Por: Miguel Ángel Jasso Espinosa
Instituciones académicas de prestigio bien ganado en nuestro país, han dedicado parte de su presupuesto anual para desentrañar los orígenes de la desigualdad social, de género y económica en nuestro país.
De los trabajos más importantes de investigación y académicos –que no tienen más de un lustro– quiero referirme en principio a las conclusiones del estudio Desigualdad Extrema en México, Concentración del Poder Económico y Político, presentado por la organización no gubernamental Oxfam México.[1]
De conformidad a ese estudio, México es la economía número 14 en el mundo en cuanto a tamaño, pero 45 millones de mexicanos viven en la pobreza, lo que tiene sumergido al país en un círculo vicioso de desigualdad, bajo crecimiento y pobreza. Por principio, aquí observamos que el término desigualdad se utiliza para señalar lo opuesto de igualdad, es decir, la falta de equilibrio entre dos o más cosas (por ejemplo entre dos segmentos de la población de un país).
Gerardo Esquivel, economista por la UNAM y el Colegio de México y también autor del informe, señala que “México está dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo y es uno de los dos países más desiguales de la OCDE”, por lo que la desigualdad extrema en el país debe ser debatido por razones éticas, morales, económicas y políticas.
Basándose en estudios de caso de todo el mundo, Oxfam demuestra en su informe el impacto que la creciente desigualdad tiene sobre países ricos y pobres, y analiza las diversas estrategias que han adoptado tanto los Gobiernos de buena parte del mundo como representantes del ámbito empresarial para responder ante ello. El informe explora las causas que han provocado la crisis de desigualdad y plantea soluciones concretas para superarla.
La extrema desigualdad en términos de renta y riqueza que existe actualmente en gran parte del mundo es perjudicial para nuestra economía y nuestra sociedad, y socava nuestra política. Si bien esta situación debería preocuparnos a todos, lo cierto es que son las personas más pobres quienes más la sufren: no solo sus vidas se ven afectadas por una gran inequidad, sino que también carecen, en gran medida, de igualdad de oportunidades.[2]
Oxfam plantea que la desigualdad extrema corrompe la política y frena el crecimiento económico. También exacerba la desigualdad de género y causa diversos problemas sociales y sanitarios. Reduce la movilidad social, condenando a familias a seguir siendo pobres durante generaciones, mientras otras disfrutan de privilegios año tras año. Alimenta la criminalidad e incluso los conflictos violentos. Estas corrosivas consecuencias perjudican a todo el mundo, pero son las personas pobres las que sufren el mayor impacto.
Oxfam lanzó en México la campaña IGUALES, la cual busca que el gobierno federal limite la influencia de las élites y buscar revertir la desigualdad social, de género y económica.
De conformidad con sus representantes en México Oxfam ve con preocupación, la excesiva influencia de los poderes económicos privados en la política pública, y advierte de la interferencia que esto implica para el ejercicio de los derechos ciudadanos”.
De acuerdo con el informe, hay siete datos, que pueden ser causa y a la vez consecuencia de la desigualdad, y muestran el tamaño del problema:
- El 1% de la población recibe 21% de ingresos de todo el país. Comparando 23 países, México muestra el mayor nivel de concentración de ingreso; al 1% de la población más rica le toca el 21% del ingreso total.
- Los ricos se hacen más ricos. La riqueza de los cuatro mexicanos más acaudalados Carlos Slim (77,000 millones de dólares), Germán Larrea (13,900 mdd), Alberto Baillères (10,400 mdd) y Ricardo Salinas Pliego (8,000) asciende al 9.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. En 2002, la fortuna de estos cuatro sólo representaba sólo 2% del PIB, mientras que el número de mexicanos multimillonarios no ha crecido en los últimos años. Por lo demás, de 1996 a 2014, el PIB per cápita sólo ha tenido un crecimiento de 1% a tasa anual.
- Sectores privilegiados. La falta de competencia económica y un débil marco regulatorio constituyen el escenario ideal para el abuso por parte de empresas con un cierto poder monopólico u oligopólico; el caso paradigmático se enfoca en el ejemplo de Carlos Slim en el sector de telecomunicaciones. Así lo mismo ocurre con otros empresarios en el sector minero, que gozaron de concesiones y privilegios.
- Régimen fiscal favorable a los más ricos. “La estructura fiscal en México está mucho más orientada a gravar el consumo que el ingreso personal o empresarial”; “los impuestos al consumo son regresivos y afectan a quienes menos tienen”. “En una economía tan desigual como la mexicana, esto significa que los hogares pobres pueden terminar pagando, en forma de impuestos, más que los hogares ricos, a pesar de las exenciones en algunos productos”.
- La población indígena es 4 veces más pobre. “Mientras que el 38% de la población hablante indígena vive en pobreza extrema, el porcentaje correspondiente para la población total es inferior al 10%. Esto implica que la tasa de pobreza extrema para la población hablante indígena es casi 4 veces más alta que la de la población en general”.
- Educación pública vs educación privada. Mientras que el pago de colegiaturas y transportación a escuelas privadas es deducible de impuestos, el 48% de las escuelas públicas carecen de acceso a drenaje, 31% carecen de acceso a agua potable, 12.8% no cuenta con baños o sanitarios y 11.2% no tienen acceso a energía eléctrica. Por otro lado, en 61.2% de ellas, los alumnos no cuentan con acceso a un equipo de cómputo que sirva y 80% de los estudiantes no tiene internet, lo que pone a los alumnos en clara desventaja con los de escuelas privadas. Existe una brecha digital abismal entre las escuelas privadas y las de gobierno.
- Violencia a causa de la marginación. Suele asociarse el incremento de la violencia en varias regiones del país por la guerra emprendida desde 2006 por el presidente Felipe Calderón contra los cárteles de la droga, pero también es oportuno destacar que los niveles de actividad criminal y de homicidios en México se asocian de manera significativa con bajos niveles de educación entre los jóvenes y con altas tasas de desempleo juvenil. Esto resulta aún más claro en las zonas urbanas, en donde la concentración de jóvenes con pocas oportunidades de estudiar o trabajar suelen traducirse en mayores niveles de violencia y criminalidad. Esto también se entiende como “cultura de la pobreza”, que es un estilo de vida consistente en reproducir por generaciones ese estado de indefensión ante el poder político y económico, siempre acompañado con niveles de violencia extremos.
Otro documento de suma importancia presentado en este mismo año, fue el denominado Desigualdades en México 2018.[3] Este documento es muy completo y forma parte de la labor de apoyo a la investigación de El Colegio de México, que en alianza con BBVA Bancomer decidió impulsar el estudio sobre las desigualdades en nuestro país.
El estudio parte de una diferenciación teórica; en general, una de las razones por las cuales el estudio de la desigualdad se vincula al de la pobreza es que ambos fenómenos tienden a aparecer juntos en el mundo real. Sin embargo, existen diferencias profundas entre los dos conceptos, y, por tanto, sus implicaciones no son las mismas necesariamente.
En estudios más recientes la pobreza se define como la carencia de recursos y acceso a oportunidades que excluye tanto a individuos como a grupos de los niveles mínimos deseables de bienestar.[4]
La medición de pobreza absoluta es muy útil para monitorear cambios en el segmento poblacional que se encuentra debajo de determinado umbral, lo cual permite evaluar los esfuerzos orientados a modificar el nivel de vida de la población con carencias esenciales. En contraste, el análisis de los patrones de desigualdad permite considerar estos cambios absolutos desde la perspectiva de cómo se distribuyen las oportunidades y los resultados asociados entre las personas. Esto es crucial si consideramos, por ejemplo, que los países pueden crecer económicamente y a la vez mantener distribuciones inequitativas. En estos contextos, incluso si las personas con menos ingresos incrementan su poder adquisitivo, los segmentos favorecidos se beneficiarán más del crecimiento perpetuando las brechas tanto en recursos como en acceso a oportunidades.
En este estudio, las desigualdades se entienden desde una perspectiva amplia. Se refieren a las distribuciones inequitativas de resultados y acceso a oportunidades entre individuos o grupos. Estas diferencias son injustas porque afectan aspectos cruciales de la vida de personas que se encuentran en desventaja en virtud de su posición social: discapacitados, minorías raciales o étnicas, mujeres, entre muchas otras. Además, estas desigualdades son potencialmente evitables por medio de un abanico de intervenciones públicas: impuestos o subsidios para redistribuir el ingreso, cuotas de género en las asambleas legislativas o sistemas universales de salud.[5]
Desigualdades en México 2018, plantea un universo de información que no debe dejar de consultarse.
Este informe comienza con un análisis de las desigualdades en la educación. Dada la relevancia de la adquisición de competencias para la inserción exitosa en los mercados laborales y la movilidad social. Plantea que si bien se han registrado avances importantes en la cobertura de la instrucción primaria, los mexicanos siguen enfrentando retos distintos en el aprendizaje y la acreditación de la media superior. Los rezagos en los logros educativos y la deserción se asocian a las asimetrías en recursos, a las distintas expectativas sobre la educación y a las características de las instituciones escolares.
El sistema educativo público atiende, en la segunda década del siglo XXI, a poco más de 31 millones de alumnos (más de 33 y medio si se incluye a las universidades), con casi un millón y medio de profesores en unas 200 mil escuelas regadas por todo el territorio nacional, cifras que hablan de un sistema gigantesco, el cual sin embargo, no se ha logrado que sea ni suficiente en cobertura ni calidad.
Suficiente significaría que toda la población en edad escolar tenga acceso a la instrucción escolar, tanto en niveles de primaria y educación media como de educación superior, y significaría también que adultos que no tuvieron oportunidad de acceder a ella o que la quieren mejorar, ampliar o profundizar, tuvieran la posibilidad de hacerlo.
Aunque la educación primaria es obligatoria, muchos niños no acuden (alrededor de 1.8 millones de niños en edad escolar están fuera del sistema educativo básico), sea porque viven muy lejos, porque tienen que trabajar o ayudar a sus padres o porque no les interesa ni a ellos ni a sus familiares.
Por lo que se refiere a la educación media: sólo 39% de jóvenes en edad correspondiente, tienen acceso a ella.
Todo el análisis, revela que las desigualdades educativas siguen siendo severas, especialmente en lo relacionado con los aprendizajes y la finalización del nivel medio superior. Existen mecanismos sociales e institucionales que contribuyen a su reproducción o que, al menos, no la evitan. Políticas como el otorgamiento de becas para reducir los costos económicos de asistir a la escuela todavía resultan insuficientes. El estudio propone como tarea indispensable para el Estado que garantice la calidad educativa de todos los niveles, desde el diseño institucional hasta la dotación de recursos materiales y humanos, que ya no refleje las diferencias socioeconómicas del espacio donde se inscribe.
Así se continúa con las siguientes estadísticas. Más del 50% de los jóvenes entre 12 y 29 años no estudia. Mientras que el 22% cuyas edades van de 20 a 29 años no asiste a la escuela. En educación superior, la brecha se hace enorme.
Sólo 22 de cada 100 jóvenes entre los 19 y 23 años están inscritos en alguna institución universitaria.
Regionalmente esto es peor: en el D.F. hay una cobertura del 50% (en dicha edad); en cambio para Oaxaca, sólo hay una cobertura de 14%. Las cifras de la deserción. 12 de cada 100 alumnos abandonan la escuela antes de terminar el 6° año de primaria.
25 de cada 100 antes de terminar el tercer año de secundaria
4 de cada 10 lo hacen en el bachillerato
Según Axel Didriksson, la mitad de los que ingresan a la UNAM, la habrán abandonado antes de concluir. Y de los que concluyen la carrera, sólo 4 de cada 10 lograrán titularse.
Roger Díaz de Cossío da un ejemplo de dos carreras: ciencias y Matemáticas: “De 144 instituciones que ofrecen estas carreras, 30% han producido entre uno y nueve titulados ¡en 16 años!”.
“Esto es tan grave que en 20 años dejaremos de tener científicos”.
De los adultos que tuvieron acceso a la educación superior, 87.8% de los hombres participan en la economía, en comparación con sólo 69.3% de las mujeres. En este grupo selecto de personas con alta escolaridad, hay 80 veces más mujeres que hombres cuya ocupación principal son los quehaceres de su hogar, razón que aumenta a 89 en las ciudades pequeñas. La conclusión es preocupante, pues 20% de las mexicanas adultas que fueron a la universidad, más de un millón, no utiliza sus conocimientos en algún trabajo remunerado.
Sobre las personas nacidas en pobreza el informe refiere varios datos a destacar: “La situación es más grave para las mujeres. Ellas son más propensas a descender en la escala socioeconómica si parten de una posición privilegiada, y las que nacen en hogares con pobreza tienen mayor probabilidad de mantenerse en condiciones de marginación en su vida adulta. En México, sobre todo por la baja tasa de participación laboral femenina, las mujeres dependen en gran medida del ingreso de su pareja o familiares. Además, por la brecha salarial, aquellas que trabajan reciben en promedio menores ingresos que los hombres”.
Las mujeres que nacen en los estratos menos favorecidos, tienden a permanecer en la misma situación socioeconómica de su hogar de origen: 55% de las mujeres que nacen en el quintil más bajo de ingreso logran ascender a otro estrato en su vida adulta, en comparación con 75% de los hombres con el mismo origen.
Se señala que el trabajo digno no es asequible para todas las personas (y ¡menos para las mujeres!). “En México, desde 2000, las oportunidades para acceder a empleos de calidad han disminuido. La precariedad laboral se revela en tres datos contundentes: la proporción de trabajadores subordinados que ganan menos de un salario mínimo ha aumentado en más de 50%, la fracción con seguridad social no ha crecido y la de quienes trabajan sin contrato ha disminuido marginalmente”.
También informa que “una mujer suele tener menos oportunidades de ascender en la escala social y es más vulnerable a riesgos de diversa índole que un hombre con las mismas condiciones. Las expectativas sociales sobre las ocupaciones consideradas femeninas y masculinas son un obstáculo para que las mujeres adquieran educación pertinente, que les permita insertarse en el mercado laboral en condiciones dignas. Una quinta parte de las mexicanas con estudios universitarios, más de un millón, no tiene una ocupación remunerada y se dedica principalmente a trabajos de cuidado. La vulnerabilidad asociada al cambio climático afectará a las mujeres de manera desproporcionada, por ejemplo, en cuanto a la pérdida de tierras y propiedades; en particular en los lugares donde las mujeres tienen restricciones en derechos de propiedad o dependen de los bienes comunitarios. En suma, con independencia de las características de origen de la persona, su talento o esfuerzo, el informe revela que las mujeres en México experimentan oportunidades desiguales en cuanto a educación superior, salario y trabajo dignos; además, las mujeres se ocupan de la mayor parte de los trabajos de cuidado no remunerado”.
“La conclusión es preocupante, 20% de las mexicanas adultas que fueron a la universidad no utilizan sus conocimientos en algún trabajo remunerado. Y cosa curiosa, si dedicarse a las labores del hogar fuera una “elección libre”, un número equivalente de varones con educación universitaria se ocuparía sólo de labores domésticas, pero la proporción es de 0.2%.
Si bien las diferencias por sexo entre la población que accede a la formación universitaria parecen ser menores, hay asimetrías claras en cuanto a las áreas del conocimiento donde se matriculan. De hecho, en estas asimetrías se reproducen estereotipos de género: las mujeres tienden a ocuparse de los cuidados, que incluyen la educación y la salud, mientras los varones se concentran en las ciencias exactas, las naturales y las ingenierías.
En México, también existe evidencia clara de que la movilidad social depende del lugar de nacimiento de las personas. A partir de la Encuesta de Movilidad Social 2011 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, se conoce que la movilidad es mayor en los estados del norte, donde hay mayores niveles de desarrollo, que en los estados del sur. En suma y de manera preocupante, el problema de la baja movilidad social en México no se limita a la alta persistencia en el estatus socioeconómico. Grupos como las mujeres o las personas nacidas en regiones menos desarrolladas enfrentan obstáculos todavía mayores para mejorar su situación social y económica respecto a su contexto de origen.
Así mismo, otro dato importante, es el referido a las expectativas salariales de los trabajadores mexicanos; éstas son muy distintas dependiendo de la entidad en la que laboran: mientras que el ingreso laboral mediano mensual de un trabajador fue de 6,657 pesos en Querétaro en 2017, la remuneración fue de 4,748 pesos en Puebla. El contraste es aún mayor si comparamos Chiapas ($3,708) con Nuevo León ($7,371).[6]
Como ha podido leerse, estudios sobre los orígenes de la desigualdad social, de género y económica en nuestro país no han faltado en la vida académica. Las investigaciones citadas son del todo científicas, por lo tanto, ahora que un supuesto candidato de la izquierda en México obtuvo el beneficio del voto popular, sería prudente que volviese la mirada hacia dichas investigaciones para no utilizar fórmulas mágicas o populistas en la solución de las desigualdades en nuestro país.
BIBLIOGRAFÍA
Sefchofich, Sara: País de Mentiras, Editorial Océano, 2012
REFERENCIAS DE INTERNET
[1] Iguales: Acabemos con la desigualdad extrema, véase en: https://bit.ly/2NYk57a
[3] El estudio fue elaborado en concordancia con su principio de ofrecer información veraz y su misión de trabajar para lograr un futuro mejor para las personas. Desigualdades en México 2018, véase en: https://bit.ly/2kTSCXX
[5] Desigualdades en México 2018, véase en: https://bit.ly/2kTSCXX