Por: Graciela Cruz Hernández
Juan Reynoso Portillo nació un 24 de junio de 1912, en la localidad de Ancón de Santo Domingo, Coyuca de Catalán, en la región de Tierra Caliente del estado de Guerrero, en la cuna de una familia humilde. Sus padres fueron María Luisa Portillo y Felipe Betancourt, conocido como El Guache, quien tocaba en un conjunto musical.
El ver a su padre tocar y el amor natural que sentía por la música, lo llevó a tocar el violín. Un día un niño robó un violín de juguete en un mercado y se lo regaló a Juan. De acuerdo con publicaciones como Homenaje a Juan Reynoso (Dos Tradiciones; septiembre, 2004), a la edad de seis años Juan tocaba Paloma Blanca y La Cucaracha con el violín de juguete, a escondidas de su familia, creyendo que nadie lo oía. Pero la gente al escucharlo y darse cuenta de su talento, le recomendaban a su papá que le comprara un violín de verdad.
A la temprana edad de diez años, ya lo contrataban para tocadas en compromisos familiares o políticos; y le pagaban para que les tocara sones y gustos. Ante los constantes cambios de residencia de su familia, se establecen en Bejucos, Estado de México donde se encuentra con el maestro y compositor Isaías Salmerón considerado virtuoso de la música calentana quien lo instruyó en la ejecución del violín y lo apodó El guachito de Santo Domingo, al notar que siempre lo seguía. “De Isaías Salmerón obtuvo gran aprendizaje de la música tradicional, al grado de que alcanzó un nivel similar al de su maestro en la ejecución del violín”, destacó en entrevista telefónica, el Dr. Raúl Eduardo González Hernández, especialista en literatura mexicana y música tradicional calentana.
Contó con el apoyo de músicos y violinistas reconocidos de la región como Guadalupe Tavira y Remigio Rentería. Durante este periodo aprendió a tocar los sones, gustos, malagueñas, entre otros estilos más. En Bejucos formó una agrupación con amigos donde tocaban en eventos del lugar.
Posteriormente residió en la Ciudad de México y participó en programas de la radiodifusora XEW. Por su popularidad y talento, el locutor de la XEXY, Víctor Manuel Guzmán Negrete, lo bautizó como El Paganini de la Tierra Caliente. El especialista Raúl Eduardo González advirtió que el apelativo se concibió para darle un sentido comercial al nombre de Juan Reynoso. En cambio, lo que sí avaló González Hernández es el virtuosismo del músico nacido en la cuenca del Río Balsas. “Don Juan Reynoso aportó, en varias composiciones propias, un estilo de ejecución del violín único. Su violín tenía un sonido muy peculiar: les daba un giro muy dulce, muy virtuoso, muy exquisito a sus melodías. También tenía mucho vigor para tocar la música bailable: él solo lograba tocar dos cuerdas a la vez (es decir, hacía a dos varas las dos voces del violín)”.
El profesionalismo fue otra de sus virtudes. El Dr. Raúl Eduardo González, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, retomó una anécdota que le narró uno de sus amigos cercanos cuando conoció a don Juan Reynoso.
“Don Juan llegó puntual con su conjunto para tocar determinado número de horas, pero, al cabo de ese lapso, los asistentes le pidieron extender su tiempo de la presentación. Él le dijo a Salvador Pineda (protagonista de la anécdota): ‘Mira, Chava, vine a tocar porque ya había hecho el compromiso contigo, pero la verdad es que a mí se me murió mi hijo y ahorita lo están velando; vine para no quedarte mal, pero yo ya no me puedo quedar más’”, mencionó González.
Juan Reynoso tenía una memoria privilegiada, ya que en sus últimos años de vida logró evocar un vasto repertorio que resumía dos siglos de historia musical de Tierra Caliente.
“A don Juan se le tiene presente como una de las figuras más importantes de la región del Río Balsas, porque conoció el repertorio de la música de la Tierra Caliente a profundidad; tanto los géneros de la música destinados al baile de pareja, como sones, gustos, vals, marchas, pasos dobles y música funeraria de la región. Por eso, me atrevo a decir que es un músico legendario y su nombre está a la altura de Juan Bartolo Tavira y de Isaías Salmerón”, enunció González Hernández.
Como compositor tuvo el mérito de componer alrededor de 30 piezas musicales, entre sones y gustos; las más famosas de sus obras son El Guachito (un son con letra), y Santo Domingo (un gusto calentano).
Musicalizó, junto el trío Tariácuri, las películas El gallero y El rebozo de Soledad, ambas basadas en las novelas de Xavier López Ferrer y su esposa la actriz Stella Inda. En 1973, Rosalío Wences, rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, lo invitó a difundir el folclor de la Tierra Caliente por medio de sus conocimientos por todo el estado de Guerrero.
El estilo que tenía Juan Reynoso para tocar el violín era magistral inspirando de esta manera a los más jóvenes, quienes se acercaban a él para aprender su técnica y repertorio. Uno de sus alumnos más destacados fue don Serafín Ibarra, también músico tradicional calentano.
La periodista y editora Linda Joy Fenley, radicada en México —interesada en la música de Reynoso—, lo invitó al 20 Annual American Fiddle Tunes Festival, en Port Townsend, Washington, Estados Unidos. Ahí impartió tres conciertos, dio clases sobre la música de Tierra Caliente a violinistas estadounidenses. De esta manera, conoció al estadounidense Paul Anastasio, quien se convirtió en violinista al recibir clases de Reynoso. Anastasio se ha dedicado a transcribir las partiduras de Reynoso, de las cuales ha recuperado más de 300. A la muerte de Juan Reynoso, Paul Anastasio donó algunas copias de estos registros al Conservatorio de las Rosas, al Colegio de Michoacán y a la biblioteca de la Facultad de Música de la UNAM.
Discos Corazón grabó sus canciones y gracias a esas grabaciones, don Juan Reynoso “logró proyectar a la música calentana más allá de las fronteras”.
En 1997, el entonces presidente Ernesto Zedillo lo galardonó con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el campo de Artes y Tradiciones Populares. En mayo de 2006, el H. Ayuntamiento de Morelia, Michoacán lo premió con la Presea Generalísimo Morelos.
En una entrevista concedida al diario la Jornada en 2000, el maestro asumió que se hizo músico «nomás porque sí», porque creyó que ése era su destino, y se ufanaba de que, para tocar, lo único que necesitaba era sentir el alma y tener buen oído.
«Soy un hombre que no conoce ni las letras; nunca fui a la escuela ni aprendí siquiera el silabario. Soy un aldeano. Lo único que puedo decir, lo digo tocando música; mal hecho, regular o medio bien, pero no puedo decir más», dijo en esa ocasión. «Me tocó la suerte de que, como se dice, también lo feo divierte, y desde siempre a la gente le ha gustado y divertido lo que hago».
Don Juan no concebía la vida sin la música: «Siempre he creído que es la expresión de la alegría o la tristeza, según el estado de las personas. Aunque hay de plano a quienes no les gusta lo que oyen, así pueda estar uno echando el alma, queriendo quedar bien».
Falleció el 18 de enero de 2007 en Riva Palacio, Michoacán, a sus 94 años, a causa de un padecimiento renal. Sus restos fueron sepultados en el panteón municipal de Ciudad Altamirano, Guerrero. Juan Reynoso Portillo, un Orgullo de Nuestra Identidad Nacional Mexicana
Fuentes:
https://www.gob.mx/cultura/prensa/juan-reynoso-el-violin-mas-dulce-y-vigoroso-de-la-musica-calentana
https://www.jornada.unam.mx/2007/01/19/index.php?section=cultura&article