Arquitecto
Por: Graciela Cruz Hernández
Manuel Gómez Ibarra, nació el 11 de febrero de 1810 en la Hacienda La Labor en el municipio de Chapala, sus padres fueron Francisco Xavier Gómez Mena y María Manuela Ibarra Valencia. Siendo muy niño todavía la familia se trasladó a vivir a la ciudad de Guadalajara. Contaba con 7 años de edad cuando quedó huérfano de padre quedando bajo la tutela de Don Diego Aranda y Carpinterio quien luego sería Obispo de Guadalajara.
Estudió en el Seminario Conciliar de Guadalajara y en el Instituto de Ciencias del Estado, estudió matemáticas, artes y ciencias de la construcción.
Manuel Gómez Ibarra se casó el 8 de abril de 1839 con Victoria Gallardo Arrieta con quien tuvo cinco hijos y de quien enviudó en 1844.
Fue alumno distinguido del Arq. José Gutiérrez y a la muerte del maestro, fue que Manuel por encargo del Obispo de Guadalajara Diego Aranda y Carpinteiro, dio continuidad al proyecto del Sagrario Metropolitano de la Catedral, concluyéndolo en 1843; También Manuel Gómez Ibarra, autor de la cúpula del Sagrario metropolitano.
En 1845 contrajo segundas nupcias con Catarina Pérez Contreras pero también enviudó a pocos años de casado, con Catarina procreó dos hijos más.
En 1849 fue comisionado por el Obispo Aranda y Carpinteiro para reconstruir las torres de la Catedral de Guadalajara demolidas a causa de los daños que sufrieron el terremoto de 1818 las torres originales fueron sustituidas pero a causa de otro sismo en 1849 también resultaron dañadas, las torres que actualmente se aprecian en la catedral de Guadalajara de estilo neogótico fueron construidas así por sugerencia del mismo obispo; el estilo de las torres no era el estilo de Gómez Ibarra, pero él hizo lo ordenado por el obispo; Gómez Ibarra tardó tres años en la edificación de las torres, concluyéndolas en 1854. Ahora esas torres son reconocidas internacionalmente como un ícono emblemático que identifica a la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
Encontramos entre las obras de Manuel Gómez Ibarra: la Cúpula del Instituto Cultural Cabañas (Gómez Ibarra la terminó por encargo del obispo Aranda y Carpinteiro, la obra fue diseñada por Manuel Tolsá) el Palacio Arzobispal; el Pórtico de la Parroquia del Pilar; el Santuario de la Villa de San Pedro Tlaquepaque; el Altar Mayor del Santuario de Guadalupe de Guadalajara; las bóvedas del Templo de San José de Analco; las reformas a la Iglesia Mexicaltzingo; la reparación del Pórtico del edificio de la antigua Universidad de Guadalajara (ya no existe) la remodelación estilo neoclásico del antiguo Templo de Santo Tomás (construido originalmente por su maestro José Gutiérrez, ahora es sede de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz); la bellísima reparación del pórtico del Santuario del Señor San José; constructor de la primera cúpula del Sagrario Metropolitano de Guadalajara, el Panteón de Belén; también realizó algunas obras fuera de Guadalajara, etc.
Gómez Ibarra, una vez que ya había realizado sus obras más reconocidas, tuvo la oportunidad de viajar a Europa acompañado de su hija Victoria (nacida de su primer matrimonio) entre los lugares que visitó durante su viaje, en 1866 estuvo dos meses en Roma, ciudad que le causó una gran impresión.
Cuando regresó de Europa, Gómez Ibarra vivió un tiempo en la Ciudad de México, estando ahí escribió a la Academia de Bellas Artes solicitando su título de arquitecto, envió un certificado con testimonios que lo acreditaban como constructor de las torres de la catedral de Guadalajara entre otras obras que ahí mencionaba. El titulo le fue concedido pero al ser enviado se perdió y no pudo obtener otro.
La Sociedad de Ingenieros de Jalisco, constituida formalmente el 24 de febrero de 1869 tuvo entre sus promotores a Manuel Gómez Ibarra
Después Gómez Ibarra regresó a Guadalajara Jalisco. Fundó dos escuelas politécnicas, una de ellas en 1877 en San Pedro Tlaquepaque (Colegio Politécnico “Jalisco” o Escuela Preparatoria de Ciencias y Artes).
Desafortunadamente Gómez Ibarra con el paso de los años fue perdiendo su vista y para tener una solvencia durante su vejez, en diciembre de 1877 enajenó sus bienes de los cuales recibió una pensión que pudo alargar hasta el año en que el ilustre arquitecto jalisciense murió, siendo la fecha de su muerte el 2 de junio de 1896 a la edad de 86 años. Increíblemente fue sepultado en la fosa común en el Panteón de Belén, el cual había sido una de sus obras arquitectónicas; afortunadamente a las pocas semanas el Ayuntamiento tapatío concedió en ese cementerio una propiedad de tres por tres metros, a través de una carta donde elogiaba merecidamente al ilustre personaje que tantas bellas obras realizó, en respuesta su hija Victoria a nombre propio y de sus hermanos, agradeció con una sentida carta la acción que el Ayuntamiento tuvo para que su respetable padre fuera sepultado dignamente.
Extracto de la carta del Ayuntamiento:
“Inigualables son los méritos del sabio jalisciense, del venerable decano que desde el sepulcro se impone a nuestra admiración y nuestro agradecimiento. Su memoria inmaculada y su nombre gloriosos son honra y orgullo para nosotros y lo serán para la posteridad”.
Ciertamente el trabajo que realizó en Guadalajara Gómez Ibarra, su maestro José Gutiérrez y otros tantos arquitectos del siglo XIX, le valieron a Guadalajara por parte del periodista mexicano de origen inglés Eduardo Gibbon, quien admiraba el trabajo de Gómez Ibarra, un libro publicado originalmente en 1893 titulado: Guadalajara (La Florencia Mexicana)
Fuentes:
https://jalisciensesilustres.blogspot.com
La ciudad imaginada: el paisaje neoclásico en Guadalajara y sus productores. Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM86, 2015 Luis Felipe Cabrales Barajas