Por Gustavo Novaro García
Las redes sociales juegan cada vez un papel más determinante en la vida pública, incluyendo la esfera política. El creciente acceso a los contenidos de Internet, en particular a través de los celulares inteligentes, es una de las facetas comunes de los comportamientos cotidianos.
El surgimiento de Facebook en 2004, de YouTube en 2005, de Twitter en 2006 e Instagram en 2010 provocó la migración gradual de los políticos hacia esas plataformas, en consonancia con sus votantes.
En la campaña presidencial de 2006, las redes sociales estaban en su infancia y, por lo tanto, la elección se peleó en los medios dominantes: televisión y radio. Para 2012 ya las redes sociales eran importantes, la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, utilizando una estrategia de mercadotecnia diseñada por la publicista Ana María Olabuenaga -la creadora del eslogan “Soy totalmente Palacio”- y operada en la práctica por un equipo dirigido por Alejandra Lagunes, resultó muy efectiva y nulificó a la candidata del partido en el poder, la panista Josefina Vázquez Mota.
Pero también destacó el uso de las redes por parte de la coalición encabezada por López. Su equipo de comunicación, orquestado por el productor de televisión de origen guatemalteco, Epigmenio Ibarra, fue exitoso y logró colocar al tabasqueño como el número 2 en esa contienda. Sobresalió el uso de los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, en lo que se denominó el movimiento de los “Yo soy 132”.
Durante el sexenio peñista López supo posicionar muy bien su mensaje opositor, con ataques constantes a los errores a la política gubernamental. En especial se le abrieron flancos a Peña por la llamada “Casa Blanca”, la propiedad que adquirió su entonces esposa Angélica Rivera, el asesinato de estudiantes normalistas de Ayotzinapa y los constantes dislates del mandatario.
El señalar los errores y el minar la administración se hizo con el apoyo de una red de acción que operó como una máquina propagandística para presentar a López como el salvador de la patria, lo que ayudó a colocarlo como el puntero en la elección de 2018 y llevarlo a Palacio Nacional.
Pero, ya con López en la presidencia, su fracaso como ejecutivo, en particular el desplome de la economía y el aumento de la inseguridad, comenzaron a volcar a la opinión pública en su contra, pese al uso incesante de su aparato propagandístico, esta vez ya desde el poder y que maneja el Jefe de Comunicación Social Jesús Ramírez Cuevas (@JesusRCuevas en Twitter), y que en el día a día lleva a cabo la Directora General de Comunicación Digital del Presidente, Martha Jessica Ramírez González (@Jey_21).
Panistas, priistas, ciudadanos independientes, y morenistas desencantados, comenzaron a volcar su frustración y enojo hacia el morador del Zócalo, y eso ya no le gustó al tabasqueño, acostumbrado a escuchar sólo halagos y a engañar con sus palabras.
Tras la liberación de Ovidio Guzmán, y el desplome en las encuestas, en noviembre del año pasado en su conferencia circense en Palacio Nacional, López junto con su equipo, acusaron a entre otros Aurelio Nuño Mayer, Juan Carlos Romero Hicks, Luis Calderón Zavala, hijo del ex presidente Felipe Calderón, y especialmente al tuitero conocido como Tumbaburros, de orquestar campañas en su contra, lo que era un uso ilegal del poder, ya que no había ningún delito qué perseguir.
Que se le recordaran tuits, videos y sus propias declaraciones incongruentes, fueron cambiando paulatinamente la percepción de la eficacia y veracidad de su gobierno. La epidemia de Coronavirus que agudizó los errores e impreparación de la administración lopista, fueron la gota que derramó el vaso para el macuspano que acusó a la oposición de utilizar un ejército automatizado pagado para atacarlo, a lo que llamó “Infodemia”.
Los usuarios de redes sociales, particularmente en Twitter, respondieron con sarcasmo e ironía. Y aumentaron las tendencias en contra del gobierno. Por ahora, pese a contar con señales de televisión, ingentes cantidades de dinero que provienen de la partida secreta, y un ejército de bots, el gobierno lopista no puede maquillar los malos resultados.
Por lo tanto, si lo critica usted que me lee, sería una creación de informática y no una persona real. Pero López no podrá impedir, en su delirio, que le exijamos cuentas y resultados reales.