Por: Gustavo Novaro García
En enero de este año, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, era un funcionario público desconocido para el gran público. En círculos del sector salud y periodísticos, se le recordaba como el burócrata encargado de la respuesta inicial a la epidemia del AH1N1 en 2009, al que por su arrogancia y malas decisiones había sido apartado del asunto por decisión presidencial.
Sin embargo, López-Gatell había ascendido en la escala de la Secretaría de Salud y cuando México enfrentaba una nueva pandemia, en este caso el Covid-19, por decisión de Andrés López, se le encomendó coordinar la respuesta gubernamental ante este grave asunto.
López, enamorado de las cámaras de televisión, colocó en el candelero al subsecretario y éste, con buenas dotes para comunicar y manejando un lenguaje al parecer de experto debido a sus estudios de posgrado, comenzó a alcanzar un alto grado de popularidad y de poder.
Fue él, por ejemplo, el que decidió que la industria cervecera no era esencial y, por lo tanto, ordenó su cierre, provocando la escasez del producto en el país y que se perdieran centenares de millones de pesos por la falta de exportaciones. Además, poco a poco abandonó el aspecto técnico e hizo declaraciones muy polémicas, entre las cuales podemos mencionar que era mejor que se contagiaran cien niños que sólo uno; que el presidente no se enfermaría por su “fuerza moral no de contagio” y su ambigüedad acerca del uso del cubrebocas como una forma de contener al covid, la que él aseguró, no estaba comprobada.
En abril afirmó que para junio ya habría pasado lo peor. Y, cuando los decesos comenzaron a incrementarse, culpó a las industrias refresqueras y de botanas, de provocar la obesidad e hipertensión masiva, y por eso tornar más vulnerable a la población a las acechanzas del virus. También señaló a “grupos sociales adinerados” de haber importado la enfermedad a México.
López-Gatell insistió en que México empleara el llamado modelo centinela, que impediría que en el país se llegara a una cifra catastrófica de 60 mil muertos. Pues bien, México este fin de semana alcanzó ese punto. Y, a pesar de las evidencias, López-Gatell nunca ha admitido que se equivocó, inclusive ha presumido que la reacción ante la enfermedad ha sido ¡Un éxito!
Cualquiera pensaría que ante el evidente desastre, si no se tomaría la decisión de cesar a López-Gatell, por lo menos se le reducirían sus atribuciones. Pues en realidad ha resultado todo lo contrario.
La Secretaría de Salud comunicó que a través de un reajuste administrativo quedarían bajo control de López-Gatell: la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que regula la fabricación y venta de medicinas e insumos médicos, y alimentos, bebidas y todos los productos que consumimos; la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic), la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) y el Centro Nacional de Transfusión Sanguínea, los Servicios de Atención Psiquiátrica; la Comisión Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA; el Centro Nacional de Salud para la Infancia y Adolescencia; la Dirección General de Epidemiología; y la Dirección General de Información sobre la Salud, entre otros.
En la regulación sanitaria hay muchas preocupaciones relacionadas con corrupción, declaró López-Gatell, con lo que justificó los cambios. Con esto, él parece ser el verdadero mandamás del sector, ya que el titular, Jorge Alcocer, está completamente opacado por el en teoría su subalterno.
En diferentes columnas periodísticas ha aparecido información que señala que la cruzada de López-Gatell en contra de los alimentos chatarras, se puede atribuir a que él desde sus años de estudiante de posgrado en la Universidad Johns Hopskins, y su ex esposa Arantxa Colchero, han estado vinculados con Bloomberg Philantrophies, la fundación del multimillonario y ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que tiene una lucha frontal contra las bebidas edulcoradas.
Por lo pronto, López-Gatell cuenta con el respaldo del otro López para reformar tanto los sistemas de salud como de alimentos industrializados del país, en el primer caso hemos visto desabasto, ineficacia y culpar a los demás de los errores. ¿Se repetirá esto con efectos imponderables en el segundo tema? Estamos viendo la creación de un Frankestein, sabemos lo que pasó en la novela.