Por: Gustavo Novaro García
El domingo 10 de noviembre Evo Morales renunció a la presidencia de Bolivia, tras haberse intentado reelegir por cuarta ocasión. Una intensa movilización popular, acompañada por la renuncia de los cuerpos policiales a actuar contra el pueblo y la decisión de las fuerzas armadas de mantenerse neutrales y no sostener por la fuerza a Morales, obligaron al antiguo líder cocalero a tomar esa decisión.
El camino hacia esa salida comenzó en 2016 cuando Evo forzó a un referéndum para volverse a presentar como candidato, pese a la prohibición constitucional. Al salir victorioso el NO, Morales recurrió a la Suprema Corte boliviana, que le dio la posibilidad de contender de nuevo, argumentado que era su “derecho humano”.
En octubre de este año al efectuarse los comicios, los resultados parecían presagiar que no habría un vencedor, lo que obligaba a una segunda vuelta. Morales, temeroso de que en una segunda vuelta la oposición se unificara contra él, provocó una sospechosa interrupción durante 24 horas del conteo de votos, al término de la misma resultaba vencedor.
Lo evidente de la manipulación y la inconformidad de los electores obligó a Morales a pedir que una comisión de la OEA revisara el proceso electoral, ésta descubrió violaciones evidentes y pidió repetir la votación. El termómetro social se fue incrementando hasta acorralar el fin de semana del 9 y 10 a que Morales ofreciera nuevas elecciones pero él continuar en el cargo hasta enero.
Su propuesta fue rechazada por los bolivianos y Morales dimitió. Contrario a lo que se ha sugerido no fue un golpe de Estado en el cual la cúpula militar forzara al presidente a claudicar, prueba de ello fue la fiesta popular cuando se conoció la noticia. Bolivia ha salido de un capítulo difícil de su historia, esperemos que sus instituciones salgan fortalecidas y se preserve el orden constitucional sin derramamiento de sangre ni intervenciones externas. La caída de Evo Morales representa un revés para los planes totalitarios emanados del programa de acción del Foro de Sao Paulo.