La organización de la que han hecho gala las mujeres mexicanas es un ejemplo de las nuevas formas en las que debe conducirse la sociedad mexicana en este siglo XXI: exigir con respeto pero con firmeza, hacer notar su organización, enseñar que no todo debe venir desde arriba, de forma orquestada, sino que quienes ejercen un cargo público deben de responder y actuar a las peticiones, realidades y exigencias de sus contribuyentes y votantes.