Por: Mnemea de Olimpia
Al final de mi última entrega hice referencia a que lo más importante es la salud de nuestros hijos, y así es, pues si queremos forjar hombres y mujeres sanos y fuertes, debemos entonces tener la materia prima adecuada para hacerlo. No podemos soñar con formar hombres viriles, si desde pequeños los preparamos para ser cobardes, y tampoco podemos anhelar un día enorgullecernos de que nuestras hijas sean mujeres sanas, fértiles y cultas, si desde niñas les fomentamos el ser “princesas” caprichosas, berrinchudas e hiperemocionales. Justo lo mismo ocurre con la escultura de sus cuerpos. Nosotros como padres somos los artistas que tienen la responsabilidad de hacer de ellos y ellas, superhombres y supermujeres, por encima de todos, por debajo sólo de lo divino.
Un pilar fundamental para lo anterior, es por supuesto su alimentación. Hoy en día los padres son domados por los hijos, en lugar de ser los críos los guiados por sus progenitores. Mil veces he visto a mis alumnos de primaria hacer dramas y berrinches porque sus madres no les mandaron la golosina que querían, u otras veces, incluso tirar la comida de su lunch. ¡Ingratos y maleducados! Claro está que esos niños ya se encuentran contaminados por nuestra cultura, donde todos, los padres, las madres y los hijos actúan individualistamente. Si bien estos pequeños tendrían remedio siendo expuestos a una mayor disciplina, o a un cambio cultural, será mejor aplicar mis recomendaciones a nuestros descendientes bebés o aún no nacidos.
1.- Gastar el dinero de la escuela en alimentos orgánicos
El sistema educativo sólo pervierte la mente de nuestros hijos y los convierte en esclavos dóciles a la autoridad. Peor aún, hoy en día muchísimos salones de clases están bajo la supervisión de degenerados y decadentes. Lo más absurdo es que los padres ingenuos y “borregos”, siguen pagando altísimas cantidades para enviar a sus seres queridos a ser abusados mental y físicamente, incluso sexualmente por sus maestros y compañeros (como recientemente ha sido expuesto en algunos medios de comunicación). En lugar de desperdiciar los recursos de la familia inútilmente en enviar a nuestros hijos a su degeneración, yo recomiendo utilizar ese dinero y comprarles comida orgánica de proveedores investigados y de calidad garantizada, de tal forma que en los años más importantes para nuestras crías, éstas crezcan sanas como resultado de una alimentación de la forma más natural posible.
2.- Sembrar la propia comida
Más honorable que comprar comida, aunque sea orgánica, es hacer el esfuerzo de nosotras mismas sembrarla y cultivarla, de tal forma que nuestros hijos nos ayuden y aprendan que lo más sagrado en esta vida es la naturaleza, pues es ésta la que nos alimenta y de la que todo depende. Sé bien que viviendo en la ciudad esto es muy difícil, pero de tener un jardín, nada nos impide convertirlo en un pequeño huerto que además de contribuir a la alimentación de la familia, ayude a la educación de nuestros hijos.
3.- Darles fruta en lugar de golosinas
De los alimentos más nocivos que hay, son las golosinas. No sólo están llenas de azúcar, sino que también están repletas de aditivos tóxicos, colorantes artificiales, y calorías vacías, provocando en nuestros hijos un estado de hiperactividad crónica, caries y otros problemas. ¿Qué padre responsable le daría veneno azucarado a sus hijos? Cuando ellos tengan deseos de algo dulce, podemos darles frutas u otros alimentos naturales de su preferencia, de tal forma que ellos queden contentos, y lo más importante: a salvo.
4.- Hacer las frituras en casa en lugar de comprarlas
Nadie niega que las frituras sean algo muy apetitoso, en especial cuando acompañan a otros platillos, cono sándwiches, hamburguesas, etc. Sin embargo, debemos considerar que éstas, como muchos otros productos no sanos, son “lujos” que pueden darse nuestros cuerpos adultos siempre y cuando los consumamos con medida y consciencia. No obstante, reitero que así como a un niño no se le da a beber alcohol porque su cuerpo está en desarrollo y ello no es lo más aconsejable, tampoco hay razón para que llenemos sus organismos con grasas y sal. En su lugar, podemos prepararlas en casa, de tal forma que nosotros controlemos la cantidad de sodio y lípidos que les agregamos, y la cantidad que les serviremos a nuestros hijos.
5.- Hacer el propio refresco en casa en lugar de adquirir bebidas embotelladas
Nadie puede negar que el refresco es una bebida increíblemente popular para chicos y grandes, pero como ya lo mencionamos antes, su delicioso sabor es inversamente proporcional a su nocividad para el cuerpo. En lugar de comprarlo, yo propongo hacer agua fresca de frutas y mezclarla con un poco de agua mineral para que el resultado se asemeje a un refresco. Esta mezcla será mil veces más sana y fresca que las tintas que pagamos por beber.
6.- Fomentarles una identidad atlética, pero sin caer en los excesos
Es de vital importancia que nuestros hijos sientan desprecio por los cuerpos flácidos y obesos, así como por las siluetas escuálidas y débiles. Es por ello que nosotros desde pequeños debemos enaltecer ante ellos el ideal de la vida sana y deportiva, de tal forma que éstos identifiquen positivamente la idea del esfuerzo físico con miras a forjar el cuerpo y se vean atraídos a esta práctica. Debe hacerse notar que no es el deporte competitivo al que nos referimos, pues ése es utilizado por la Élite Internacional como una forma de tribalismo barato que estupidiza a las masas. No. A lo que me refiero es a la práctica del deporte como camino hacia la superioridad física y hacia la estética corporal, tanto en hombre como mujeres. Por supuesto, lo anterior debe hacerse con consciencia y mesura, pues fácilmente puede degenerar en adicciones psicológicas no recomendables.
7.- Fomentarles el ideal de la belleza física, disciplina y gratificación postergada
Por supuesto, para que el ideal de la actividad deportiva tenga una motivación a los ojos del niño y joven, ésta debe ser el culto a la belleza natural, en sus manifestaciones tanto faciales como corporales. Es una nauseabunda mentira que “lo que importa es lo de adentro”, como si uno tuviera que escoger entre la belleza o las virtudes. ¡Mentalidad de conformistas! ¡Los ideales son inalcanzables, pero esa no es razón para no perseguirlos! No hay mayor virtud que la capacidad de identificar la belleza, sea física, como moral, intelectual, psicológica o espiritual y nuestros hijos deben aspirar a ella, o a verse seducidos por la fealdad y engullidos por sus manifestaciones. A este respecto, deben saber que toda manifestación de beldad es el resultado de un esfuerzo que exige tiempo y dedicación, y cuyos resultados sólo habrán de revelarse con el paso del tiempo. Esto último es particularmente importante, pues hoy en día nuestra cultura degenerada nos ha hecho una mentalidad de tipo exprés. Lo queremos todo inmediatamente y rechazamos aquello que exige constancia, disciplina y sacrificio. No debemos permitir que ese envenenamiento mental infecte a nuestros hijos.
8.- Darles un buen ejemplo y nosotros mismos encarnar los ideales que predicamos
Lo peor que puede hacer un padre, metafóricamente hablando, es aconsejarle a su hijo que no fume pues “es algo malo”, al mismo tiempo llevándose un cigarro a la boca. En congruencia con lo anterior, de nada sirve que los padres eduquen a sus crías de forma ejemplar, si ellos mismos actúan de forma decadente, en este caso, teniendo una mala alimentación, vicios y consecuentemente, una mala salud. Los hijos, si bien inmaduros, son siempre observadores, y esas incongruencias tarde o temprano minarán el respeto que ellos han de tener por nosotros. Evidentemente, mi sugerencia es poner en práctica lo mismo que exigimos de ellos: superioridad.
Concluyo afirmando lo que ya he dicho en otras ocasiones: la degeneración, la decadencia de nuestras familias y de nosotros mismos es optativa. Estamos acostumbrados a que el gobierno nos resuelva la vida, a echarle la culpa de todo, y si bien es cierto que las autoridades sobresalen por su incompetencia, la responsabilidad de crecer a nuestros hijos, en todo sentido, es nuestra. Nosotros decidimos, y al final, sea nuestra alimentación, sea nuestra educación o bien nuestros éxitos o fracasos, de nosotros depende nuestro futuro y el de nuestras familias…de nadie más.
Ver la primera parte: https://wp.me/p8QdiV-JU
Ver la segunda parte: https://wp.me/p8QdiV-Kc