Por: Graciela Cruz Hernández
Nació en Ameca, Jalisco, el 25 de Julio de 1842, hijo de don José María de la Bárcena y Villaseñor y de doña Candelaria Ramos Celis, fue un destacado alumno tanto en su instrucción primaria de su pueblo natal, como en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, dónde inició estudios de las Bellas Artes.
Para perfeccionar sus estudios, acudió a la Academia de San Carlos en la Ciudad de México.
Tenía una innata vocación científica que lo llevó a estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria en la ciudad de México, las materias de Geología y Botánica. Recibió clases del maestro Gabino Barreda y en la asignatura de Química recibió cátedra de Don Leopoldo Río de la Loza.
Siendo alumno de la Escuela de Ingeniería, manifestó una disposición extraordinaria en el estudio de Mineralogía, lo que le permitió acceder a la Sociedad Mexicana de Historia Natural, en septiembre de 1851, año en que recibió su título como ingeniero Topógrafo Hidromensor Geógrafo Ensayador y Apartador de Metales. Gracias a estos conocimientos, obtendría después amplios reconocimientos nacionales e internacionales.
A principios de 1852, inició su carrera magisterial de tal forma que sustituyó temporalmente a su propio maestro Don Antonio del Castillo, en las clases de Mineralogía y Geología, de las cuales como fruto de sus observaciones en las prácticas realizadas en el Estado de Querétaro, presentó a la Dirección de la Escuela de Ingenieros, una Memoria que rebasaba con mucho tales asignaturas, abarcando la Estadística, la Geología, la Botánica, la Zoología, la Historia y la Geografía. Dichas prácticas dieron como resultado un importante aporte a la ciencia universal, con el descubrimiento de dos nuevas especies localizadas en los fósiles de rocas mesozoicas, a las que bautizó en honra de sus mentores con los nombres de «Cranea Rio Lozi» y «Nerinea Castilli». Ante este significativo hecho, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística le expidió en Abril de 1852 su diploma como socio honorario.
En Botánica descubrió otras especies vegetales, las que dedicó al célebre jalisciense Leonardo Oliva. Su tenacidad como investigador le llevó al descubrimiento de nuevas especies minerales, entre ellas un antimoniato de mercurio y calcio que localizó en Huitzuco, Guerrero; al que en su honor la comunidad científica internacional le denominó «barcenita», perpetuando así el descubrimiento que le mereció la Medalla de Oro que en la Gran Exposición de la Ciudad de México, le fuera otorgada por el Presidente Don Sebastián Lerdo de Tejada, el 29 de noviembre de 1854.
Ocupó el puesto de ensayador de la Casa de la Moneda de México.
En 1856 representó a nuestro país en la Exposición Mundial de Filadelfia, realizada con motivo de las fiestas del Centenario de esa ciudad.
Siendo aún estudiante de Ingeniería, Maximiliano de Habsburgo le otorgó la Orden de Guadalupe en 1866.
Distinguido por sus excelentes calificaciones, el 3 de Octubre de 1869, Mariano de la Bárcena, recibió un diploma por parte de la Sociedad Filomática Mexicana, como miembro de número, en reconocimiento a su gran talento.
El Ministro General Vicente Riva Palacio, le encomendó la Fundación del actual Observatorio Meteorológico Nacional, el cual fue inaugurado el 6 de marzo de 1877 y del que fue Director hasta su muerte.
En 1884, se realizó el hallazgo en el Valle de México de los restos de un individuo, al que Antonio del Castillo y Mariano de la Bárcena atribuyeron más de 8 mil años, procedente de una división superior al cuaternario, al que bautizaron con el nombre de «Hombre del Peñón».
En la segunda Exposición de las Clases Productoras de Jalisco, llevada a cabo en Guadalajara del 10 de mayo al 6 de junio de 1880, el jurado calificador le decreta a Mariano de la Bárcena por su activa participación, un premio por su «Mapa Geológico», primero en su especie publicado en esa época, sumándose este premio a los recibidos en otras exposiciones en diferentes estados del país, e internacionalmente, representó a nuestro país en Congresos Científicos desarrollados con motivo de las exposiciones internacionales de Filadelfia, Nueva Orleáns, París y Chicago, dando de esta manera renombre mundial a Jalisco y a nuestra Patria, por sus destacadas intervenciones como erudito geólogo y naturalista.
Fue fecundo escritor, poseedor de una bibliografía abundante; tan solo de sus obras sobre geología y minería contaban con 61 fichas en el número 10 del Boletín del Instituto Geológico de México, entre los que sobresale la obra que por título lleva «Informe y Colección de Artículos Relativos a los Fenómenos Geológicos Verificados en Jalisco en el Presente Año y sus Épocas Anteriores», de dos volúmenes, que contienen artículos como los siguientes: Geología Dinámica; Los Terremotos; Noticias del Ceboruco y Sismología, así como Los Terremotos de Jalisco.
Mariano de la Bárcena nos legó importantes obras que acreditan sus bastos y sólidos conocimientos, comentados tanto en América como en Europa. Obras como: «Descripción del Crustáceos Fósil del Genera Sphyroma» y «Reseña Geológica del Valle de Ameca, Jalisco (México)», Ensayo Estadístico del Estado de Jalisco, esta obra forma un grueso volumen abundantemente ilustrado, constando de 9 partes, con temas como: Geografía, Orografía, Geología, Hidrografía, Climatología, Flora, Agricultura y aclimatación de nuevas plantas en el estado, esta obra concluye con un apéndice por índice alfabético de las poblaciones del estado, altitudes y posiciones geográficas de varios puntos de Jalisco y Territorio de Tepic y Catálogo de frutas, raíces y tubérculos que se producen en el Estado.
A estas obras importantes hay que agregar la titulada: “Algunos Datos Físicos de la Ciudad de Guadalajara”, sobresalen sus tratados de Paleontología Mexicana, Geología Dinámica, Tratado de Litología, Noticia Geológica del Estado de Aguascalientes, Las Obsidianas de México y Datos para el Estudio de las Rocas Mesozoicas de México y sus Fósiles. También están sus obras “El Hombre Prehistórico de México” y “Noticia Acerca de Hallazgo de Restos Humanos Prehistóricos en el Valle de México”, “Elementos Aplicables a la Agricultura, a la Ingeniería y a la Industria”.
El Ing. Mariano de la Bárcena fue Gobernador Sustituto del Estado Libre y Soberano de Jalisco, al separarse de su cargo de Gobernador Constitucional, General Ramón Corona el 9 de enero de 1889, actuando así, del 10 al 24 de enero de dicho año y por segunda ocasión e igual motivo como Gobernador Sustituto de Jalisco del 22 al 30 de marzo. A la muerte del General Don Ramón Corona, el H. Congreso del Estado por Decreto de fecha 13 de noviembre de dicho año, designó al Ingeniero Don Mariano de la Bárcena como Gobernador Sustituto de Jalisco, separándose dos veces de su cargo: primero, por licencia ocurrida del 6 al 30 de mayo de 1890, y la segunda ocasión por renuncia que le admitió la legislatura el 8 de noviembre de 1890. A su separación del Gobierno de la Entidad, fue electo Senador de la República y representó entonces a Jalisco en esa alta Cámara del Congreso Federal.
Su biógrafo Palomino Cañedo se refiere así de él: “pocos mexicanos han dado tanta gloria a su Patria y han sido honradas con tantas preeminencias en el extranjero como el ilustre Don Mariano Bárcena”, expresión atinada que se ratificó al haber sido considerado éste por Real Decreto por parte de Alfonso XIII, y en su nombre la reina regente María Cristina el 31 de julio de 1895 como Comendador de la Real Orden de Isabel La Católica, por su reconocida capacidad científica como geólogo y naturalista.
Don Mariano de la Bárcena falleció el lunes 10 de abril de 1899, fue sepultado en el Panteón Español de la Ciudad de México, su epitafio lo dictó él mismo con estas palabras: “AQUÍ REPOSAN LOS RESTOS DEL NATURALISTA MARIANO DE LA BÁRCENA. DEDICÓ SU VIDA AL ESTUDIO DE LA NATURALEZA, PORQUE AHI PODÍA ADMIRAR LA SABIDURÍA DE DIOS”.
Y su elogio fúnebre: “VIVIÓ CON LA VIDA DE LOS SABIOS, MURIÓ CON LA MUERTE DE LOS JUSTOS”
El Ingeniero Mariano de la Bárcena fue un científico, Filósofo y Humanista que honró y llenó de orgullo a Jalisco y a México con sus extraordinarios talentos.