Arzobispo y Siervo de Dios
Por: Graciela Cruz Hernández
El 12 de agosto de 1886 nació en Oaxaca, Oaxaca, Juan María Fortino Navarrete Guerrero, sus padres fueron Demetrio Navarrete y Julia Guerrero, quienes tuvieron aparte de Juan otros cinco hijos. Sus primeros estudios fueron en las escuelas oficiales de Oaxaca, luego estudió en el Colegio del Espíritu Santo, ahí estudió hasta la preparatoria. Sintió el llamado a la vocación religiosa y se trasladó en 1902 al estado de Guanajuato e ingresó al Seminario de León, Guanajuato; su inteligencia y capacidad de servicio ayudó a que sus superiores lo mandaran a Roma, Italia, a continuar sus estudios eclesiásticos en el Colegio Pío Latino Americano, allá permaneció por espacio de cinco años (1904-1909). Estudió en la Universidad Gregoriana obteniendo el bachillerato en Filosofía y recibiendo el Doctorado en Teología en 1909; ese mismo año en el mes de abril fue consagrado sacerdote.
Regresó a México a la Diócesis de Aguascalientes donde fue nombrado vicario cooperador en la parroquia de Jesús María, después lo trasladaron al templo de San Juan Nepomuceno en la ciudad de Aguascalientes. Fue maestro en el Seminario Diocesano. Al empezar la persecución religiosa el obispo Valdespino enfrenta el destierro, entonces el padre Juan Navarrete fue nombrado vicario sustituto y ese nombramiento lo llevó a ser perseguido, pusieron precio a su cabeza. Entonces en 1914 se va a Texas, E.U.A. inicia así el primero de los destierros que sufriría. En 1915 viaja a Roma acompañando a Monseñor kelly, conoce a S.S. Benedicto XV.
Vuelve a Estados Unidos y trabajó poco tiempo como maestro del Seminario de Castroville, Texas, pues en 1916 pudo regresar a Aguascalientes, Ags., donde gracias a su buen trabajo y desempeño funda las obras siguientes:
Sociedad de Obreros Católicos; Mutualista de Obreros; Sociedad de Auxiliares Parroquiales; Liga de Temperancia (alcoholismo); A.C.J.M. (acción católica de la juventud mexicana); Liga de Familias Cristianas y también fue Profesor en el Seminario y Consultor Diocesano.
El 13 de enero de 1919 el papa Benedicto XV lo designó obispo de Sonora, siendo consagrado el 8 de junio de ese mismo año, la Diócesis de ese estado llevaba aproximadamente seis años sin obispo. Su consagración como obispo fue llevada a cabo en la Catedral de Aguascalientes.
Don Juan Navarrete y Guerrero, se convirtió en el obispo de la Diócesis de Sonora con tan solo 32 años de edad. Al momento de su ordenación episcopal, fue el obispo más joven del mundo.
El siguiente relato de un sacerdote es de cuando llegó el obispo Navarrete a Sonora:
“Bajó del tren un joven delgado, ágil y sonriente, con una cámara fotográfica en la mano. El Padre Portela le preguntó: – ¿Y el Señor Obispo?
– Yo soy, contestó el interrogado, y añadiendo: “Qué poca cosa para un Obispo ¿verdad?”.
Se platica que cuando le hicieron ver que era muy joven para ser obispo, comentó: “Es un defecto que con el tiempo se me quitará”.
Llegó a la Catedral de Hermosillo el 12 de julio 1919 mucho trabajo le esperaba, la iglesia necesitaba ser reconstruida, tampoco existía ya el Seminario pues el edificio había sido confiscado en 1915.
En su primera Carta Pastoral fechada el “8 de septiembre del Año del Señor” 1920 fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen, Don Juan Navarrete describe cómo encontró Sonora: «En el culto descuido, ruina y falta de amor a Dios; el espíritu cristiano suplantado por el lujo, la vanidad y el deseo desenfrenado de riquezas; la familia sin la bendición de la Iglesia en un 60 por ciento; la educación religiosa de los niños, abandonada; alejamiento de los Sacramentos, particularmente de la Eucaristía, entre los varones; la mitad de los Templos y Casas Parroquiales necesitados de urgente reparación o de completa reconstrucción; sectarios extranjeros haciendo propaganda a doctrinas anticristianas, anticatólicas y antisociales; campaña de calumnias como parte de la persecución a la Iglesia, etc».
Para trabajar en tan grande labor, Don Juan Navarrete contaba con aproximadamente veinte sacerdotes varios de ellos ancianos y enfermos, esto, ante un territorio inmenso y en un momento cruel de la historia de México.
Sin que existiera físicamente el edificio del nuevo Seminario pero al tener ya dos seminaristas, el obispo Navarrete consagra un nuevo seminario a Jesucristo y a la Virgen de Guadalupe en 1921.
Cuando inició la despiadada persecución religiosa durante la guerra cristera se le exigió al obispo Navarrete abandonar el país, se fue en 1926 a Estados Unidos estableciéndose en Patagonia, Arizona y regresaron a Sonora en 1929.
En 1932 siendo gobernador de Sonora Rodolfo Elías Calles, hijo del presidente Plutarco, pesaba sobre el obispo una orden de aprehensión. Después los sacerdotes sufrieron el destierro, se prohibió todo culto y manifestación religiosa, se incautaron los templos y por espacio de cinco años el obispo Navarrete iba escondiéndose de un lugar a otro dentro del estado, sus fieles seminaristas que lo siguieron al destierro lo acompañaban, durante el destierro el obispo se hizo llamar Fortino Guerrero. La ensañada persecución del gobernador Elías Calles hizo que el obispo buscara refugio en la parte más alta de la Sierra Madre Occidental. En plena persecución el Sr. Obispo Navarrete celebró en 1934 en la Sierra sus Bodas de Plata Sacerdotales.
Los sufrimientos y privaciones no fueron en vano pues ahí en la Sierra se llevó a cabo la ordenación sacerdotal de Juan Barceló y de Salvador Sandoval en septiembre de 1935.
La búsqueda que de ellos hacía el gobierno recrudecía y el 22 de octubre de 1936 les quemaron el campo Los Ciriales que era un lugar donde habían estado escondidos, pudieron huir a tiempo y tuvieron que abandonar la Sierra. El gobierno lo calumniaba diciendo y queriendo hacer creer a la gente de Sonora que el obispo Navarrete estaba tranquilo, cómodo y quitado de la pena en los Estado Unidos y mientras extendían esta idea no cejaban en su búsqueda. El Pbro. Florentino Olivas, entonces seminarista que junto al obispo subía y bajaba las duras cuestas comentaba: “Yo veía al Sr. Obispo jadeante y sudoroso por la fatiga, pero contento y resignado”. La frase más dura que le oí proferir fue esta: “Que Dios perdone a estos hermanos que nos hacen sufrir, bendito sea Dios que nos sujeta a estas pruebas”.
Largo camino recorrieron para llegar a Nacozari, Sonora, ahí lo esperaba otro grupo de seminaristas en la Cuesta del Castillo. Luego se trasladaron al Oasis, cerca de Guaymas, Sonora, donde estableció el Seminario Granja. Mientras los seminaristas estudiaban y trabajaban la tierra, don Fortino (el obispo Navarrete) seguía en su peligrosa misión apostólica por toda la Diócesis.
Por fin en 1937 el nuevo gobernador Gral. Román Yocupicio, (de etnia indígena) les da amnistía. Entonces el Seminario que lo había acompañado durante el tiempo que realizó su pastoreo aun a pesar de la persecución, se estableció por fin en «La Parcela», con construcciones improvisadas en la margen del Río Sonora en Hermosillo; las clases empezaron el 11 de octubre de 1937, con 4 estudiantes de primero de Latín, 4 de segundo y uno en Teología. El mismo Sr. obispo Navarrete fue su Rector hasta 1951 y Catedrático hasta 1967. Las vocaciones aumentaron hasta llegar a 70 seminaristas.
El Sr. obispo Navarrete nunca dejó de impartir Ejercicios Espirituales por toda la Diócesis; profundamente mariano, promovió siempre la devoción a la Santísima Virgen María. Preocupado por los indígenas, principalmente los yaquis, aprendió su dialecto y dándoles personalmente la catequesis llegó al corazón de muchos de ellos.
En abril de 1959 se celebraron con grandes muestras de cariño de su feligresía sus Bodas de Oro Sacerdotales.
Asistió al Concilio Vaticano II, donde los cambios le provocaron profundas inquietudes; (quizá con el tiempo comprendió la razón del porqué de esas inquietudes).
La Diócesis de Sonora se dividió en Diócesis de Hermosillo y Diócesis de Cd. Obregón, entonces el 11 de octubre de 1964 S.S. Pablo VI le otorgó al Sr. obispo Navarrete el Palio Arzobispal nombrándolo arzobispo de Hermosillo (el primero) y Asistente al Solio Pontificio. Desempeñó el cargo hasta el 11 de agosto de 1968 cuando por edad le fue aceptada su renuncia y se retiró a la vida privada.
Sonora ya desde antes de la persecución religiosa era tierra de misión, después con mayor razón; así pues, el obispo empieza la reconstrucción física y espiritual de la misma, se dedicó a la reparación y construcción de templos, a la apertura de más de 50 escuelas primarias y secundarias. La Escuela Normal de San Francisco Javier, en Batuc, Sonora, que pasó después a San Ignacio, Sonora; fundó numerosos centros de Catecismo, círculos de instrucción religiosa. Preocupado no solo por las obras espirituales sino también corporales el obispo Navarrete trabajó por la construcción de más de veinte hospitales por toda la Diócesis, dos asilos para ancianos, un leprosarios, dos centros para enfermos de tuberculosis, seis hogares-escuelas para niños huérfanos o desamparados.
En 1969, celebró sus Bodas de Oro Episcopales. El arzobispo Navarrete llegó a ordenar 112 Sacerdotes, a los cuales les decía: “Sean por su conducta personal y su actuación pública, los verdaderos representantes de Jesucristo y procuradores del Reino de Dios en sus Parroquias”. Y esas palabras él las sustentaba con su ejemplo.
Después de una vida llena de sacrificios pero que dio abundantes frutos el Siervo de Dios arzobispo don Juan Navarrete Guerrero, XIV obispo de Sonora y primer arzobispo de Hermosillo, falleció el 21 de febrero de 1982 en Hermosillo, Sonora.
El 23 de febrero de 1982 se celebró su misa fúnebre concelebrada por tres sacerdotes y con la presencia de más de 100 sacerdotes, casi todos ordenados por él. Los restos del arzobispo Navarrete fueron enterrados en la Catedral Metropolitana, de Nuestra Señora de la Asunción, en Hermosillo.
Su incansable labor en favor del pueblo sonorense y la gran cantidad de referencias a milagros ejercidos por su intercesión incluso en vida llevó a que años después de su muerte algunos grupos en Hermosillo iniciaran un proceso de beatificación y canonización que de llevarse a cabo elevarán a la santidad (reconocida oficialmente por la Iglesia) al primer arzobispo de Hermosillo, Sonora, México.