Jurista y político
Por: Graciela Cruz Hernández
Mariano Otero, nació en Guadalajara Jalisco, el 4 de febrero de 1817. Fue bautizado con los nombres José Mariano Fausto Andrés, en la Parroquia de El Sagrario. Hijo del doctor en Medicina y catedrático de la Real Universidad de Guadalajara Ignacio Otero, y de Ana María Mestas.
Quedó huérfano siendo niño, por lo que su posición económica fue difícil, como él mismo lo expresó en la petición que dirigió el 11 de enero de 1832 a la Junta Directora de Estudios del Estado de Jalisco, al solicitar la plaza de escribiente: “Sin padres desde la edad de ocho años, quedé bajo los auspicios de mi hermano político el señor Portugal y hoy a los quince de mi edad, muerto él, hace un año, he quedado al abrigo de su viuda, cuya situación es tan lamentable como la mía ”.
En el Seminario Conciliar de Guadalajara cursó Latín, Retórica y Filosofía. Luego continuó sus estudios profesionales en el Instituto de Ciencias del Estado, y aunque llegó a considerar dedicarse a la agrimensura, eligió la Jurisprudencia. En 1834 fue clausurado el Instituto del Estado por lo que Otero terminó sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Guadalajara.
El 17 de octubre de 1835, sin el requisito de edad mínima y con solo dieciocho años de edad presentó su examen profesional ante el jurado, obteniendo calificación de excelente-sobresaliente. Se le otorgó el grado de bachiller en Derecho Civil. Obtuvo el título de abogado ante el Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, previo juramento en el que adquirió un triple compromiso, según las reglas de su tiempo: no reconocería otra religión que la católica y defendería “la pureza de la Inmaculada Concepción”, observaría los códigos constitucionales, y se desempeñaría “bien y fielmente en el ejercicio de abogado”.
El 29 de junio de 1836 se casó con Andrea Arce Garibaldo, tuvieron siete hijos.
El 27 de junio de 1837 publicó su “Noticia biográfica del Señor Alcalde, Obispo de Guadalajara”. Fungió como asesor legal del banco de la ciudad, y en diciembre de 1841 fue nombrado delegado por Jalisco al Consejo de Representantes.
En marzo de 1842 fue electo diputado al Congreso Constituyente por Jalisco, trasladándose con su familia a la Ciudad de México. El 10 de mayo publicó una monografía de Guadalajara que dedicó “A los jaliscienses amantes de la libertad y la prosperidad de su patria, consagra estos recuerdos, como débil expresión de su afecto”.
Colaboró en el periódico El Siglo Diez y Nueve y el 1° de junio publicó su Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la República Mexicana, cuyo objetivo inmediato era apoyar el citado Plan Jalisco. Entre otras acciones como emitir su voto particular contra el centralismo, el 3 y 8 de octubre de 1842, publicó en El Siglo Diez y Nueve su “Examen analítico del Sistema Constitucional en el proyecto presentado al Congreso por la mayoría de su comisión de Constitución”.
El 11 de octubre pronunció un discurso conocido como “el de la fama”, en el que defendió el federalismo. El diputado José María Tornel lo calificó como “uno de esos jóvenes de la generación nueva, que son a un tiempo la esperanza y la gloria de la patria”.
El 3 de diciembre estalló el pronunciamiento de Huejotzingo, desconociendo la Constitución que emanare del Congreso y pidiendo su disolución. Les correspondió a Otero, De la Rosa y Ramírez formular el alegato de rechazo al movimiento sedicioso. El ejército ocupó el recinto de los constituyentes y el 19 de diciembre los diputados se retiraron y se disolvió el Congreso.
Del 2 de mayo al 13 de junio de 1843 estuvo prisionero; ante las irregularidades del proceso judicial, el 30 de mayo formuló un alegato, en el cual resaltó la idea de subordinación del Estado al derecho, y la responsabilidad estatal de los funcionarios públicos.
A pesar de todo él continuó su producción literaria, así el 30 de marzo de 1843 publicó “Consulta a los estudiosos sobre la lengua mexicana”, en julio sus “Apuntes para la biografía de don Francisco Javier Gamboa” y luego hizo su única traducción conocida: La Escuela de Lord Byron. Traducción de un fragmento de las Memorias de Chateaubriand.
Pronunció el discurso oficial del 16 de septiembre de 1843, en el que se condolió por la pérdida de Texas y lamentó la división de la patria.
El 21 de enero de 1844 fue electo vicepresidente de la Junta del Ateneo Mexicano, donde el 25 de febrero presentó sus “Indicaciones sobre la importancia y necesidad de la reforma de las leyes penales”.
El 6 de diciembre de 1844 quedó como presidente de la junta de compromisarios para las elecciones municipales y fue electo tercer alcalde del Ayuntamiento de la Ciudad de México. Durante su gestión enfrentó al barón Alleye de Ciprey, representante del rey de Francia, quien exigía reparaciones desmesuradas por un incidente menor.
El 11 de agosto de 1845 el presidente de la república, José Joaquín Herrera, le ofreció el Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores pero declinó el cargo. El 18 de agosto de 1846 Otero fue electo diputado y se le designó miembro del consejo consultivo del gobierno. El 8 de octubre elaboró un manifiesto para los electores de la capital, haciendo énfasis en la defensa de las garantías individuales.
El año de 1847 el país padeció la invasión de Estados Unidos que mutiló su territorio. El 11 de marzo de 1847, Otero, con otros diputados, pidió que el general Santa Anna ejerciera la presidencia. Resistiéndose a la reforma del vicepresidente Gómez Farías, impulsando la rebelión de los polkos e integrando el cuerpo de guardias nacionales “Independencia”; Otero creía en la unidad nacional, que veía quebrantada por la acción de Gómez Farías.
El 21 de marzo de 1847 el general Santa Anna reasumió la presidencia, Otero presidía el Congreso; tres días después fue nombrado ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, pero renunció un día después para evitar ahondar la división nacional y el 5 de abril presentó su “voto particular”, en el cual sentó las bases del Juicio de Amparo, que luego se consignó en el artículo 25 del “Acta de Reformas”, mejor conocido como “Fórmula Otero”, que dice:
Los tribunales de la Federación ampararán a cualquier habitante de la República en ejercicio y conservación de los derechos que le conceden esta Constitución y las leyes constitucionales contra todo ataque de los poderes Legislativo y Ejecutivo, ya de la Federación, ya de los Estados, limitándose dichos tribunales a impartir su protección en el caso particular sobre que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley o del acto que lo motivare. El 18 de mayo se aprobó la Constitución.
Ante la inminente toma de la Ciudad de México por las tropas de Estados Unidos, los Poderes de la república se trasladaron a Toluca y posteriormente a Querétaro. El 16 de septiembre de 1847 Otero le escribió una carta al gobernador de Jalisco Joaquín Angulo, en la cual le expresaba su oposición a las negociaciones, porque él consideraba la invasión estadounidense como “una guerra de conquista”. En diciembre escribió las Consideraciones sobre la situación política y social de la República Mexicana en el año 1847.
El 10 de febrero de 1848 aceptó integrar la comisión que negociaría un armisticio, con el general en jefe del ejército estadounidense Winfield Scott, con el único fin de mitigar los sufrimientos de las poblaciones invadidas. Su oposición a los estadounidenses quedó manifiesta el 25 de mayo cuando fue uno de los cuatro legisladores que votó en contra de la aprobación de los tratados de Guadalupe-Hidalgo, así expresó su sentir en una carta a su esposa: “Yo creo, que hemos firmado la sentencia de muerte de nuestros hijos. Al menos, si mis tristes presentimientos se realizan, el día que ellos se encuentren sin patria y formando parte de una raza proscrita, no tendrán el desconsuelo de ver mi nombre entre los de quienes decretaron esta paz”.
El 3 de junio, el presidente de la república José Joaquín Herrera lo nombró ministro de Relaciones Interiores y Exteriores. El 23 envió una circular a los gobernadores previniéndolos sobre brotes sediciosos, además les presentó el programa de gobierno. Otras de sus acciones como ministro fueron: la “Iniciativa y ley para el establecimiento del Sistema Penitenciario en el Distrito Federal y Territorios, con la convocatoria expedida para la formación del plano de la cárcel de detenidos y presos”; Ley de imprenta, Ley Orgánica de la Guardia Nacional y la circular a los gobernadores para que informen sobre el estado de la educación, pretendiendo llegar a un sistema nacional, partiendo de los datos reales.
El 13 de noviembre de 1848 se le aceptó la renuncia como ministro de Relaciones Exteriores. Durante 1849 fue senador por Jalisco y presidente de la Cámara Alta. El 29 de enero formuló un “Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado, sobre la ley constitucional de garantías individuales”.
El 9 de julio de 1849, el papa Pío IX le otorgó la Ordine Pianna de prima classe, como presidente del Senado en agradecimiento por el auxilio que México le ofreció en su exilio en Gaeta.
Los últimos días de Mariano Otero, fueron días terribles en que la capital como muchos otros lugares del país era asolada por el cólera morbus. En una carta del 14 de mayo de 1850, dirigida al doctor Mora, que se hallaba en Londres, se refirió a esa circunstancia: “Aunque hace quince días que tenemos el cólera a treinta leguas, todavía no invade la capital, que se encuentra alarmadísima”. Una tarde a escasas dos semanas de esa correspondencia, al volver de una comisión del Senado, llegó contento como siempre, sus hijos, corrieron a recibirle; de pronto sintió una molestia y se retiró a las piezas interiores. A poco gritó: tengo el cólera y me muero; ¡que llamen al padre León! El mal avanzó rápidamente. Su lecho estaba rodeado por su esposa e hijos también estaban presentes muchos de sus amigos. Pocas horas duró su agonía pues durante la noche del 31 de mayo al 1º de junio de 1850 falleció con tan solo 33 años. Fue sepultado en el Panteón de San Fernando de la Ciudad de México. Sus restos mortales fueron solemnemente depositados en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres de Guadalajara, Jalisco, el 29 de noviembre de 1982.