Por: Justo Mirón
¡Oh que suerte haber nacido en la primera familia y no ser hijo de un trabajador que haya cotizado toda su vida al Seguro Social, al ISSSTE o Dios no lo permita, al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, perdón al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi)! Es que me confundo con tantos nombres raros, siglas exóticas y ocurrencias con las que se quiere volver a descubrir el hilo negro o el agua tibia.
Perdón, me desvío. Es que las noticias de los últimos días no dejan de conmoverme y de reflexionar las diferencias que produce nacer en una cuna y no otra.
Mientras veo a padres desesperados porque la vida de sus hijos están en un grave riesgo debido a la escasez de medicinas para enfermedades como el cáncer, una medida, recordemos producto de la ineficacia, soberbia y servilismo de los funcionarios del sector salud, recuerdo como Jesús Ernesto López Gutiérrez, no se les ocurra decirle “Chocoflan”, al hijo menor del que despacha en Palacio Nacional como presidente de los Estados Unidos (Mexicanos), cuando se cayó de un columpio fue rápidamente llevado a un hospital privado para que le atendieran una fractura.
Sí, Jesús en honor de la devoción de su padre por Jesucristo del que se siente su nuevo enviado en la tierra, y Ernesto por el asesino Che Guevara, del que su madre es devota. Este hijo del amor que nació el 23 de abril de 2007 a los seis meses del matrimonio de sus padres, el 16 de octubre de 2006.
López se consolaba con Bety, tutéemos a la cantante, doctora en teoría literaria que nos descubrió a ese poeta desconocido Mamado Nervo, al haber quedado viudo en 2003 de Rosario, su primera mujer.
¡Tantos asuntos que me desvían del tema principal! Pues doña Beatriz se flechó al entonces Jefe de Gobierno en el 2000, tras haber roto el corazón de Alfonso Ramírez Cuéllar, el actual presidente ¿interino, provisional, espurio?, de Morena.
Así es damas y caballeros, rodeado de hospitales públicos, los padres de nuestro pequeño amigo, es un decir no creo que alguien de la familia virreinal se dignara convivir con su humilde escriba, prefirieron llevarlo a Médica Sur, no le fuera a dar algo en un hospital público, quizá allí no habría medicinas, tal vez lo atendiera uno de los yerberos, perdón, doctores, que su progenitor pretende curen al resto de la población y que se preparan en algunas de las cien Facultades fantasmas que informó los forman para tan noble tarea, -ya los chinos las habrían construido, pero eso es otra historia.
¿Cómo pagó la cuenta alguien que presume sólo traer $200 pesos en la bolsa? Sí, no me crean a mí que a veces no llegó ni a esa cifra, sino al Primer Jefe del Hampa, perdón es el canijo autocorrector, de la Nación.
Dejemos por un momento el escabroso caso de los López Gutiérrez para otra oportunidad, y abordemos a los niños enfermos.
Pues bien, me dirán ustedes, en el cuestionado régimen de Enrique “El invisible” Peña Nieto, había medicinas, sí a sobreprecio, carísimas, pero no faltaban en los hospitales públicos. ¿En cuánto se puede valuar la vida de un niño? Y de pronto, en el gobierno tetratransformador los medicamentos desparecieron. Como escribió algún iluminado, los angelitos deben sacrificarse por el bien de la nación, que serían diez, cincuenta, cien muertes para acabar con los corruptos que se llenaban las bolsas aunque proporcionaban lo que se comprometieron a dar.
Yo no sé que haría si veo que de una semana a otra un tratamiento que se llevaba a cabo y con el cual se prolongaba la vida de mi hijo, o de mi hija, o de mi sobrina, o de mi nieto, se cancelaba con explicaciones peregrinas. ¿Golpearía policías? ¿Intentaría interrumpir vuelos? ¿Cerraría calles? ¿Buscaría por cualquier lado sangre suiza para llevar a mi hija allá? ¿Insultaría a mis representantes populares electos democráticamente? (No se burlen, se supone que eso son?)
Me pregunto y les pregunto: ¿Ustedes creen que si Jesús Ernesto López Gutiérrez tuviera una enfermedad de alto riesgo -no se la deseo de ninguna manera, sólo ejemplifico- le faltarían los medicamentos necesarios? ¿O los aparatos para tratarlo estarían fuera de servicio por falta de mantenimiento? ¿O no habría especialistas accesibles?
Cuando este gobierno pide sacrificios para los demás y no para los propios veo con tristeza que la demagogia y el engaño sí están causando muertes y lastimando familias, no podemos dejar de exigir que el compromiso básico con los más pobres se cumpla y que deje de haber niños privilegiados y niños abandonados a la voluntad de los burócratas que están para servirnos y no para matarnos.