustituirán a nuestros padres en caso de que éstos falten, y nuestros abuelos, aquellos quienes nos regalarán sus últimos años a cambio de recibir nuestras sonrisas. Lo anterior en mayor o menor medida, de alguna manera, y sin importar nuestra situación particular, lo hemos experimentado casi todos. Pero ¿y los hijos? ¿Qué importancia tienen los hijos? La respuesta: TODA. Nosotros no somos lo más importante, no somos el fin del esfuerzo de todos nuestros ancestros y familiares. No. Nosotros somos sólo un puente que une al pasado con el futuro, un medio para un fin, que no es otro que el de honrar a nuestra familia, garantizando su supervivencia a lo largo del tiempo. Es justamente por ello, que planear tener hijos, nietos y bisnietos es el regalo más grande que le podemos entregar a nuestra familia, pues éste no es otro que el de la inmortalidad.
Hoy en día se nos dice que tener hijos “sale muy caro”, que son una “lata”, que quitan mucho tiempo, y mil otras razones para convencernos de no tenerlos, pero, ¿es eso cierto? La respuesta: ¡claro que lo es! Tener hijos será costoso, requerirá de paciencia, esfuerzo y noches sin dormir, pero a cambio nos darán satisfacciones únicas, amor ilimitado, orgullo constante, todo lo anterior de una especie y forma tan especial que jamás lo podremos encontrar en ningún otro lado. Según esta sociedad moribunda y decadente, muchos son los motivos para no tener hijos, pero yo, como defensora de la vida, afirmo que son muchas más las razones para sí tenerlos. Por ejemplo:
- Previene enfermedades. Nuestros cuerpos están diseñados para tener hijos, no para condenarse voluntariamente a la esterilidad. Si neciamente decidimos no hacerlo, podríamos elevar nuestro riesgo de sufrir padecimientos tales como cáncer ovárico, pues “cuantos menos hijos tenga una mujer y cuanto más tarde en su vida dé a luz, más alto será el riesgo de presentar este tipo de cáncer.” Por supuesto, que se eleven algunos factores de riesgo no significa en automático que se nos detonarán esas enfermedades, pero definitivamente son cosas que nadie nos dice, y que nunca consideramos al planear nuestra vida.
- Reduce el riesgo de desarrollar trastornos psicológicos. ¿Cuántas mujeres no hemos visto que llegadas al final de sus 40’s comienzan a desarrollar una tendencia a “coleccionar” mascotas? Primero un perro, luego otro, quizás un gato, ¿o por qué no diez? Ello se debe a que el impulso materno se vuelve más fuerte, aunque debido a la incapacidad de procrear ya, éste degenera en una frustración y obsesión por “cuidar de los desprotegidos”. Prueba de ello son las mujeres que tratan a sus mascotas como si fueran bebés, vistiéndolos, paseándolos en carriolas y llamándolos “los niños” o “mi bebé”. Evidentemente no estoy diciendo que toda mujer que tenga una mascota y le tenga afecto presente algún padecimiento psicológico, sino que el apostarle a la esterilidad voluntaria puede degenerar en trastornos de la personalidad que posteriormente se manifestarán en conductas anormales, como las ya descritas.
- Permite alcanzar el máximo desarrollo personal. Tener un hijo es un antes y un después en la vida de cualquier hombre o mujer. Antes de reproducirse, uno tiene la libertad de hacer de su vida lo que a uno le apetezca, prácticamente sin consecuencias definitivas (dejando las excepciones autoevidentes de lado). Sin embargo, cuando uno procrea, todas las elecciones, desde las del día a día hasta las más importantes, han de girar alrededor de nuestros hijos. Cualquier persona inmadura podría decir: ¿y qué beneficio podría dejarme eso? Y la respuesta es que quizás sea ésa la única forma de desarrollar verdaderamente el máximo sentido de entrega, paciencia y sacrificio. Saber que una vida depende de uno permite al hombre hacerse con un propósito de vida, y a la mujer, con una razón para vivir. Vivir sólo para trabajar y trabajar sólo para vivir es algo tan antinatural como lo es vivir por vivir y para seguir viviendo. Y es justo por ello que la gente que decide no tener descendencia (hay excepciones), sistemáticamente muestra comportamientos egoístas, nihilistas e indiferentes con lo que sucede a su alrededor. Saben bien que no tienen razones para dedicarle su existencia a algo más grande que a sus propios intereses individualistas, pues no tienen invertido nada en este mundo que vaya a heredar las consecuencias positivas o negativas de sus actos.
Podemos concluir entonces, que a reserva de saberse dueño de enfermedades genéticas insuperables, no existe razón para no tener familia, especialmente si uno cuenta con un coeficiente intelectual superior al promedio. En ese caso, considero es una obligación moral traer a este mundo a tanta gente inteligente como sea posible, pues como podemos percatarnos, si ponemos atención a nuestro alrededor, personas así escasean.
La familia es y siempre será el seno de la sociedad, la unidad fundamental para que ésta se desarrolle y progrese. Una familia grande, sana y unida es una tribu en óptimas condiciones, una que tiene mayores posibilidades de enfrentarse a la vida y sobrevivir. Termino dejándole al lector una pregunta para que reflexione: si formar una familia es algo meramente circunstancial, algo prescindible y algo que al final da igual si se hace o no, ¿por qué es lo que la Élite Internacional más se esfuerza en destruir?
Fuentes:
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000889.htm
https://hominidas.blogs.quo.es/2014/09/24/las-mujeres-inteligentes-no-tienen-hijos/