Por: Mnemea de Olimpia
En la Grecia Antigua existía la creencia de que las almas de los muertos, en su camino al inframundo, debían beber de las aguas del río Lete para que éstas les ayudasen a olvidar cualquier recuerdo que en vida hubiesen tenido, previo a su reencarnación. Con el pasar de los siglos, esta creencia se esfumó de dichas tierras, y sin embargo, al voltear a mi alrededor en esta época de decisiones cruciales para nuestro pueblo, me es inevitable pensar que nuestra gente se encuentra embriagada con las aguas letianas, pues pareciese, han olvidado completamente los recuerdos de lo ocurrido en la Ciudad de México desde el 2006 al presente, como resultado de las políticas izquierdistas que se defienden hoy en el seno del partido encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Es por ello, empero, que quienes sí tenemos memoria, y no nos hemos dejado engañar por la falsa ambrosía intelectual que él y sus partidarios difunden, nos encontramos hoy, a unos cuantos días de la elección, en un estado de profundo desasosiego, pues podemos predecir un futuro de gran degeneración y destrucción, no sólo en el ámbito económico, sino también del pilar más importante y valioso de nuestra sociedad: la Familia.
Como mujer despierta y consciente que se encuentra en vías de formar una familia, y por lo tanto de realizarse, me aterra pensar que aquel personaje que ante el público ostenta su capacidad intelectual al llamarse “Peje pero no lagarto” logre por fin la meta que se ha propuesto desde hace 12 años: llegar victorioso a Los Pinos. Pero, ¿por qué temerle a aquel presidenciable que provoca esperanza y optimismo en el pueblo mexicano? La respuesta es sencilla y fácil de entender si desempolvamos un poco nuestros libros y analizamos la realidad de las políticas amorosas que su partido promueve. Por un lado, si revisamos la Historia, nos damos cuenta de que su gran ídolo mexicano, Benito Juárez, fue en realidad el gran traidor de nuestra patría, y por el otro, si vemos más allá de sus promesas y nos dedicamos a estudiar sus propuestas, nos damos cuenta de que éstas sólo llevan en sus entrañas el veneno social más mortífero de todos: el del Marxismo Cultural Internacional. Rechacemos ahora las embriagantes aguas letianas que hemos bebido durante esta campaña electoral, y hagamos memoria: desde hace más de una década, el Distrito Federal ha sido víctima de diversas leyes que fomentan la esterilización de la sociedad, el odio a la vida y por ende a la familia. Nunca debemos olvidar que fue la izquierda la que en 2007 promovió la despenalización del asesinato de un bebé sano en gestación, inocente de toda culpa. Tampoco debemos olvidar que fue la sinistra la que en 2009 impulsó el mal llamado “matrimonio” homosexual en la Ciudad de México, apuñalando por la espalda a la institución de la familia, compuesta desde los inicios de la Historia por un hombre y una mujer, burlándose así de la cultura mexicana y del mismo pueblo al que ellos, los marxistas, decían representar. Por último, es imperdonable olvidar que en ese mismo año de 2009, fue la izquierda obradorista la que descaradamente violó el derecho de muchos niños de la capital a “vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral” al condenarlos a ser adoptados por parejas homosexuales. Ahora más que nunca, no debemos de olvidar, pues de hacerlo, estas tragedias no sólo se vivirán en el Distrito Federal, sino que reinarán en todo México.
Quizás se me diga que AMLO no se ha pronunciado directamente a favor o en contra de todo lo anterior, y que en su papel de “revolucionario amoroso”, lo que ha afirmado es que la toma de decisión con respecto a estos pasos de subversión cultural corresponde a las competencias locales de cada Estado, y por lo tanto, en cierta forma, a sus respectivas poblaciones, pero a estas alturas del partido electoral, lo peor que nos puede suceder es caer en la ingenuidad. Quiero dejar en claro que MORENA no sólo es Andrés Manuel, sino Marcelo Ebrard, Taibo II, Sheinbaum, y un largo “etc.”. Es decir, MORENA no sólo es su líder, sino todo un ejército invasor que porta como estandarte los peores antivalores de la sociedad. Es por ello que afirmo y predigo que si aquellos verdugos que lo encabezan se hacen con el máximo poder de la nación, con toda seguridad, el veneno que emana del Marxismo Cultural pronto consumirá a toda nuestra patria. ¿La evidencia? Éste se ha arraigado ya en la Ciudad de México desde hace más de una década, y la decadencia que éste provoca, hoy la vemos por doquier.
Todos deseamos un cambio. Yo también lo anhelo. Pero a diferencia de los millones que han sido cegados por el enojo o el disgusto, yo sé que el cambio que todos buscamos no puede caer del cielo por gracia de un hombre mesiánico, sino antes que nada, como resultado del amor a la familia, ese sentimiento que habita en cada uno de nosotros, y que cada mañana nos motiva a trabajar honradamente para alimentar a nuestros hijos, a cuidarlos y crecerlos hasta que un día ellos se conviertan en hombres y mujeres de bien que transformen a nuestra nación. No es el odio al gobierno o a los que no piensan como nosotros lo que sacará adelante a este país, sino los valores familiares que ensalzamos en nuestro hogar y que tanta falta hace que practiquemos con los demás miembros de nuestra sociedad. Justamente, aquellos valores que AMLO y la izquierda radical desde siempre han pretendido destruir.
Dejemos de ser aquellas almas en pena que cada seis años ingieren las aguas del Lete para olvidar, y que eligen a sus dirigentes intoxicados por la falsa esperanza. En vez de eso, bebamos el elixir de la Verdad, y recordemos que sólo una fuerza que promueve y protege a la familia podrá construir una sociedad unida, y por consiguiente, una nación próspera.