Por: Justo Mirón
Pues nada, estimados lectores de estos afamados textos: resulta que la Cuarta Transformación (o Transformación de Cuarta, como la califican los malagradecidos que niegan sus bondades) se empeña en mantenernos sumamente ilustrados tanto en materia histórica como científica. Y así, por boca de su máximo oráculo, El Megalómano de Palacio, nos enteramos que hemos estado rotundamente equivocados durante más de un siglo en cuanto a la duración del dramático episodio de 1913 conocido como la Decena Trágica.
Ya en meses pasados El Megalómano de Palacio había hecho el favor de enseñarnos públicamente que México se fundó hace más de 10 mil años, con lo que demostró su cultura enciclopédica, si bien es de justicia reconocer que más pronto que tarde matizó, también públicamente, ese asombroso dato y volvió a mostrar su pasmosa erudición: en realidad el hombre en América existe desde hace ¡cinco mil o diez mil millones de años!!
Nada importa, por supuesto, que los más autorizados estudios científicos revelen que la edad de nuestro planeta se remonte aproximadamente a 4,600 millones de años, que la existencia de una gran diversidad de bacterias se registre 3,500 millones de años atrás y que los primeros homínidos hayan aparecido apenas hace 500 mil años. El Megalómano de Palacio tiene «otros datos» y esos son los que deben prevalecer. ¡Faltaba más!
Ahora, ya encarrerado en la enmienda de la historia mexicana, El Megalómano de Palacio se une a lo dicho por su señora esposa y asevera a voz en cuello –quién sabe por qué– que la Decena Trágica ocurrida en la ciudad de México el año 1913 no fue Decena sino Quincena.
La Decena Trágica constituye el período de diez días –del 9 al 19 de febrero de 1913– que abarca tanto el intento de cuartelazo acaudillado por los generales Bernardo Reyes, Manuel Mondragón y Félix Díaz contra el gobierno de don Francisco I. Madero, como los sangrientos enfrentamientos registrados en diversas calles de la capital y la aprehensión del propio mandatario y del Vicepresidente José María Pino Suárez por gente de Victoriano Huerta, que de inmediato se hizo del poder.
Es decir, a partir del 20 de febrero y los días subsecuentes la normalidad volvió a la ciudad de México, independientemente de que el día 22 fueran asesinados Madero y Pino Suárez. Es decir, ya no hubo combates en las arterias citadinas y la gente de todas las clases sociales retornó a sus labores habituales. Todo esto, claro está, sin perjuicio de que pronto se extendiera por el interior de la República la llamada Revolución Constitucionalista encabezada por don Venustiano Carranza. Pero esto ya es otra historia que queda, naturalmente, fuera del estrecho marco que comprende la Decena Trágica propiamente dicha.
Ni El Megalómano de Palacio ni su cónyuge se tomaron la molestia de explicarnos a los ignorantes el por qué de agregar cinco días a los diez aceptados por tirios y troyanos. Pensarán quizá que ni falta hace. Que los súbditos sepan que, de hoy en adelante, será Quincena Trágica. Y háganle como quieran…
No ha faltado, desde luego, quien sostenga que la verdadera Quincena Trágica es aquella que recibe el angustiado asalariado y que le sirve para maldita la cosa.
Y ya también en plan de rebautizaje podemos decir igualmente que, cuando juega, la Selección Mexicana de Futbol se convierte, la mayoría de las veces, en la Oncena Cómica…
Esperamos pronto –¡qué emoción!– nuevas cápsulas ilustrativas de toda índole procedentes de El Megalómano de Palacio.
Y celebremos con gusto su ejemplar e incansable afán de rescatarnos de las garras de la ignorancia…