Por: Miguel Ángel Jasso Espinosa
El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, cotidianamente ha descalificado a los que no comulgan con sus proyectos políticos refiriéndose a ellos como “Fifís” o “prensa fifí”. Aunque resulta muy complejo intentar siquiera sistematizar las ocurrencias del presidente, algo se va ensayando por parte de sus funcionarios cercanos que diariamente salen a “esclarecer” las chuscadas del político tabasqueño.
Según sus más cercanos servidores públicos, por “Fifí” entiende a aquellos que: “son fantoches, conservadores, sabelotodo, hipócritas, doble cara” que no criticaron a las administraciones pasadas, pero que ahora se dedican a desprestigiarlo por sus acciones de gobierno. Así en este orden de ideas “prensa fifí” es una expresión que el presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza para referirse a la “prensa conservadora”, la que no está de acuerdo con sus acciones políticas. Su director de Comunicación Social, Jesús Ramírez Cuevas, intentó definir a la “prensa fifí” de la siguiente manera: “Es una descripción que intenta explicar el hecho de que los medios de comunicación también tienen línea editorial”.[1]
El presidente ha señalado públicamente que “respeta las críticas ‘fifí’ de ciertas prensas, ya que tienen derecho a su opinión”; además señala que garantiza la libertad de expresión, pero lo cierto es que en el ambiente periodístico se rumora el enfado visible del presidente ante aquellos que no comulgan con sus ideas políticas y sus acciones de gobierno.
Los decanos del periodismo no han pasado por alto que en la historia del presidencialismo mexicano han existido casos ejemplares para castigar a dueños de periódicos o directores de diarios que no quisieron ajustarse a las exigencias de determinado gobierno. Caso ejemplar en México el del empresario José García Valseca.
El coronel del ejército mexicano José García Valseca (1901-1980) fue y seguirá siendo una figura polémica.
De su vida y su trabajo como empresario en el periodismo mexicano se halla escasa bibliografía. Existe, sin embargo, una cuantiosa hemerografía en la que su nombre es citado; de este último conjunto de opiniones reunidas, no siempre José García Valseca sale bien librado. De las notas nada favorables a su figura, destaca en primer término la denuncia del periodista Daniel Cadena Z., quien en panfleto incendiario titulado: “Una amnesia extraordinaria, o los millones de don Maximino” (el verdadero García Valseca),[2] acusó al hermano del ex presidente Manuel Ávila Camacho –es decir al empresario poblano Maximino Ávila Camacho– de ser el original promotor y dueño de la Cadena de Periódicos, de la que José García Valseca disfrutó a la muerte del hermano del ex presidente.
En su panfleto, Daniel Cadena Z., señala que hubo una transacción secreta, convenida entre los dos principales socios, teniendo como único testigo al propio Daniel Cadena Z. (sic). La idea principal para la conformación de los diarios, era, según este periodista, promover con abundante información favorable el sexenio de Manuel Ávila Camacho, para luego entablar la candidatura del propio Maximino. Pero, la muerte repentina de Maximino Ávila Camacho en febrero de 1945, y la falta de documentación legal, no permitió mayores reclamos de la familia del ex presidente hacia García Valseca, quien se quedó como único propietario del nuevo diario ideado por Maximino Ávila Camacho.
En oposición a esta versión que intentó desacreditar los éxitos del empresario poblano, existen dos biografías con las que se puede reconstruir otra historia de la vida de José García Valseca.
En la semblanza titulada “Cadena García Valseca (1943-1968)”, que es un capítulo del libro El Periodismo en México, 500 años de historia[3], del historiador poblano Enrique Cordero y Torres, podemos encontrar abundantes referencias biográficas de la niñez y juventud de García Valseca.
No obstante ser la semblanza más citada y difundida, ésta quedó concluida 12 años antes de la muerte del empresario García Valseca; tras su hechura, posteriormente el autor no hizo agregados ni correcciones, por lo que, no se recuperaron los últimos años de vida de José García Valseca. De esta forma, varios datos extraordinariamente valiosos quedaron sin mencionarse para los lectores y futuros estudiosos de la Cadena.
A la muerte de José García Valseca, ocurrida en 1980, cuatro años después, uno de los directivos de la desaparecida Cadena, Salvador Borrego Escalante, publicó el libro biográfico titulado: Cómo García Valseca fundó y perdió 37 periódicos y cómo Eugenio Garza Sada trató de rescatarlos y perdió la vida[4]. En ese libro, Salvador Borrego rindió un homenaje al amigo pero también al empresario periodístico caído en desgracia.
Biógrafos y críticos no cuestionan el origen poblano de José García Valseca, su habilidad desde niño para los negocios; también coinciden en señalar su entusiasmo por “la bola”; y nadie le ha discutido su “envidiable tino”, a fin de cuentas exitoso, al haberse enrolado en las filas de Venustiano Carranza.
Invariablemente, cuando otro poblano llegó a la Presidencia de la República en México (Manuel Ávila Camacho), no le discreparon a García Valseca su habilidad para explotar ese vínculo.
Mientras sus enemigos defienden la tesis del “presta nombres” de Maximino Ávila Camacho, Enrique Cordero y Torres, así como Salvador Borrego, refieren en sus respectivos trabajos que, luego de haber servido a las fuerzas carrancistas, sorteó toda clase de empleos como representante de varias casas comerciales. Es decir que entre 1910 y hasta 1930, se formó un impreciso capital. Y más tarde, al iniciar la década de los treinta:
José García Valseca deseó vivamente que la provincia tuviera medios propios de expresión; que se hiciera oír y respetar; que protestara del abandono en que se le tenía, que reclamara sus derechos y concretara sus necesidades y anhelos.
De momento no existían las circunstancias más elementales para emprender la aventura de fundar un diario y, como forzada transacción, fundó una revista en Puebla llamada Antequera.[5]
Con las ganancias de Antequera, sumadas a otro capital reunido por García Valseca, se trasladó a la capital mexicana en el año de 1932 y fundó la revista Provincias, de la que su nombre era ya una más precisa determinación de lo que quería su fundador.
En esa misma casa periodística contrató la impresión de una revista con tiras cómicas, llamada Paquita, a la que en breve siguieron Paquito y Pepín, las que ganaron lectores a granel y a su dueño le iban dejando cada vez más utilidades.
Para la publicación de la revista sólo disponía de seiscientos pesos y de una firme voluntad de salir adelante. Don Gilberto Figueroa dio facilidades de crédito para imprimirla en los talleres de la Cooperativa Excélsior.[6]
En esa misma casa periodística contrató la impresión de una revista con tiras cómicas, llamada Paquita, a la que en breve siguieron Paquito y Pepín, las que ganaron lectores a granel y a su dueño le iban dejando cada vez más utilidades.
Con los fondos reunidospor Paquita, Paquito y Pepín, García Valseca adquirió maquinaria y lanzó el Esto, primero como semanario especializado en deportes. “Fue el primer rotográfico que se editaba en el mundo”.
Con la publicación de Esto, García Valseca afirmó su carrera de hombre de negocios y de innovador.
En 1943, al tener noticias de que una editorial extranjera pensaba fundar periódicos en México, García Valseca pensó en adelantársele. Fundar un diario cuesta mucho dinero. Procediendo modestamente costaba en aquel entonces por lo menos dos millones de pesos, para sostenerlo hasta que pudiera bastarse a sí mismo costaba una cantidad imprevisible. Y arriesgando todo lo que tenía de capital y crédito se lanzó a la empresa.[7]
Según refieren sus biógrafos, desde 1941, en que fundó el Esto, García Valseca utilizó todos sus recursos para fundar o adquirir los siguientes periódicos: El Fronterizo de Ciudad Juárez (1943); El Heraldo de Chihuahua (1944); El Sol de Puebla (1944); El Continental, éste en los Estados Unidos (1944); El Sol del Centro en Aguascalientes (1945); El Sol de Toluca (1945); El Sol de León (1946); El Mexicano, como vespertino en Ciudad Juárez (1946); El Sol de Durango (1947); El Diario,vespertino de Durango (1947); El Sol del Pacífico en Mazatlán (1947). El Sol de Guadalajara (1948); El Occidental (1949); El Sol de México (1965) Tribuna de Monterrey (1968).
Siguiendo estrictamente un orden cronológico,en enero de 1948, José García Valseca fundó el eslabón número 14 de la Cadena, esto es, El Sol de Guadalajara. A ese diario siguió inmediatamente la compra, por parte del empresario, de su competidor en la ciudad de Guadalajara, es decir, El Occidental.
De acuerdo con los biógrafos de García Valseca, hacia el año de 1970, la Cadena pasaría ya la treintena de periódicos, repartidos en toda la república mexicana.
Si bien los críticos de García Valseca se afanan en señalar el origen de su fortuna en la persona de Maximino Ávila Camacho, en una minuciosa búsqueda de información entre las galerías del Archivo General de la Nación, resulta mucho más lógico inferir que su carrera de empresario adquirió impresionante celeridad en mayor medida durante el sexenio del presidente Miguel Alemán.
Del conjunto de documentos hallados en la galería dedicada a los presidentes mexicanos, se desprende notoriamente, el gusto de García Valseca para solicitar audiencias con Miguel Alemán y/o su secretario particular: Rogerio de la Selva. Fue su práctica habitual durante el sexenio de 1946 – 1952, que por lo demás se le volvió costumbre durante los siguientes sexenios, aunque cambiaran los nombres de los presidentes y secretarios particulares; manía y destreza de García Valseca, al menos hasta el sexenio de otro de sus paisanos: Gustavo Díaz Ordaz (1964 – 1970). Los propios ficheros de las galerías del Archivo General de la Nación dejan entrever que al menos desde la “vía oficial” las audiencias y los buenos tratos para José García Valseca dejaron de ser “lo normal” durante ese sexenio.
En Cómo García Valseca fundó y perdió 37 periódicos y cómo Eugenio Garza Sada trató de rescatarlos y perdió la vida, el periodista Salvador Borrego señaló que durante el periodo de 1966-1973, la Cadena de periódicos de José García Valseca pasó de la estabilidad económica a la intervención gubernamental; concluida en el año de 1973, cuando su propietario, José García Valseca, se vio obligado a vender la Cadena a la administración federal del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez. Así también diversos periodistas han señalado que, en aquella época, el empresario poblano se vio obligado a vender su Cadena al gobierno federal, presionado porque a diario se le criticó que la política editorial de su Cadena era contraria a la posición ideológica del gobierno populista de Luis Echeverría. A la presión política siguieron los asesinatos de los empresarios Eugenio Garza Sada y Fernando Aranguren; el primero de estos hombres de negocios que había intentado rescatar financieramente a la Cadena y mantener su línea ideológica, pero al que extraordinariamente, por esos días lo secuestró y ejecutó un comandó de la Liga Comunista 23 de septiembre. Al segundo empresario Fernando Aranguren que, virilmente frente el féretro de Garza Sada, demandó el esclarecimiento del asesinato y promovió la publicación de una “plana de protesta” en los periódicos más importantes de Monterrey contra la inoperancia del gobierno echeverrista, encontró la muerte en condiciones nunca esclarecidas (aunque se supo que su cuerpo presentó evidentes muestras de haber sido torturado antes de ser asesinado).
Ante las tangibles muestras para impedir bajo cualquier costo el rescate financiero de la cadena de periódicos, José García Valseca decidió venderla al gobierno de Luis Echeverría.
Inmediatamente que la cadena García Valseca cambió de dueño, aquella empresa que fuera considerada por aquel entonces como “el emporio periodístico más grande de América Latina”, cambió su línea editorial para favorecer al gobierno de Luis Echeverría.[8]
Así fue como se escribió una de las páginas más oscuras en la historia del periodismo mexicano. Si los hechos en sí exponen que por aquellas épocas existía un presidencialismo feroz, el significado formal de todas estas acciones nos demuestra que el presidente de la república era capaz, si se lo proponía, de aplastar a los “fantoches, conservadores, sabelotodo, hipócritas, doble cara” de la llamada prensa fifí de la época.
Lo peor fue que cierta prensa acomodaticia celebró aquel despojo empresarial como si se tratara de una victoria para el país.
Espero que los mexicanos hayamos aprendido algo de ese presidencialismo feroz y que sólo sea cosa del pasado.
Bibliografía
Borrego, Salvador: Cómo García Valseca fundó y perdió 37 periódicos y cómo Eugenio Garza Sada trató de rescatarlos y perdió la vida, México, editorial Tradición, 1984.
Jasso Espinosa Miguel Ángel: Salvador Borrego, el Escritor Prohibido, México, edición del autor, 2015.
Reed Torres, Luis: Cordero y Torres, El Periodismo en México, 500 años de historia, México, Editorial Edamex, 1995.
Hemerografía
Cadena Z. Daniel: “Una amnesia extraordinaria, o los millones de don Maximino” (el verdadero García Valseca), México, 1957.
Referencias Electrónicas
[2] Cadena Z. Daniel: “Una amnesia extraordinaria, o los millones de don Maximino” (el verdadero García Valseca), México, 1957. Un ejemplar fue donado por el empresario librero Rubén Montero al Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.
[3] Cordero y Torres, Enrique: “Cadena García Valseca (1943-1968)”, en El Periodismo en México, 500 años de historia, México, Editorial Edamex, 1995.
[4] Borrego, Salvador: Cómo García Valseca fundó y perdió 37 periódicos y cómo Eugenio Garza Sada trató de rescatarlos y perdió la vida, México, editorial Tradición, 1984.
[5] Cordero y Torres, Enrique: “Cadena García Valseca (1943-1968)”, op. cit. p. 313.
[6] op. cit. p. 314.
[7] op. cit. p. 321.
[8] Jasso Espinosa Miguel Ángel: Salvador Borrego, el Escritor Prohibido, México, edición del autor, 2015.