Por: Graciela Cruz Hernández
El 8 de junio de 1816, nació en la Ciudad de México Manuel Orozco y Berra. Contaba con 10 años de edad cuando en 1826 ingresó al Colegio de Minería y en el año de 1834 recibió el título de ingeniero topógrafo.
Se mudó a Puebla en 1835, estudió leyes en el Seminario Palafoxiano y obtuvo el título de abogado en 1847. Ahí se siguió preparando y enseñó tanto matemáticas como humanidades.
Su labor literaria comenzó en 1844, con un discurso alusivo a la Independencia y con diversos artículos político-literarios en varios periódicos.
Fue apoyado por José Fernando Ramírez, quien era su maestro y amigo, entre algunas de sus labores estuvo la transcripción paleográfica de la Actas del Cabildo de México.
Le llamó la atención participar en la política iniciando en este camino como secretario del gobierno de Puebla.
A su regreso a la Ciudad de México en 1852, trabajó en el Archivo General de la Nación, donde trabó relación con personajes ilustres de la época como Lucas Alamán y Antonio García Cubas, entre otros cronistas e historiadores que, además de fungir como sus maestros, le otorgarían un profundo sentido nacional que se reflejó en su escritura, en sus investigaciones y en su cuidadoso registro de la Historia de México.
Orozco y Berra durante la presidencia de Benito Juárez, fue nombrado, Ministro de la Suprema Corte, en sustitución de Ignacio Mariscal.
Durante la presidencia de Comonfort fungió dos veces como Oficial Mayor de la Secretaria de Fomento.
Colaboró para el bien de México en el gobierno de Maximiliano de Habsburgo quien lo distinguió como Subsecretario de Ministerio de Fomento y Director del Museo Nacional, a la caída del imperio fue declarado traidor a la Patria y llevado preso. Sin embargo su cárcel, que sería el ex Convento de la Enseñanza, se cambió por una prisión domiciliaria pues su estado de salud era delicado. En ese tiempo vivió una situación muy difícil y quizá de ahí se debió su frase: “Cuando tengo tiempo (para sus estudios), no tengo pan; cuando tengo pan me falta tiempo”, pues el gobierno republicano lo sentenció a cuatro años de prisión y 4,000 pesos de multa, y por mucho tiempo sufrió las molestias que los liberales impusieron a los conservadores vencidos. Al verse de nuevo sin presiones políticas y al recuperar su libertad, volvió a trabajar en lo que lo apasionaba, sus investigaciones, sus libros, sus escritos esto a la vez que trabajaba como funcionario menor en la Casa de Moneda, trabajo que desempeñó hasta el año de 1881 en el que murió.
Si fue liberal o conservador, no es el punto al cual nos enfocaremos, pues más allá de ideales políticos, vemos que trabajó para el bien de nuestra nación al legarnos un trabajo importantísimo y fundamental para la historia de nuestro país.
Como mencionamos fue director del Museo Nacional y también catedrático de historia en la Escuela de Minería. Fue una de las más altas personalidades con que ha contado la Academia a la cual ingresó el 11 de septiembre de 1875 como numerario.
De su vasta producción mencionamos algunas como: su Diccionario Universal de Historia, Geografía y Biografía, para muchos una monumental obra que aún no superada, y redacción de los Apuntes para la historia de la geografía en México (1876); Memoria para el Plano de la ciudad de México (1867); Geografía de las lenguas y Carta Etnográfica de México (1865); Historia antigua y de la conquista de México (1881) que sirvió posteriormente de base a muchos historiadores. Historia de la dominación española en México, escrita en 1849 y publicada sólo en 1938 en tres volúmenes; Memoria para la carta hidrográfica del Valle de México (1864) Varias colecciones de documentos, transcripción de numerosos manuscritos de gran valor, entre otros. Esto nos da una idea de su gran e importante trabajo. La obra histórica de Manuel Orozco y Berra de tan alto valor literario queda como muestra de su capacidad, saber y talento, por lo cual ha dejado huella en la historia de México.
Orozco y Berra, así como Ramírez, realizaron un extraordinario y concienzudo acopio de fuentes, ellos, junto con García Icazbalceta, iniciaron la historiografía científica en México.
Manuel Orozco y Berra al tratar de escribir una completa Historia de México, se dio cuenta que para ese entonces todavía no estaba definido de manera clara el territorio nacional y por esa razón se dio a la titánica tarea de coleccionar todos los mapas y documentos que pudieran ayudarlo a delimitar la geografía del país. Grande fue su esfuerzo, pues formó una colección de más de tres mil documentos de todas las regiones.
Este trabajo se publicó en 1871, con el título “La Cartografía Mexicana”, un catálogo descriptivo de toda la colección de mapas de Orozco y Berra y de otros existentes en los múltiples archivos que había consultado. Con ello se formó la primera Mapoteca Nacional.
Don Manuel Orozco y Berra murió el 27 de enero de 1881 en la Ciudad de México en 1881 a los 65 años de edad, dejando su colección al Ministerio de Fomento, quedando después bajo el resguardo del SIAP-SAGARPA y que está a la disposición del público para su consulta. Es una de las más bellas e interesantes mapotecas del mundo, la cual en honor de este ilustre mexicano desde 1977 se llama: “Mapoteca Manuel Orozco y Berra”.
Fuentes:
https://www.campomexicano.gob.mx
https://www.humanistas.org.mx/Orozco.htm