Por: Gustavo Novaro García
El 31 de julio del año pasado, López celebró que la economía mexicana creció 0.1% en el segundo trimestre de 2019 e ironizó sobre los analistas que auguraban una recesión: «Sorpresas te da la vida».
Ya en el primer trimestre de ese año, el PIB se había reducido un 0.2%, prueba de que la desastrosa política económica de López estaba deteniendo al país. Así, veíamos a un mandatario festejar un “crecimiento” del 0%.
López, que a raíz de su victoria electoral se siente infalible y desprecia las opiniones de los expertos, ha tenido, sin embargo, que enfrentar la prueba de la realidad, que lo ha reprobado. En su primer año de gestión, la economía cayó en un 0.1%, no tenía pretextos para culpar a nadie más, ya que estaba en el timón, sin embargo, lo hizo. Lo único que sabe hacer.
A principos de enero de este año se supo que en China había surgido un nuevo tipo de virus, por lo que las autoridades de ese país estaban tomando medidas de restricción de movimiento a su población; así, el gran tren económico del mundo estaba frenando su desarrollo.
Cuando el Partido Comunista Chino cerró de plano la ciudad de Wuhan, y limitó por todo el país el flujo de personas en plena temporada de su año nuevo, el orbe comprendió que las autoridades comunistas enfrentaban algo mucho más serio de lo que le habían dicho al exterior, para entonces era demasiado tarde, y el Covid-19, que pudo haber sido contenido, había salido de control.
A fines de febrero, cuando ya se sabía que la economía mexicana se había estancado en el 2019 y que el Covid había llegado al país, López y sus secuaces minimizaron el riesgo de la enfermedad, dijeron que no era peor que la influenza estacional y que había 400 mil millones en caja para enfrentar exitosamente la contingencia.
Pero a partir de marzo la economía estadounidense nuestro principal socio comercial, empezó a sufrir los efectos de la pandemia y en México se tuvieron que empezar a tomar medidas de cierre de actividades productivas.
Los meses de abril, mayo y junio vieron al país perder millones de empleos formales e informales, las ventas se cayeron, sectores enteros como la hosteleria, los espectáculos y la educación llegaron casi al alto total, el resultado: -18.9% del PIB, la caída más grande registrada en tiempo de paz en México. Eso, sumado al -2.2% en el primer trimestre llevó a que desaparecieran los avances y mejorías que se habían logrado desde 2009.
El país había perdido más de una década de crecimiento. Proyecciones optimistas mencionan que la situación volvería a recuperarse hasta 2025 de cómo había estado a finales del sexenio de Peña. Los pesimistas, yo diría realistas, señalan que con las propuestas estatistas y retrógradas de López, que detesta la riqueza y la inversión privada, México irá aún más para atrás.
Con nulas intenciones de ayudar a las empresas, realizando promesas vanas de generar empleos y con la solución fallida en el corto plazo de regalar pesos a sus clientelas electorales, el gobierno lopista se va encerrando en un callejón sin salida al tener cada vez menos y menos recursos para cubrir sus proyectos descabellados y despilfarrando dinero en Pemex y CFE.
Ahora, para contener el desastre que él ha causado, López le apuesta a las remesas que envían semanalmente los mexicanos emigrados a los Estados Unidos y que se ha convertido desde hace años en la principal fuente de ingresos externos del país.
Lo peor de la crisis económica no pasará en México mientras López continúe en el poder. Testimoniaremos el aumento de la pobreza, de la frustración, del desempleo y de la desesperanza. Áquel lejano 1 de julio de 2018 el país cometió un error monumental, tardaremos una década o más en recuperarnos de aquella equivocada decisión, y eso, sólo en el aspecto económico. Lo peor está por venir.